28. Compañía confidente

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— ¿Aun no nos movemos?

Hay silencio sepulcral al escucharla y varios de los hombres del barco enrojecen. Que esté vestida, peinada y arreglada no evita la imagen que tuvieron ayer en la isla a mitad de todo. Fue lo que se habló entre ellos con tanto detalle que bien, empezaba a rondar en lo absurdo. Jimin ladea la cabeza, esperando una respuesta y de ser posible, una explicación de porqué la están mirando así.

—No, aun no—dice Wonho—. Nos movimos apenas un poco, pero de alguna forma el barco está sencillamente varado.

—Tal vez es una señal de que quieren a su sirena de regreso. —comenta uno de ellos.

— ¡Ay por favor! ¡No digan tonterías! —reclama Hyungsik con mal humor.

Los murmullos van y vienen. Diciendo que la razón por la que estaba tan lejos ayer, es porque el océano la está reclamando como suya. Habiendo tomado a la mujer incluso desde donde estaba en el barco, la forma en que canta, como se ve. Estar intacta a tanta distancia de ellos. Si bien la arrastro al corriente ¿Cómo es posible que no tuviera ni un rasguño? Que ningún animal bajo el agua le hiciera nada.

Todo en ella es algo que no acaba de encajar con lo que fue al subir en primer puerto. Es distinto y parece que el único rechazando verlo en su plenitud es su propio prometido. Claro, él sí la tiene en la misma cama, es el pensamiento general ante el detalle.

—Creo que simplemente hay muy poca profundidad, el barco es muy pesado y por eso no avanzamos. —Opina Jimin juntando las manos. Se le hace la única explicación.

A menos que el encuentro de ayer tenga alguna conexión. Duda muchísimo que ellas sean capaces de detener un barco entero. De esta magnitud es imposible.

—No queda más opción que intentar remar.

—Remar. —bufan todos al mismo tiempo con disgusto. Como bien se dijo, el barco es enorme y aunque tiene agujeros remar, es prácticamente inhumano el moverlo todo a fuerza de brazos. Como mucho, agitarían el agua alrededor. En el mejor de los escenarios, si podrían sacar eso que los detiene.

—Tendremos que hacerlo todos—anuncia el capitán con las manos en la cintura. Wonho asiente, Hyungsik arruga la cara al igual que Jihan—. Mejor vaya a su habitación señorita, antes de que llueva y se empape. —Sugiere con gentileza. Jimin suspira.

Tampoco es que su cuerpo debilucho pueda hacer mucho.

—Buena suerte. —Desea hacia Wonho, el único de los "no marineros" que parece dispuesto a hacer algo. Hyungsik y Jihan tan solo son lo típico: Burgueses sin ganas de hacer nada. Suspira alejándose. Que más puede pedir.

Entra en su habitación y cierra la puerta al instante. No da ni un par de pasos antes de tener a alguien asomado en la ventana. Sonríe divertida de dar cuenta de que se trata de Namkyung y colgada a ella, viene Jeonggoo. Se acerca dejando los zapatos a un lado.

—Me parece a mí, que alguien sigue queriendo opacar—Namkyung resopla, evidentemente mosqueada y Jeonggoo arruga la nariz—. Pareces una niña pequeña—ríe entretenida de ese detalle. Por no decir que al principio ni siquiera se mostró. Siendo la más tímida—. ¿Tienen algo que ver con que el barco no se mueva?

Jeonggoo ulula y Namkyung le da un golpe con la cola, observándola con reproche antes de negar con la cabeza. Jimin ladea la cabeza. Eso fue muy extraño. Jeonggoo se toma la libertad de recostarse de Jimin para dormir en tanto que ella junto a Namkyung leen.

Al menos parece que lee. Entrecierra los ojos y la detiene de pasar página. Diría que aprende por... ¿Cómo aprende? Ninguna de ellas habla su lengua y no hay manera posible. Lee en voz alta solo para ayudar a la continuar en lugar de trabarse.

Mermaids WifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora