8. Algo de juego

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Suelta aire en un sonido placentero. Dos días de reposo y ahora es imposible no sentirse más fenomenal. Como si ya nada va a molestar más nunca. Metida en la tina, dándose un baño tras tanto sudor y sangre. Las sabanas y pijamas puestas para lavar, el doctor le trajo los veinte libros como prometió y en fin.

Se siente muy feliz de solo pensarlo. Haber despertado y tener ganas de bailar hasta destrozarse las piernas.

Levanta de la tina y toma la toalla para secarse. Se mira en el espejo amplio a un lado y con lentitud deja caer la toalla para verse a sí misma. Tiene marcas rojas y grandes consecuencia del corsé apretado. Cintura estrecha, cadera ancha y no alcanza a ver más antes de cubrirse. Junta los labios colorados y suspira exasperada. No entiende a que viene su repentina curiosidad con respecto a poder verse. Tocarse a sí misma y entender su propio cuerpo.

Claro, Hyungsik lo ha tocado de sobra, pero Jimin no se conoce a sí misma. Quizá ni siquiera a él. Hunde una mano en su propio busto antes de suspirar. Su mente se llena de las imágenes de esas míticas criaturas que la han estado visitando. Cada un diferente a la otra y teniendo una característica que las diferencia, haciéndolas tan especial. Gimotea ante su propio y suave apretón al seno derecho, juntando las piernas y continuar con esa retahíla de pensamientos.

Lo bonitas que son las cinco; sus rostros suaves, sonrientes, la piel tersa con hedor a océano, las melenas de cabello que adornan a cada una. Junta más las piernas con cara de confusión. Su recuerdo ante el busto descubierto, la imagen entera que brindan. Su perfecta imperfección, los cantos tan curiosos que manifiestan un diferente estilo. Una corriente distinta. Levanta de dónde está sentada y camina tambaleante para ir a vestirse. Siente un ligero ardor en sus partes íntimas y desconoce por completo a que se debe.

Temerosa de descubrirlo.

Porque no es un ardor doloroso, sino diferente.

Usa un vestido muy simple de color rojo. Bastante más cerrado a la altura del pecho y decoraciones florales. A tenido un eterno problema y es que su cabello es mortalmente liso. No se riza con absolutamente nada ¿Por qué no usar peluca entonces? Le dan alergia. Por lo que no queda más opción que atarse la negra melena como todas lo hacen y conseguir un estilo extraño por la carencia de rizos o crespos. Recuerda vagamente el esfuerzo que se hizo para intentar crearle rizos. Un fallo total que la dejó encerrada en casa más de un año por la casi calvicie.

— ¿Por qué no avanzamos? —Pregunta una vez llega a la proa donde está Hyungsik y el capitán.

—Aparte de ser un área sin viento, no hay corriente alguna. —Responde el capitán.

—Si no avanzamos para la tarde, ponga a sus hombres a remar. —Ordena Hyungsik y el capitán asiente. Jimin lo sigue por inercia.

— ¿Tenían esta zona marcada así? Eso suelen tenerlo en mapas ¿No es cierto?

—Está es una ruta nueva. Queríamos probarla para saber qué tan rentable resulta usarla para viajes de trabajo—Asiente haciendo un círculo con la boca—. Aparentemente inútil.

—A veces por la noche hay más ráfagas marinas, tal vez sea cosa de avanzar por la noche y descansar por el día—Comenta, recordando algunas cosas en los libros que ha estado leyendo—. Sería una buena-

—Cariño, me estás atormentando—Interrumpe y Jimin guarda silencio—. Deberías cambiarte el peinado. Este se ve muy suelto. Trénzalo más.

Y se aleja. Jimin baja la cabeza y avanza en dirección contraria ¿Hace falta ser así de cortante? Estaba continuando la conversación nada más. Suspira frotando con suavidad su cara para que el maquillaje no se caiga. Que exasperante y solitario se siente todo.

Mermaids WifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora