5. Algo en la noche

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— ¡Se dañó!

— ¿Qué se dañó?

—La cajita musical que me regalaste en mi cumpleaños.

Hyungsik observa la pequeña caja de color rosa. Se la había dado con el único motivo de tenerla feliz y que así no se quejara cuando quisiera llevarla con él. Dar algo y que se lo compensen. Jimin inocentemente permanece ignorante a esa intención y cree que el regalo vino simple y llanamente a que quiso mostrar un gesto bonito para con ella. En lo absoluto. El hombre la toma e intenta dar cuerda. Aparte de no sonar, la pequeña bailarina que gira con pequeños trozos brillantes que reflectan la luz, se queda quieta.

—La arreglaré después. Tengo que hablar con el capitán. Es una discusión sobre otras paradas, cuanto subir y cuánto no, esa clase de cosas. —La coloca de nuevo en el tocador. Jimin aprieta un poco los labios. Desilusionada.

—Quería leer...

—Hazlo en silencio.

—No es tan bueno.

—Es insoportable hacerlo con ruido de fondo. Estás poniéndote peor de lo que cualquiera creería —dice con risa despectiva, avanzando hacia la salida de la habitación—. Jihan va a quedarse en la puerta. No vayas a salir, evítate ese sermón.

—Pensaba decirte que quería ver las estrellas. Pasamos por un buen lugar hoy. Se van a-

— ¿Sabes nada de constelaciones? — pregunta levantando una ceja—. ¿De verdad?

—He leído mucho de eso y-

—Pensándolo mejor, no tengo tiempo y no me interesa, cariño. Te quedas aquí, quédate bonita para cuando regrese. —Y sale.

Jimin suelta el aire ¿Hay algo que sepa aparte de bordar, maquillarse y peinarse? Siempre que intenta sacar algún tema de conversación para pasar el rato o debatir, la corta totalmente. Es tan desmoralizante. Mientras más sucede, son menores sus intentos. Lenta y cuidadosamente acercándose a esa zona en la que no va a hablar de nada a menos que él se lo pregunte. No obstante ¿Que de malo tiene? Eso es lo que su madre insistió en decir:

"Cuando estés casada o con prometido no le hables. A ellos no les interesa que les hables. Se bonita, recta, perfecta y ahí cumplirás tu deber"

Da toques a sus labios, anchos y que resultan redondos al hincharse. Suspira y aguanta las ganas de soltarse el cabello. Regresa a dónde está su pequeña caja musical y la abre con cuidado con la intención de arreglarla. No debe ser tan complicado. Al menos no tanto después de haber reparado el reloj cucú de casa. Al principio no entiende nada de las piezas y que es lo que la impide funcionar de cualquier manera.

—Puedo simplemente leer en silencio. —medita ante el desastre que acaba de hacer.

Desde que vio a la sirena alta, es imposible no leer con música de fondo. No es lo mismo por supuesto, pero emula muy bien la situación. Una que no se ha repetido en una semana y cinco días. Quizá fue un sueño muy vivido o quién sabe que fue realmente. Sea como sea, los sonidos, texturas e imagen permanecen satisfactoriamente instaladas en su cabeza.

No las dejaría ir jamás. Mueve la rueda llena de relieves, siendo demasiado duro y hallando el problema por pura suerte ¡Esta trabada por una piececilla que se salió al caer! Ya sabía que debía ordenar sus cosas sola, Jihan no tiene cuidado cuando se lo pide.

Y aún así no la deja hacerlo.

A estado usándola tanto estos días que de agitarla y moverla acabo atascándose la pequeña partecilla. Exhala con alivio. Seguiría funcionando. Saca todo para poder devolverlo al lugar que le corresponde. Podría ser interesante armarlo y desarmarlo ¡Una nueva cosa que hacer en los cuatro meses y dos semanas que le restan! Cuando falta la rueda, alguien la toma antes que ella. Exclama bajito ante la persona sentada en su ventana, examinando la pieza de color dorado entre sus dedos. Sus ojos pequeños y curiosos.

— ¿Quieres ver para que funciona? —Ofrece. La sirena se enfoca en Jimin y le entrega aquella cosita tan graciosa. Jimin la mira un poco.

Tiene el cabello corto y cuadrado para su propia sorpresa. El color negro azulado dándole un toque muy sobrio y recto. Es la más pálida, es hasta más pálida que su persona. Mejillas grandes, labios delgados y ojos triangulares de lo más tiernos. Su pecho siendo pequeño y delicado. Jimin coloca la rueda y cierra la cajita musical. La sirena se inclina para ver mejor y Jimin finalmente le da cuerda.

Una tonada suave y tranquila empieza a sonar, con la bailarina girando. Jimin acerca una luz a ella para que las estrellas se reflecten. La sirena sonríe, una sonrisa amplia en la que logra ver sus encías. Muy tierna. Muy muy tierna. Debido a que entra más en la habitación se percata de algo curioso y es que su cola es larga, ancha y tiene muchísimas aletas. Tantas en un patrón perfecto y meticuloso. Es la más curiosa hasta ahora.

Se acerca más a la caja de música, inclinando la cabeza en total fascinación de su funcionamiento. Jimin ríe suave, encontrando adorable el gesto. La sirena gira hacia la humana y emite un ruido extraño. Es armonioso a medias, parece más una constante subida y bajada con ritmos cambiantes. La acompaña entonando, con las manos en su regazo y los ojos cerrados.

So far away...—Entona—. naegedo kkumi issdamyeon naraganeun kkumi issdamyeon. Don't fall away....

La sirena aplaude y Jimin hace una reverencia levantando parte de su falda con cierta gracia. La sirena ladea la cabeza y estira el brazo, a poco de arrancar las horquillas largas que sostienen el pelo.

—Hey, tengo otras si las quieres ver —Ríe acercándose. Ella ve la horquilla como una rareza tremenda—. Puedes quedarte la sí gustas. —Ofrece.

La sirena la ve, luego la horquilla y en un giro de eventos que Jimin no se esperaba, la sirena coge la caja de música y se lanza por la ventana. Se deja caer al piso. Que mala suerte. Debió entender mal. Ni modo, al menos va a hacer feliz a alguien más. No la molesta precisamente, apenas le genera un poco de tristeza porque le gusta mucho. Levanta del suelo y piensa en como limpiar esa cantidad tan enorme de agua que dejó.

Precios de encontrarse con una criatura marina en una habitación de clase alta en un barco de la nobleza. Aparte de limpiarlo y dejarse las manos coloradas por el esfuerzo, decide dejar la horquilla. Si viene de nuevo, se la llevaría. Con lo mucho que le gustó sería bonito. Toma el libro que iba a leer y no logra pasar de las cuatro páginas cuando escucha la caja musical de nuevo.

Se aproxima a la ventana y la encuentra allí abierta. La diferencia entre antes y ahora, es que ahora está llena de pequeñas conchas y rocas de fondo marino. Decorando el entorno de la bailarina que gira. La toma y aunque ella no la nota, la sirena está desde fuera mirando su reacción enternecida.

. . .

—La arregle yo.

— ¿Tú?

—Si. fue fácil

— ¿Lo hiciste por ella? —Jihan asiente con gesto nervioso—. Robarse el mérito de la gente es malo, cariño. —Informa. Jimin no dice nada. Permanece viendo a su bailarina danzar como ella no puede por los zapatos y la ropa que corta la circulación entera. Suspira, entristecida.

claro que no la iba a creer. Antes se hace rapar la cabeza que admitir que hizo algo bien por su cuenta, más allá de maquillarse perfecta y sus complicados peinados. Cierra la tapa, sin ánimo de recordar tan bellas visitas que espera regresen pronto a verla. Así sea solo un pequeño instante. Están siendo lo mejor que le ha pasado en muchísimo tiempo. Suspira, entonando la imaginaria canción de esa sirena nocturna.

Mermaids WifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora