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Enola observó por la ventana como un carruaje de poco lujo se situaba frente a la estancia perteneciente a su hermano. Sonrió con alegría al ver a la joven descender de él, al parecer había recibido la carta y tuvo intenciones de ayudarla.
Danielle caminaba por el pasto de la entrada de la residencia Holmes, sosteniendo sus libros con una mano y con la otra tomando el dobladillo del vestido para que no se ensucie con la tierra bajo sus pies.
La adolescente sonrió emocionada y corrió escaleras abajo para dar la bienvenida a su amiga. Había conocido a Danielle durante la búsqueda de su madre. La muchacha la había ayudado y hospedado en su hogar durante un corto tiempo antes de que Enola tuviese que partir. En ese corto tiempo juntas descubrió que Danielle era una maestra privada que daba clases en las residencias de sus alumnos.
Luego de que Sherlock decidiera tomar a su cargo la tutoría de Enola, el mayor comenzó con el trabajo de buscar un instructor para su hermana, sin esperar que ella ya estuviera enviando una carta hacia quien sería su instructora a partir de ahora.
-Enola, que ocurre?- preguntó Sherlock, sentado en un elegante sofá mientras leía un libro, viendo la emoción de la menor Holmes. Enola simplemente lo ignoró y pasó por su lado, en dirección a la puerta. El detective frunció el ceño y quiso continuar con su lectura pero las voces femeninas en el exterior llamaron su atención.
Se inclinó para mirar por la ventana, preso de la curiosidad. Visualizó a Enola abrazada de una dama castaña que no había visto nunca antes. La chica levantó el rostro y en ese momento Sherlock quedó totalmente anonado por la belleza que poseía. Quizá presentaba rasgos comunes y un andar algo torpe, pero eso no quitaba lo hermosa que era.
Recuperó la postura y carraspeó un poco para actuar con normalidad al oír como ambas damas ingresaban al interior de la residencia.
-...no esperaba que respondieras a mi carta. Creí que estarías muy ocupada con tus demás alumnos- dijo Enola, observándola con una sonrisa. Sherlock prestó atención a su conversación, completamente interesado en Danielle.
-bueno, ningún alumno es más importante que mi dulce Enola- respondió. Su voz dulce y suave puso piel de gallina en el hombre. Él quería atención por parte de la señorita por lo que volvió que carraspear, llamando la atención de ambas.
-Danielle, te presento a Sherlock, mi hermano y ahora tutor- el último nombrado se levantó de su asiento con una sonrisa cortés. Danielle se acercó con un leve sonrojo en sus mejillas, estirando la mano en su dirección.
-un placer conocer al investigador más reconocido del condado- habló ella. Sus manos se tocaron en un saludo formal, disfrutando de la suavidad y calidez que proporcionaba su toque. Se separaron con lentitud, no queriendo hacerlo. Enola notó rápidamente la tensión entre los adultos y sonrió para sus adentros, le agradaba Danielle para su hermano y viceversa.
Sherlock sonrió mostrando los dientes al oírla.
-es un placer para mí también conocer a una dama tan hermosa como usted, señorita Danielle- la mujer se sonrojó aún más y decidió girar para encarar a Enola antes que el hombre notara su rubor.
Enola le dirigió una rápida mirada a su hermano antes de guiar a su nueva institutriz hasta la habitación donde comenzaría con sus clases particulares. Antes de irse junto a Danielle, Enola le susurró a su hermano.
-te ayudaré a conquistar a mi instructora a cambio de que me obsequies una nueva bicicleta- susurró ella -pero te advierto que si la lastimas te las verás conmigo- le dió una mirada severa y prosiguió a perderse entre los pasillos de la morada. Sherlock suspiró, aún bajo los efectos del impacto que aquella mujercita tuvo en él.
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El investigador abrió sus ojos, con los rayos de sol golpeando con su rostro. Una pequeña sonrisa se marcó en su rostro somnoliento al ver a Danielle junto a él. Su espalda desnuda al descubierto, su rostro denotando paz absoluta mientras dormía, sus labios apenas entreabiertos, todo le parecía perfecto al pelinegro que la veía con puro cariño y ternura.
Dirigió su mano hacia la espalda de la chica y acarició la piel desnuda suavemente, con la yema de sus dedos. Los vellos de la chica se pararon, causándole escalofríos al sentir las manos del hombre sobre ella. Él se Inclinó y besó su hombro, sacándole una sonrisa adormilada a la instructora.
-buenos días- murmuró él, sonriente. Ella extendió su mano y acarició la mejilla del ojiazul, él aprovechó y besó la palma de su mano. Danielle soltó un fuerte suspiro relajada y sostuvo la sábana contra su cuerpo mientras giraba hasta que su mirada se encontró con el techo.
Habían pasado una increíble noche juntos. No era la primera vez, ya habían tenido algunos encuentros antes, pero ahora todos sus sentimientos y emociones estaban reflejados en sus acciones. Habia florecido un bello romance entre ellos, donde se veían implicados sentimientos tales como el amor y cariño que ambos se tenían.
Sherlock la atrajo hacia el y hundió su rostro sobre su cuello, dejando mojados besos allí. Danielle acarició su cabello, enredando las hebras de pelo entre sus largos y delgados dedos.
Estaban disfrutando de un cálido momento juntos cuando Enola abrió la puerta bruscamente, arrepintiéndose al instante de sus acciones. La adolescente soltó un chillido mientras los adultos cubrían mejor su desnudez, presos de la vergüenza y nerviosismo de haber sido descubiertos.
-oh Dios, Sherlock, dormiste con mi institutriz!- la joven carraspeó -quiero decir. Oh Dios, Danielle, dormiste con mi hermano!-
-Enola, debes tocar antes de entrar!- exclamó el tutor, hundiendo su cara en la almohada, queriendo huir de aquel humillante momento. La joven restó importancia a la situación y rió ligeramente, tomando el rostro del mayor de los Holmes y atacando sus labios con dulzura, intentando apaciguar la tensión del momento.
Se separaron y unieron sus frentes, completamente atrapados en la mirada del otro.
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Este es un pedido de Jack_Danielle que decidíincorporar al maratón. Disfruten ✨
