16. Compañía de danza

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—Es una suerte que los arbustos estuvieran resguardados ayer, sino, se hubieran destrozado por completo. —Opina al notar el desastre que hay en el lugar. Mantiene su vestido levantado para no mojarlo. Hyungsik asiente de acuerdo.

—Espero que no sigamos topándonos este mal clima. Puede retrasarnos.

No obtiene la queja de Jimin, lo cual lo deja extrañado. Pensó que sería la primera en molestarse por eso. Por el contrario, Jimin se muerde los labios. Si se tardan más, estará más tiempo con las sirenas en lugar de casarse. Estar en el mar ya no suena como un plan horrible y tortuoso. Se guarda cualquier clase de comentario para no levantar sospecha.

—Pensé que te desagradaría.

—Creí que no te gustaba que te atormentara. —Suspira viendo a otro lado. Hyungsik entrecierra los ojos.

—En efecto, me alegra que haya un mínimo progreso en tu actitud—Vuelve hacia el frente—. Tal vez de aquí a casa, si seas una buena prometida y una buena esposa.

Suelta le aire, caminando por la superficie húmeda para dirigirse a donde servirán el almuerzo. El desayuno fue directo a la habitación para evitar que pisaran aquel desastre. La comida pasa sin nada en especial, pues no hablan de absolutamente nada. Una vez acabado, Hyungsik debe ir a un puerto cercano. Parece tener asuntos pendientes en todos los lugares a los que se acercan mínimamente.

Llega a divertirla.

— ¿Seguro que aquí puedo? —pregunta al segundo al mando.

—Por supuesto. Tal vez no es lo más elegante como debe acostumbrar siempre, pero nos dimos cuenta de que este espacio estaba libre y que tal vez puede servir para lo que pidió. —Comunica le hombre de unos treinta años. Asiente y sonríe.

—Muchas gracias.

—No hay de qué.

Queda a solas y saca largas tiras de entre su pecho. Si amarra su vestido, puede bailar más fácilmente. El corsé está suelto por su propia comodidad. Su cuerpo es naturalmente un reloj de arena, por lo que no resulta difícil fingir que si lo está usando apropiadamente. Se quita los zapatos, las largas medias y hace estiramientos.

Va a sudar muchísimo debido a la tela pesada de la prenda. No obstante, valdrá la pena solo por bailar un rato. Acaba echándose en el suelo y partiéndose. Parpadea repetidamente, girando el torso ¿Desde cuándo esto no duele nada? Si bien ya está partida, siempre duele un poco tras un par de segundos y ahora no lo hace.

Recoge las piernas y queda pensativa de otros detalles raros.

Ya no le sale ni un solo vello en las piernas.

También en la entrepierna han dejado de salir.

Sus labios se han quedado con la comisura roja cuando no lleva maquillaje.

Su periodo no da señales de venir a molestarla.

— ¿Estoy enferma? —Se pregunta a sí misma, viendo sus manos por todos los ángulos posibles y luego sus pies. Aparte de esos detalles, no tiene nada particularmente raro o peligroso así que permanece indecisa de si debe o no preocuparla.

Habiendo acabado el estiramiento y calentamiento se pone las zapatillas de ballet, fue lo más fácil de esconder: Dentro de la ropa interior bajo la falda. Puede meter todo un banquete ahí abajo y nadie se daría cuenta de seguro. Da toques al suelo y levanta de puntas. Frunce el entrecejo. Esto tampoco duele...

Lejos de hacerla sentir mal o pensarlo más tiempo, decide simplemente aprovecharlo ¿Qué bailarina no sueña esto? Permanecer de puntas todo el rato sin que duela ni un poco. Da un salto perfecto y al caer resbala por suelo mojado. En el suelo, una cara aparece encima suyo, sonriendo y arrugando la nariz.

Mermaids WifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora