29. Compañía de salvación

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El barco empieza a moverse. Lentamente, pero lo hace y es un alivio, pues las nubes de tormenta que tienen a la vuelta de la esquina son de todo menos una buena señal. Jimin ha tenido más de un problema y es que basta que esté cerca de alguna posibilidad de lanzarse al mar, para que escuche una voz.

No es siempre la misma. Suele variar. Tiene seis hasta el momento. Una cantarina, casi angelical; una hermosa, la más bella de todas; otra animada, una invitación a jugar; otra profunda, cargada de sentimientos anhelantes; una calmada, sonando como una invitación a un gran descubrimiento; la última siendo de índole sugerente.

Proponiéndole investigar hasta lo más profundo por su cuenta. Sin esperar que nadie vaya a decírselo, que ella misma encuentre las respuestas de lo que está anhelando con toda el alma. Tanto como anhelo bailar siendo más joven, como anhela bailar ahora, como anhela tantas otras cosas...

Todas ligadas al mar.

Tan profundo.

Tan inmenso.

Tan imposible de dividir con el cielo.

Vivir abajo y arriba al mismo tiempo.

Guiña repetidamente, con sus ojos azules en el mismo tono que el inmenso océano expandido ante ella. Saca un poco la cabeza y antes de más, su nariz choca con otra y sus labios también. No aguanta el reír, haciéndose atrás para dejar paso a Yoonji.

— ¿Qué te pasó? Estás toda llena de basura.

Yoonji sufre horrores para quitarse la porquería de encima. Parece que viniera de algún puerto concurrido de comerciantes. Sogas, mugre, red para pescar rota ¡Es un desastre! Jimin usa sus sabanas para limpiarla y Yoonji ronronea acurrucándose en el suave y mullido cumulo de cobijas.

Dejándose limpiar a gusto por la otra.

—Yoonji ¿Dónde estabas? —Hace un puchero y luego un círculo—. ¿Rodeando el barco? ¿Por eso estás tan sucia? —Agita la cabeza, con el cabello corto empapando la tela blanca—. No estés tan cerca, te van a ver. Podrían lastimarte también.

Yoonji trina, se levanta con los brazos y acercándose a Jimin, viéndola fijamente a los ojos. Jimin se percata de lo azules que son esas pequeñas irises de la sirena. Tan azules como el océano del que viene. Jimin acerca las manos con lentitud, tomándola con la mayor delicadeza.

No Fair—canta, soltando un respiro pesado y profundo—. You really know how to make me cry when you gimme those ocean eyes—A pesar de sonar armonioso, es muy entrecortado. Como si estuviera ahogándose en los ojos entreabiertos de Yoonji—. I'm scared—Yoonji acerca las manos a su rostro, sujetándolo de la misma forma—. I've never fallen from quite this high... —Respira con demasiada fuerza, jalando aire por la boca con desespero—. Falling into your ocean eyes... Those ocean eyes.

Yoongi le rompe el vestido de un tirón, juntando los labios con los de Jimin que no deja de sujetarla. El frío del ambiente en su piel desnuda la conforta, acompañada de la calidez que desprende Yoongi. Sentir su pecho pequeño contra el suyo, como sus aletas se erizan ante el mero placer de introducirse entre las piernas, subiendo y rompiendo la falda.

Jimin lo escucha, esas voces constantes de compañía, como si la suya fuese una más de esa orquesta coral perfecta y divina que nadie es capaz de apreciar como es debido. Trinos salen de su garganta, inconexos y tan parecidos a los que dan todas ellas a medida que el acto prosigue. En su propia comunicación el lenguaje que comparten ellas seis y nadie más.

Yoonji muerde de a poco los labios anchos y entreabiertos, Jimin sube una mano a la cama, aferrándose a la sabana y gimiendo más fuerte una vez la sirena se introduce en ella. Se le hace demasiado rápido, demasiado explosivo, demasiado perfecto. Yoonji la besa, presionándola en el suelo y seguido, subiéndola a la cama.

Mermaids WifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora