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Habían pasado casi seis años. Solamente se habían visto un par de veces, al principio, pero luego se vieron obligados a separarse definitivamente hasta el día que él acabase sus estudios.
Desafortunadamente la espera se hizo muy larga y, durante la estadía de Henry en la universidad, Lisa conoció a un hombre. Nunca lo quiso ni le gustó, todo se trababa de algo forzado por sus padres. Lisa no tenia permitido estudiar, sus padres solo le habían enseñado lo que una buena ama de casa sabe hacer; limpiar y cocinar.
Cuando conoció a Henry él se encargó de enseñarle cada cosa que aprendía en la escuela. Notaba en ella el entusiasmo por aprender y ser independiente, y es por eso mismo que siempre esperó con ansias el día para escapar juntos y comenzar una vida juntos.
Desafortunadamente el destino no parecía quererlo así. Henry había enviado numerosas cartas a su amada durante los últimos meses, y ninguna había sido respondida. Y es que mientras Henry estaba preocupado por la castaña que robó su corazón, preguntándose qué estaba ocurriendo, porqué no le respondía? Ella estaba viviendo una verdadero infierno en su casa, donde prácticamente la tenían de sirvienta.
Sus padres se habían enterado de la relación entre ambos al recibir una de las cartas donde Cavill le contaba lo mucho que la extrañaba y cuanto ansiaba estar con ella, hundiéndose en la pasión cada noche juntos. Ella no pudo negar nada ni excusarse, y es por eso que ahora recibía un castigo; el matrimonio con aquel hombre que no amaba.
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Henry descendió del tren, sintiéndose solo y vacío al notar que nadie lo estaba esperando en la parada de trenes. Sus padres habían muerto recientemente y desde entonces se sentía solo y decaído, puesto que la última carta que había recibido de su amada era la de sus condolencias.
Llegó a casa y odió con todo su corazón la frialdad de la morada. Todo estaba tan viejo y descuidado. Pero ese era su último problema en este momento, su cabeza daba vueltas preguntándose por Lisa.
Se acercó al alambrado, donde siempre solían compartir miradas y sonrisas, y se sorprendió al ver el lujoso auto que estaba estacionado fuera de la residencia de su amante. Poco tiempo esperó antes que Lisa saliera, despistada y angustiada, a tomar aire por unos segundos.
Sus miradas chocaron. El aliento quedó atascado en la garganta de Henry, mientras que ella sentía que moría en ese mismo momento. Estaba ahí, su amado, su amigo, su Henry...estaba ahí, por fin.
Pero antes de que pudiesen acercarse, un hombre salió de la casa de Lisa, acercándose peligrosamente a ella y besando su mejilla. Se notaba a millas lo adinerado que era aquel sujeto, pero aquello no intimidó al pelinegro. Hasta que observó como él besaba los labios de su chica, sintiendo su corazón romperse con el pasar de los segundos. Dió una última mirada antes de dirigirse a su hogar. Ella no había podido esperarlo, y no la culpaba, pero nunca creyó que dolería tanto.
