Mermaids Wife

9. Alguien para mirar

— ¿Qué tanto miras? Si su esposo es horrible. Ni siquiera entiendo cómo se casó con semejante cosa.

—Tal vez es simpático. —Su amiga se ríe, discreta con un abanico al igual que Jimin.

—Como si eso pudiera importar. Se ha casado más de siete veces—Exclama escandalizada por ello y su amiga asiente—. Es una perra ¿Ese tipo? Te apuesto lo que sea a que va a amanecer muerto cualquier día y ella con una fortuna, casa bonita y buscando al próximo magnate.

—Vaya... Aunque—Vuelve hacia donde mira—. ¿No crees que es una mujer bonita?

— ¿Bonita?

Jimin mantiene su mirada, bajando un poco el abanico y permitiendo que su rostro con maquillaje ligero y labios de fuerte rojo se exponga. De quién hablan es una mujer de veintisiete años, peluca alta de color grisáceo y porte elegante que va junto a un hombre de cincuenta y tantos.

Su rostro redondo, sonrisa dulce, vestido rojo y amarillo que apenas ajusta su cuerpo. Inclina la cabeza y se avergüenza cuando ella le dirige la mirada y saluda cortes. Se oculta con el abanico, mirando a su amiga de nuevo.

—Que creída. Se cree la más bonita de todas. —quejumbra desagradada por el gesto. Jimin permanece encogida.

~ * * * ~

—Tengo que volver al puerto.

— ¿Eh? ¿Por qué?

—Hasta ahora recibí una carta de mi padre, debo hablar con un amigo que tiene ahí, posiblemente debamos llevarlo con nosotros—Indica a medida que se arregla la ropa. Jimin levanta de su asiento, acercándose a él—. Es mejor que te quedes aquí. No vale la pena que subas al bote con ese vestido.

Asiente de acuerdo. Su vestido de hoy es muy pomposo porque acaban de salir del puerto, más no están lo suficientemente cerca para dar la vuelta y no perder el tiempo. Es más sencillo que Hyungsik vaya y luego regrese. Por no decir que más cómodo.

—Muy probablemente lleguemos para cenar, así que mantente bonita para darle una buena impresión.

—Claro... ¿Crees poder traerme pintura?

—Pensé que tenías.

—Estoy agobiada, se acaba muy rápido.

Hyungsik blanquea los ojos y sale. Jimin se asoma para asegurarse de que se marche con Jihan y retoma lo que hace en una libreta ¿Las pinturas? Si las ha estado gastando por montón. Lo único es que Hyungsik desconoce por completo en que lo ha estado haciendo. En su cuaderno no hay más que enormes retratos de las sirenas que vio hace una semana, no han regresado, pero le han estado dejando regalos en la ventana a cada rato.

Una muestra tierna de que siguen allí. Cerca a pesar de que no pueda mirarlas.

Queda con la boca entreabierta y gesto flojo a medida que más delinea las curvas que recuerda. Las mejillas rellenas y tiernas, los ojos en sus diferentes formas, las diferentes cabelleras, colas con escamas en distintos y perfectos patrones. Deja de mover el lápiz, tan solo analizando la figura de perfil que tiene la espalda curveada, el cabello hecho a un lado y los senos expuestos.

Junta más las piernas, continuando con aquel hilo interminable de imposible perfección imperfecta que le roba el aliento y ni siquiera es capaz de comprender cómo o por qué lo hace. Que es lo que le genera tanta fascinación.

Una que jamás ha tenido hacia ningún hombre. Hyungsik es guapo, claro, pero no le llama la atención. Puede admitir su atractivo y al mismo tiempo no se siente atraída hacia él. Tampoco hacía Jihan, su doctor, nadie en el barco, nadie en su entorno.