OO2 | A FARM SEPARATES US

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Clark Kent

Caminaba sin rumbo por las calles tranquilas y desoladas

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Caminaba sin rumbo por las calles tranquilas y desoladas. La vida en el campo siempre era así, tranquila y monótona, mi día a día no tenía nada entretenido por lo que mis ganas de viajar a la ciudad eran cada vez más grandes.

Pero algo en mi se retorcía al imaginarme la vida en la ciudad, alejada de la granja familiar. La idea de dejar a mis padres solos no me gustaba nada, mucho menos conociendo su edad. Simplemente no sabia si podría adaptarme a tanto cambio rotundo.

No había notado el momento en el que mi camino se desvió a la granja vecina, aunque admitía que no me desagradaba demasiado. Allí siempre vivió un joven, algo introvertido, de bellos ojos azules. Mis padres en el pasado solían ser amigos de sus padres, lo que me acercaba al pelinegro, pero luego ambas familias se distanciaron y jamás volví a hablar con él.

Y justamente en este preciso momento mis ojos se encontraron con cierta figura en la lejanía. Estaba cosechando tomates y vestía una camisa leñadora, la cual tenía sus primeros botones abiertos, dejando parte de su pecho a la vista.

Tragué saliva sonoramente, intentando ocultarme entre los cultivos. Su cuerpo era muy fornido y el sudor resbalando por su piel lo hacia todo las ardiente. Mierda, no recordaba que Clark estuviese tan bueno.

Arreglé mi cabello y tomé largas bocanadas de aire antes de encaminarme a la residencia Kent. Mi mente trataba de idear un sin fin de escusas por las que me encontraba allí, junto con alguna conversación agradable para entablar con el pelinegro.

Para que mentir? Siempre me había interesado aquel niño con ojos asustados y cabello oscuro, pero jamás me había animado a tener contacto alguno que no pasara de los saludos. Él era muy diferente a todos los niños que había conocido, se veía especial, y tal vez era por eso que me atraía tanto.

-hola- saludé, tímida. Al oír mi voz el hombre giró su rostro hasta pegar su mirada a la mía. Mi cuerpo tembló al sentir sus ojos recorrerme. Una mirada confundida se instaló en su rostro antes de estirar su mano en mi dirección.

-un gusto, Clark Kent- se presentó. Estreché su mano confusa, acaso no me recordaba?

-Marie Lee- sonreí Cortés -no me recuerdas, cierto?- pregunté, separando mi mano de la suya. Un frío horrible recorrió mi piel ante la ausencia de su contacto. Él pensó unos segundos su respuesta, luego rasco su nuca avergonzado.

-lo siento, no te recuerdo- auch. Ignoré la molestia en mi pecho y sonreí para aliviar la tensión.

-vivo en la granja a unos metros de aquí. Nuestros padres eran amigos hace tiempo, pero después se alejaron- expliqué, brevemente. Él pareció recordarme ya que su mirada se suavizó y una dulce sonrisa adornó su rostro.

-ya te recuerdo, eres la niña que hacia ruido chistosos con sus axilas- rió ligeramente. Solté una carcajada avergonzada al recordar aquello; cuando conocí a Clark era un niño muy serio y se veía triste casi todo el tiempo, por lo que siempre intentaba hacerlo reír, aunque eso me lleve a hacer cosas vergonzosas.

-si, soy yo- asiento. Él soltó una breve risotada antes de recuperar su compostura seria y demandante.

-y...que necesitas?- preguntó, amable. Mordí mi labio inferior con fuerza al notar que no tenia una buena escusa, no podía decirle que simplemente me había acercado para ver sus músculos más de cerca.

-yo...uhm...solo pasaba a saludar- contesté, nerviosa -mis padres me dijeron acerca de lo que le pasó a tu padre, lo siento mucho Clark- me acerqué unos pasos hasta estar a pocos metros de él. Su mirada se apagó y bajó su cabeza, triste -él era un gran hombre...el mundo necesita más personas como él-

Él iba a responder pero una voz lo interrumpió.

-Clark sabes dond...- se interrumpió al verme -Marie Lee...eres tú?- preguntó, con un semblante sorprendido. Me alejé de Clark para acercarme a la adulta mayor

-Martha!- la abracé con una fuerza moderada. Martha siempre había sido como una tía para mí, aún después del distanciamiento con mis padres. Cuando nos separamos la mujer tomó mi rostro entre sus manos, con sus ojos detallando cada rasgo de mi rostro.

-mirate! Estas hermosa!- exclamó -parece que fue ayer cuando jugabas con Clark en el jardín, corriendo de acá para allá- las dos reímos suavemente, recordando aquellos tiempos.

-al menos me recuerdas, Martha, Clark ni siquiera sabía mi nombre- bromeé, lanzando una mirada rápido hacia el anterior nombrado y notando que sus mejillas estaban levemente sonrosadas.

-Clark!- lo miró con reproche en modo de juego, luego volvió su mirada a mi -te parece quedarte a cenar? Prepararé sopa de verduras, tu favorita- me guiñó un ojo. Sonreí agradecida y asentí, jamás podía negarme a una sopa de verduras de Martha.

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Dejé el último plato limpio y seco en su respectivo lugar. La voz de Martha contando una nueva anécdota llenaba la cocina, junto a mis estruendosas carcajadas. Clark se mantenía sonriente mientras nos escuchaba cumpliendo su tarea de limpiar las sobras de comida.

De vez en cuando mi mirada cruzaba con la azulada de Clark, y en cada situación mi cuerpo luchaba con las sensaciones que su mirada me transmitía. Martha parecía notar lo que ocurría entre nosotros ya que siempre que tenia oportunidad me guiaba un ojo, dándome una mirada pícara.

La bocina de un auto a las afueras de la casa nos alertó. Era demasiado tarde para recibir visitas, por lo que me preocupaba que se tratara de una emergencia relacionada con mis padres.

Salimos al pórtico, donde nos encontramos con una pelirroja saliendo del coche y corriendo a los brazos de Clark, mientras respiraba agitadamente. Un alivio me recorrió al notar que no era nada sobre mis padres, aunque algo dentro de mi se retorció al ver la cercanía entre ambos.

Había esperado mucho para acercarme al pelinegro, tanto así que la vida se pasó sin darme cuenta.

Tragué saliva cuando sus labios se unieron en un beso. Martha me dirigió una mirada arrepentida, notando mi dolor; ella siempre había coincido mis sentimientos hacia su hijo, y me indicó que la acompañara al interior de la casa.

Les dirigí una última mirada y suspiré dolida al ver la sonrisa feliz en el rostro del joven. Aquella noche aprendí que esperar demasiado puede provocar la perdida de muchas oportunidades.

Y yo había perdido mi oportunidad con Clark Kent.

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Voy a intentar actualizar todos los días para darles más de estas pequeñas historias ♡.

❝𝗢𝗡𝗘 𝗦𝗛𝗢𝗧𝗦❞  HENRY CAVILLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora