Mermaids Wife

20. Compañía de Habitación

¿Alguien puede sentirse bonito por haber tenido relaciones sexuales? Pues yo sí. Peina su largo cabello con la mente ida a otro lugar, más específicamente a la costa en la espera de que alguna sirena venga a acompañarla. Así sea solo echándose en la arena o haciendo otra cosa. La mera compañía la hace feliz. Muy, muy feliz.

Mira por la ventana, el ocaso cayendo y la proximidad a tener que salir de su escondite para pasar rato en la fiesta hecha por... ¿De qué era esta fiesta? Para de peinarse solo para preguntarse a sí misma aquello. Bueno, Jackson tiene fama de hacer fiestas y que al menos son entretenidas así que intentara divertirse. Si transcurre como ayer, no duda que será posible.

Por algún motivo, también hoy ha tenido a todos viéndola fijamente. Si bien ha tenido algunas miradas en el pasado, jamás han sido tan intensas e interesadas como ahora. Es un bien y un mal. La pone incómoda, pues no las entiende, al mismo tiempo la hace sentir halagada.

—Tal vez es el pelo suelto. —Concluye con inocencia al respecto. Inconsciente de la fascinación que tienen todos por solo circular a su alrededor y mirar. Pinta sus labios de color rosa en difuminado rojo.

Ya si los tiene anchos lo aprovecha para decorarlos a gusto y placer. Jackson le había dado de regalo un maquillaje de un lugar que había visitado, diciendo que en ese lugar se bordean los ojos de color negro y siendo tan curiosa como es, no aguanta el no usarlo. Es un delineado fino que le sale simétrico de puro milagro. Sombrea, se echa un poco de colorete en las mejillas y levanta del asiento, dando vueltas en su vestido blanco con estampado floreado.

Le gusta mucho como se ve. Quisiera que ellas la vieran, pero no tiene forma de llamarlas. Se pone un collar de perlas que sobrevivió a la destrucción y finalmente se da por lista. Avanza con el cabello medio suelo, una enorme corona de flores como horquilla al cumulo de pequeñas trenzas. Se esmeró mucho en arreglarse. Que valga la pena.

. . .

— ¿Qué te pasa? —pregunta divertida por lo enfurruñado que está su prometido.

—Parece que no pueden respirar si no te están mirando...

—Es por el peinado extraño.

—No, es porque te quieren ver desnuda.

—Pensé que eso te gustaba. Que todos envidien lo que tienes.

—Mi problema es que mi prometida es resbalosa y se iría con cualquiera de estos hombres.

Finge una sonrisa, Hyungsik sigue con el tema de infidelidad y es curioso que mencione el termino resbalar, pues va muy acorde a la realidad. El único fallo es que sigue pensando que se trata de irse con hombres y pues ¿No? Por inercia ha sucedido de nuevo. Se queda viendo a las mujeres. Hay muchas bonitas. Tantas. Demasiadas.

Ninguna más bonita que las sirenas que ha estado viendo por meses ya. El baile concluye y hace una suave reverencia como dicta, Hyungsik prácticamente se pierde entre la gente y pronto tiene invitaciones de baile.

—Parece que está gustándote la fiesta. —comenta Jackson, a quien aceptó la pieza.

—Es divertida. Puedo bailar mucho y eso me gusta.

—Siempre ha sido así. —ríe discreto.

A veces, se pregunta porque no pudo parecerle bonita a él ¿Tal vez simpática? Quién sabe. Tal vez simplemente no le gustó, pero lo que tiene muy sabido es que al menos Jackson no la estaría insultando. Es como el príncipe perfecto.

Adicto a festejar, pero perfecto.

— ¿Quieres bailar sola?

La pregunta la sorprende, asiente y Jackson se separa. Hace parar a todos y abrir paso. Mira a los lados, intimidada ¿Van a estar viendo todo? Aprieta los labios. Así da miedo. Me han jalado de un barco. Concluye. Bailar frente a personas no puede ser más intimidante que bailar frente a una sirena.