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A una manzana de la casa de la fraternidad, las calles están oscuras y silenciosas. Las demás casas de fraternidades no son tan grandes como la de Lauren. Al cabo de una hora y media de caminar consultando el GPS de mi móvil como una posesa, por fin llego al campus.

Totalmente sobria ya, pienso que, en vista de la hora que es, casi es mejor que ya no me acueste, de modo que entro en el 7-Eleven por un café.
Cuando la cafeína hace su efecto me doy cuenta de que hay muchas cosas que no entiendo de Lauren. Como por qué está en una fraternidad con un montón de niños de papá cuando ella es una idiota, y por qué pasa de un extremo a otro tan rápidamente.
Sin embargo, son sólo cavilaciones teóricas, ya que ni siquiera sé por qué pierdo el tiempo pensando en ella, y después de lo de esta noche definitivamente no voy a seguir intentando hacerme amiga suya.

No me puedo creer que la haya besado.
Ése ha sido, posiblemente, el peor error que podría haber cometido, y en el instante en que he bajado la guardia, me ha atacado con mayor crudeza que nunca. No soy tan ingenua como para pensar que no se lo va a contar a nadie, pero espero que la vergüenza de confesar a la gente que ha besado a la «virgen» haga que mantenga la boca cerrada. Si alguien me pregunta, lo negaré hasta la muerte.

Tengo que pensar en una buena explicación que darles a Shawn y a mi madre por mi comportamiento de anoche. No por lo del beso, obviamente, de eso no se van a enterar jamás, sino por estar en una fiesta. Otra vez. Pero también debo mantener una charla muy en serio con Shawn acerca de lo de ir contándole a mi madre las cosas.
Ahora soy una persona adulta, y no hace falta que sepa lo que hago en todo momento.

Cuando llego a la puerta de mi habitación, me duelen las piernas y los pies, y suspiro de alivio cuando giro el pomo.
No obstante, casi me da un ataque al corazón cuando veo que Lauren está sentada en mi cama.
—¡Venga ya! —digo medio gritando cuando por fin recupero la compostura.

—¿Dónde estabas? —pregunta tranquilamente—. He estado dando vueltas con el coche intentando encontrarte durante casi dos horas.

«¿Qué?»

—¿Cómo? ¿Por qué?
Si iba a hacer eso, ¿por qué no se ha ofrecido a llevarme a casa antes? Y lo que es más importante, ¿por qué no se lo he pedido yo en cuanto me he enterado de que no había bebido alcohol?

—Es que no me parece buena idea que andes por ahí de noche, sola.

Y ante el hecho de que ya soy incapaz de interpretar sus expresiones, y de que Bella esté vete tú a saber dónde, y de que me encuentro a solas con ella, con la persona que parece suponer el verdadero peligro para mí, lo único que puedo hacer es echarme a reír.

Es una risa nerviosa, frenética, poco típica de mí. Desde luego no me estoy riendo porque me haga gracia la situación, sino porque estoy demasiado agotada mentalmente como para hacer otra cosa.
Lauren me mira con el ceño fruncido, y eso hace que me ría más fuerte aún.

—Lárgate Lauren. ¡Lárgate!

Ella me mira y se pasa las manos por el pelo. Al menos eso me da alguna pista. En el poco tiempo que conozco a esta mujer tan frustrante llamada Lauren Jauregui, he aprendido que cuando hace eso es porque algo la estresa o porque se siente incómoda. Ahora mismo espero que sean las dos cosas.

—Camille, yo... —empieza, pero unos terribles golpes en la puerta y unos gritos interrumpen sus palabras.

—¡Camila! ¡Karla Camila Cabello, abre la puerta ahora mismo!

Mi madre. Es mi madre. A las seis de la mañana. Y hay un chica con aspecto que no es de su agrado, en mi habitación. Además de todo Lauren ahora sabe mi primer nombre.

Después de ella [Camren G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora