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-es imposible- negué con la cabeza, mientras mi voz temblaba y mis pasos retrocedían. No podía ser Real lo que aquella mujer decía, él no podía ser el enemigo, él no podía ser un maldito impostor. August Walker nosengañó a todos.
Una mano se dirigió a mi boca mientras reprimía algunos insultos. Mi cabeza negaba casi frenéticamente, como si estuviera en automático mientras mi mirada denotaba toda la confusión y decepción que sentía. Él no podía haberme mentido, el aseguró quererme, también me engañó?
-lo lamento, Sol, sé de la estrecha relación que forjaron. Pero lastimosamente es así, August Walker nos engañó a todos- repitió aquellas palabras que se habían clavado como dagas en mi pecho. Por instinto llevé una mano a mi barriga mientras las arcadas amenazaban con salir a flote.
Busqué el cesto más cercano, ya que al baño no llegaba, y expulse todo lo que había comido esa mañana. La furia y el dolor estaban cobrando factura en mi organismo, haciéndome vomitar lo ingerido solo por mi malestar emocional tan repentino.
Los problemas apenas comenzaban en mi vida y eso era algo a lo que no estaba preparada para afrontar.
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Las dos rayas en el test se hicieron presente, al igual que el temblor en mis manos. No llores, no llores, me repetía, pero que difícil me estaba resultando cumplirlo. Había solo dos culpables en todo esto; yo y el jodido August Walker.
Ahora mismo estaba odiándome por ser tan poco prudente y siempre pensar con mi lado lujurioso cuando se trataba de estar junto a él. Siempre solía cuidarme en mis actos sexuales, pero con August era todo tan salvaje y placentero que se nos olvidaba hasta eso. Y aquí estaba la consecuencia.
Eché mi espalda contra la pared del cubículo mientras cubría mi boca con la mano y ahogaba algunos sollozos. Yo, Sol Hunt, ahora sería madre soltera luego de la desaparición de mi ahora prófugo amante, quien seria el padre de mi bebé.
Recordé la furia con la que papá hablaba sobre él y su huida luego de notar su derrota. Ethan Hunt no se rendiría hasta encontrarlo y matarlo, lo que me preocupaba porque además de quererlo también me hallaba conectada a él gracias al pequeño ser creciendo en mi útero.
Imaginé la mueca de decepción y enojo que se formaría en la cara de mi querido padre al saber el nombre de quien me dejó embarazada. Pero ahora eso parecía quedar en segundo plano, puesto que todas mis preocupaciones estaban dirigidas al hombre al que alguna vez aseguró quererme y ahora se hallaba desaparecido frente a las autoridades.
