33. Mar de tentación

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Bajo su propia excusa de confidencialidad, no dijo nada con respecto a lo que Jimin le confesó. Si bien lo sorprende, no le genera del todo rechazo. De cierta forma, es una actitud muy obvia de su parte. La repelencia a estar con Hyungsik, su propia falta de atención hacia lo que hacían lo hombres, pero ese breve tiempo en el que bailaron en aquella plaza, notar como admiraba a algunas mujeres que pasaban.

Fueran sencillas o más adornadas. Ella simplemente desviaba su vista a las féminas y luego acaba de caer ese pequeño hecho de que su amante o amantes no estaban propiamente en el barco. Remite de nuevo a esa vivencia, donde creyó haber visto algo saltando al mar.

El énfasis de Jimin en saber sobre sirenas.

Aparecer con más olor a agua salada del que tenía nadie.

Las miradas distraídas, suspiros al aire.

Tantas pistas desperdigadas, incluyendo su descaro a la hora de decir que no ha engañado con ningún hombre. La pura realidad. Si lo que dice es cierto, ni siquiera engañó a Hyungsik con un humano. El asunto le hace demasiada gracia y si bien es extraño la idea de una mujer enamorándose de otra, no le encuentra real problema. Desde siempre le han llamado un doctor extraño por su atención las emociones de sus pacientes. Tomar en cuenta como se sienten y que desean pasando de largo las reglas sociales.

Tal vez por eso no puede más que sentir fascinación. A pesar de todo, Jimin cayó en un amor tan profundo que es el océano mismo. Sin ser capaz de dejar de mirarlo y tanto lo hizo, que el océano inundó sus ojos. Lleno de sal su esencia y se rehúsa a soltar su mente.

—Ya es hora de irnos.

—Claro.

Jimin avanza tras Hyungsik y Wonho un par de pasos atrás. Observa la cabellera oscura medio recogida, el vestido, su postura. Lo analiza todo y acaba por suspirar y desviar la mirada. La sirena fuera del agua la habían llamado los marineros y... Ahora no puede hacer más que darles la razón. Ella avanza con la vista clavada en la costa a un par de metros de ellos a un costado.

El mar abierto que la invita a ir. A lanzarse directamente de ahí y no volver jamás. Exhala con deje cansado, tan fácil tan fácil ¿Realmente es fácil? Suben el barco. Es un puerto muy pequeño en el que están esta vez. Consecuencia de que aquí si se podían realizar las reparaciones. Para la magnitud de la tormenta, fue realmente poco lo que se dañó o quedó irreparable.

Anda por la proa, esperando que el barco zarpe y se distrae por un canto conjunto. Se apoya de la baranda y fija la mirada. En una de las tantas rocas bajas a los lados, están Namkyung y Sujin. La primera de ellas haciéndole gestos con las manos para que vaya con ella y Sujin peina su cabello muy largamente. Está se inclina hacia Namkyung, diciendo algo a su oído y tras una risita se dan un beso en los labios. Las manos de Jimin tiemblan y siente cosquilleos en las piernas.

Wonho la nota. Casi quiere empujarla. Luce tan obvio que quiere lanzarse que más bien lo exaspera que no lo haga ¿Por qué no lo hace? Esa es la gran duda. Las ganas están ahí, pero parece tener una correa en torno a la cintura impidiéndole ir. Hyungsik la abraza por la espalda, alejándola de ahí y dando un incómodo apretón a su cintura.

—No hagas eso. No puedes caerte justo ahora. Vamos a la habitación. —Indica y Jimin lo sigue con el mismo resquemor dentro de ella de necesitar bajar. Seguir a ese par que continúa dando risillas entre sí.

El barco zarpa y ya no quedan paradas de por medio. El último destino, es la gran meta. En su enorme trayecto obviamente han estado organizando la boda. Quizá en menos de una semana de estar allá, ya sería esposa de Hyungsik. Todo habría acabado e iniciado esa nueva etapa de su vida.

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