15. Compañía de tormenta

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A veces pasan cosas muy graciosas: Debido a una tormenta que hay, Hyungsik tuvo que quedarse del otro lado del barco, sin forma de cruzar a dónde está su habitación. Es imposible cruzar debido al viento que hay, podría empujarlo al mar fácilmente. Es más saludable que nadie salga de sus aposentos y lugares hasta que el fenómeno climático termine.

Jimin aprovecha su tiempo en soledad para darse un baño. Teniendo el cabello recogido y metida en la tina no hace sino ver el techo y pasar una mano por su pecho. Un recuerdo vivido de lo ocurrido hace un par de noches, suspira, recordando el trayecto de la mano tan grande de la sirena para poder acariciarla.

Los apretones momentáneos, los suspiros que desprendía al hacerlo. Jimin junta las piernas y baja la mirada. Pensando en que no quiere que salga ese montón de líquido como allá. Menuda vergüenza. Por no decir que aún sigue sorprendida de que eso fuese posible. Tras mucho pensarlo y sin valor para preguntarle a Wonho, concluyó que es simplemente un orgasmo.

Como los que tiene Hyungsik, pero versión mujer. Cosa que jamás ha sentido y se pregunta si es por ello que acabó tan enfurruñado cuando se lo informo. Sopla un montón de cabello que salió del peinado. Debe seguir enojado, no le ha dirigido la palabra en lo absoluto.

Saber que no ha podido que tu prometida se venga una miserable vez fue una patada a su ego de tener muchas amantes "satisfechas". Ladea la cabeza. Honestamente, habiendo experimentado con ambos... ¡Prefiere con una mujer! Tal vez por estar con una consciencia mínima de dónde les gustaría que esté el tacto.

Sale de la tina y toma la bata, goteando agua y con una flojera terrible de siquiera ponerse le pijama. Lo usa por abrigarse al menos un poco. Toma un libro de peces y se recuesta en la cama, con las piernas flexionadas.

Fuera, recibiendo el viento de la tormenta, está Namkyung, limpiando un poco la ventana para poder ver dentro. Da toques a la ventana y Jimin voltea por lo contundente del ruido. Salta de la cama al verla y se apura a dejarla pasar.

— ¡Ay no! ¿Estuviste mucho tiempo ahí? —Niega con la cabeza, incorporándose—. Estás hecha un desastre—Hace notar y la sirena se ve. Aparte de despeinada y con agua de lluvia, está fría a matar. Cosa no tan buena. Hasta ahora siempre ha estado con la piel caliente—. Ven a la tina, te voy a limpiar un poco. —indica.

Tener a una sirena en una tina es gracioso. En primera por hundirse y salir rápido por el ardor de ojos –consecuencia del jabón-, y en segunda, por dar vueltas en sí misma, jugando como un pequeño niño. No aguanta reír. Luce tan tierna a pesar del aspecto y presencia madura que desprende.

—Bien, estás lista... Cuanto cabello. —silba. No solo es largo, es muy denso. A medida que lo seca, y hace lo mismo con ella, la curiosidad por tocarla va naciendo en ella.

¿Tendría la piel igual de suave que Taehee?

Las manos también son grandes ¿Sería igual el tacto?

Tiene demasiadas preguntas al respecto en mente y Namkyung la observa, con la toalla encima y cubriéndola como nunca la ha visto hasta ahora. Sacude la cabeza, sonriendo cordial y andando fuera del baño, la sirena observa los pasos saltarines de la contraria, como si estuviera flotando. Sobre todo al girar y conseguir que su pijama se infle.

—Tengo un libro nuevo ¿Quieres acompañarme a leer? Es sobre peces. —Invita señalando la cama. Namkyung asiente emocionada. Deja la toalla por ahí tirada y la cama en poco tiempo tiene a la mujer de cabello negro y a la sirena de melena en tono púrpura.

La tormenta se hace más fuerte y ellas permanecen enfrascadas en seguir su lectura. El barco no tambalea demasiado. Lo cual es un auténtico milagro. Se detienen en una página, Namkyung levanta su cola, viéndola en comparación al pez dibujado.

—Pez koi. Son muy bonitos. Una vez fui a una fiesta donde los tenían en un estanque—cuenta bajando un poco el libro—. También soy muy comelones. Les tiraba pastel y lo comían al instante.

Namkyung trina, confundida y viendo su cola, moviéndola un poco. Es la misma, con la excepción de que sus aletas son mucho más largas, anchas y ruchadas. Jimin inclina la cabeza.

—Aunque tú te ves más bonita. —Namkyung baja la cabeza, con gesto avergonzado.

Jimin parpadea de manera repetida, notando los senos de ella. El pezón de color café y el resto en ese tenue moreno. Suspira, acercándose y acurrucándose en ella. Namkyung ríe, acariciando el cabello negro de Jimin y besándola en la cabeza. Jimin levanta la cabeza, viéndola desde abajo y Namkyung estira para darle un beso en los labios.

Con otro que lo sigue.

Y uno más.

Y uno más.

Jimin se sostiene del brazo de Namkyung, con la sirena paseando las manos por encima de la tela de raso. Jimin gime y Namkyung mete la lengua en su boca, acaba por tomarla de la cintura para ponerla encima suyo. Es más dominante, piensa con los ojos cerrados, dejándose tocar. Subida en ella, puede recibir la textura de las escamas.

Menos rasposa, pero que consigue ocasionarle escalofríos. Gime ahogado, recostándose más en Namkyung, la sirena continúa frotando sobre la tela, esta vez la intimidad que no tiene resguardo alguno. Se separa y Jimin jadea, ansiosa, presionado su pecho a medias con el de la sirena. Namkyung niega con la cabeza, señalando la ventana. La tormenta paró.

—Ouh... Nos vemos en otra ocasión ¿Si? —Ella sonríe, con los hoyuelos marcados y sujetándola de la cadera.

Una afirmativa obvia. Sale por donde vino, regresando al mar y para cuando Hyungsik llega a la habitación, Jimin está perfectamente tranquila, leyendo en la cama sin hacer la gran cosa. Aparte de ver a la ventana como si esperara algo más.

Mermaids WifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora