3. Algo en la ventana

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— ¿Dónde estabas anoche?

—Aquí.

— Entonces-

—Apestabas a alcohol, te dormiste apenas me tocaste la pierna. —Informa y Hyungsik bufa con obvia desilusión. La bebida que ponen en los barcos es más fuerte y fermentada, razón por la que afecta con mayor fuerza a los sentidos. Jimin amarra por sí misma su corsé hasta que Hyungsik toma las tiras y las jala.

—No deberías hacerlo tan flojo, van a verte gorda y no es algo que me agrade. —Gimotea. Apenas puede respirar.

—N-no puedo- Lo estás haciendo muy fuerte. —Quejumbra intentando llegar al nudo que hizo tan rápido

—Así te ves mejor, mi amor—Afirma de frente. Delinea la figura que es un total reloj de arena por la cadera y busto pronunciado—. ¿Te he mencionado que eres la más guapa de tus hermanas? —Interroga metiendo la mano para sacar el seno de la ropa interior. Jimin lo manotea, arreglándose y yendo a tomar el vestido—. Oh por-

—Me duelen mucho. Mi menstruación está cerca y lo quiero que los toques.

— ¿Cómo crees que haces feliz a tu prometido poniendo tales condiciones? Están ahí pidiéndome que las apriete, igual que tus nalgas—Su expresión de desagrado queda en evidencia en el reflejo—. Venga, por no haberlo hecho anoche, solo-

—Tienes que bajar con ellos para buscar más provisiones. No tienes tiempo. Ya déjame. —Se aparta con brusquedad. Hyungsik bufa disgustado.

— Jimin, no te pongas impertinente—Teniendo el vestido puesto empieza a sujetar su cabello para peinarlo así sea de forma sencilla. La melena llega hasta debajo de su cadera. Perfectamente lisa y negra—. Las mujeres son tan molestas, espero que no te dé por ponerte así en la noche. —Aquella advertencia susurrada a su oído, acompañada de un portazo, la hace quedar quieta en su lugar.

Está bien, así es como son las cosas. Deja de ser tan dramática. Se lleva las manos a la cara. Respira profundo. Eso fue una amenaza y aunque él no ha sido brusco con ella antes, parece tener intenciones de serlo si no acepta si o si tener relaciones. Los hombres son así y es mi deber complacerlo, no molestarlo, al menos eso diría su amiga para que su "Actitud" se aplaque y regrese a ser sumisa.

De forma suelta recuerda a la sirena. Lo suave de su tacto, el sonido tan bello que emite y lo perfecta que lucía. Aún con los hombros tan varoniles ¿No es extraño? Hallar perfección en eso que no es lo usual al imaginar una sirena. En la imperfección que poseía la sirena ayer en la noche. La perfecta por imperfecta. La figura de la criatura siempre es una mujer despampanante como epítome de perfección femenina. Al menos así en la imaginación de los marineros. Sin embargo, la que estuvo frente a ella es posible de comparar con un hombre muy hermoso.

Queda prácticamente sola en el barco, toda la tripulación bajó para ir a puerto y reabastecer. No es que haya poca comida, sino que la próxima parada que hagan será prácticamente imposible de llegar a menos que estén a reventar. Mantener a esas personas alimentadas evita desgracias. Decide dedicarse a bordar. De esa forma estará fijada en no pincharse mucho los dedos.

Deja todo en una silla cercana a la ventana de la habitación y se dirige al closet para buscar los pañuelos que tiene específicamente para esto. Una vez los tiene regresa hacia la silla y gira la cabeza hacia la ventana.

— ¿Y esto? —Toma lo que hay en el borde. Es una concha: Pequeña y de color blanco. Mira abajo. No hay nada aparte de las ondas ligeras del mar. Considerando que es linda la deja en la mesa de noche y se pone a lo suyo.

Tras un rato levanta para ir a buscar otro hilo guardado en otra caja –porque respira en desorden-, al regresar, mira la ventana y se encuentra otra concha. Esta vez no es de espiral. Rallada en marrón y beige. Vuelve a asomar por la ventana: No hay nada.

Rato cosiendo, se acaba el hilo y cuando se dedica a enhebrar la aguja, da cuenta de unas gotas que le caen encima. Gira la cabeza. Ahora hay una concha gigante de color púrpura. Guiña de manera repetitiva — ¿Hay alguien ahí? —. cuestiona inclinada. Nada que responden.

— ¿Un pájaro? —Supone, sin muchas más opciones. Duda que nadie pueda con la subida. Es un barco muy alto. Tendría que ser un salto más que fenomenal para conseguirlo.

Acaba el pañuelo. Un lindo bordado en forma de pez Crowntail, como la sirena que vio ayer. Al menos de eso cree que era su cola. No está segura. Deja todo en la silla y avanza hacia el librero. Busca el tomo y lo saca. Busca en el índice especies de agua salada y fría como donde navegan ahora y al sentarse es capaz de percibir por el rabillo del ojo, una cosa a su lado.

Entrecierra el libro y gira a un lado. Da un chillido, llevándose una mano al pecho de la sorpresa. Es una mujer. Medio metida a su habitación por la ventana. Ella sonríe, con una sonrisa cuadrada, una extensa y rizada melena rubia cenizo. Sube la vida del pecho a su cara ¿Por qué está desnuda? ¿De dónde salió? ¿Por qué está mojada?

— ¿Necesitas ayuda? —pregunta levantándose, dejando el libro a un lado—. P-puedo darte de mí ropa, est-

La respuesta no viene en palabras, sino una armonía profunda y que se le hace profundamente cariñosa. Lo que cualquiera se imagina de una tonada amorosa llena de tragedia. Se muerde el labio inferior. Sonó tan bello.

— ¿Eres una sirena? —cuestiona. Como tal no hay una respuesta a ello. Ella extiende la mano, mostrando lo que hay en su mano. Es una pequeña ostra abierta con una perla en su interior—. Ouh, que bonita—Elogia. Agita un poco—. ¿Es para mí? —Ella sonríe de nuevo y hace una mueca.

Vale, su rostro es mortalmente simétrico. Tan perfecto que le genera conflicto el que haga esa clase de expresiones tan raras. Toma la ostra y cuida que la perla no vaya a caer. Apenas roza un poco las manos grandes de la sirena, la cual luce complacida de que aceptara su regalo.

—Es muy hermosa. Gracias. —Sonríe de regreso, colocándola en el mueble a un lado y que luzca como un adorno.

Ella vuelve a hacer ese sonido y se retira con cuidado de no hacerse daño. Jimin asoma la cabeza, observa como cae al agua y su consecuente salida. Despide con un tímido gesto de mano y ella vuelve a sonreír, flotando un poco atrás con el cabello haciendo ondas en su torso, cubriendo de forma intermitente su pecho.

Finalmente se hunde, dejando ver una cola púrpura con brillos lilas y violetas. Suspira, apoyándose en la ventana. Que visita tan bonita. Fue igual de bello que el día anterior, aunque fueron dos totalmente distintas entre sí. Mira al cielo, meditando si habría más desperdigadas por aquí.

Ojalá se pongan a cantar, eso me haría muy feliz, suspira con una sonrisa antes de ir a la cama y echarse. Hyungsik llegó muy tarde, no quiso hacer nada. Jimin no preguntó. Un buen día.

Mermaids WifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora