41. Mar de gustos

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Mira al horizonte con deje triste. Pensando en que hace ya dos meses fue el terrible naufragio del barco donde Jimin estaba. Nadie sobrevivió y a duras penas se ha encontrado dónde quedó el navío hundido. Las corrientes arrastraron prendas y restos humanos que pudieron haber recuperado.

Mete las manos en sus bolsillos y sigue andando. Tal vez debió hacer más por ayudarla. Huir juntos tal vez, soy médico, no hubiera problema. Suspira, recordándola con demasiado detalle. La silueta en forma de reloj de arena, su piel pálida y suave, la sonrisa tímida, sus ojos pequeños y sonrientes.

Era una mujer tan bella. Tan... Especial. No se lo explica. La recuerda cuando bailaron, como sobraba espacio en sus brazos cuando debía rodearla. Su peso ligero, pero justo; la delicadeza, la curiosidad ¡Todo! El mar se lo tragó. Tuvo tantos celos de la tierra, que se apoderó de la mujer tan bella que no esperaba más que poder bailar, ser feliz haciendo eso. Tener una vida tranquila donde mínimamente, no la tratarán mal.

Wonho se pregunta continuamente sí estuvo enamorado de ella. Sus recuerdos al respecto son tan brillantes. Tan bellos. Incluso la tristeza que le dio al enterarse que había muerto. Continúa andando por la costa, pateando arena muy de vez en cuando y sonriendo al ocaso a poco de culminar.

Levanta la mirada, escuchando un canto lleno de fantasía por lo perfecto que es. Las olas rompiendo son incapaces de opacarla. Un ruido que lo incita a buscar su fuente. Acelera el paso a más fuerte se escucha.

Salta un par de rocas y en un tropiezo tonto, resbala tras el rompe olas. Apenas hay costa donde cayó. Nadie cruza por aquí. Se soba la cabeza y luego el brazo. El sonido es tan cercano que continúa y finalmente, llegando a dónde hay pedruscos y entraba a mar abierto la ve: Sentada en una roca, peinándose con los dedos y moviendo la voluminosa cola de colores fríos. contiene el aliento, viéndola con profunda incredulidad. Una marcada de alivio y alegría cuando a gira.

—Jimin. —dice con felicidad, mojándose la ropa por entrar al menos un poco. Es imposible, se vuelve hondo muy rápido y apenas puede nadar como para arriesgarse así.

La sirena le sonríe, ululando y bajando de un salto. Wonho se acuclilla, con Jimin justo frente a él. Le acaricia la mejilla. Apenas fijándose en los senos expuestos por el cabello hacia atrás.

—Encontraste una vida mejor ¿Eh? —Suspira encantado. Jimin acuna la mano grande—. Me alegra... Aunque supongo que no nos veremos de nuevo. —Enuncia con pesar.

Jimin ladea la cabeza. Él me está viendo directamente a mi, sin pensar en nadie más. Wonho estaría bajo el efecto de ese hechizante truco, pero aun así la mira. Ensancha un poco más la sonrisa. Eso quiere decir que la desea precisamente a ella. Da constantes toques, señala un lugar apartado. Jala su brazo para que la deje guiarlo. Con una mala impresión, algo diciéndole que NO lo acepte, simplemente acepta. Encandilado, con ganas de más con ella. Jimin lo sujeta fuertemente y lleva consigo a la pequeña isla que cualquiera alcanza nadando.

Menos Wonho por ser peor que nadie en el agua.

Una vez ahí se quita los zapatos y calcetines, viendo alrededor. Realmente no hay nada y nadie vendría. De un tirón acaba echado en la arena con la sirena encima. Abre los ojos enormemente, recibiendo el beso de esos labios anchos y suaves.

Lleva una mano a su nuca, profundizando el contacto y la otra, a su cadera. La cola lisa y rara, no lo disgusta. Los senos pegados a su pecho ancho y fuerte. Jimin ulula al separarse, ladeando la cabeza con una sonrisa pequeña.

Los hombres no le gustan, pero con Wonho es distinto. Con él estuvo bien. Cómoda y se pregunta ¿Cómo es estar con un hombre que piensa un poco en mí? Sabiendo que sus palabras no se entienden, lo toca en la entrepierna y el luce sorprendido.

Mermaids WifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora