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Maratón 3/?

Después de que Bella me depila las cejas, cosa que duele mucho más de lo que nunca habría imaginado, me da una vuelta completa y se niega a que me vea hasta que termine. Intento ignorar el gusanillo que siento en el estómago mientras ella me echa los polvos sobre la cara. Le recuerdo una y otra vez que no se pase con el maquillaje, y ella me promete una y otra vez que no lo hará.
Me cepilla el pelo y me lo riza antes de cubrir mi cabeza y media habitación con fijador.

—Maquillaje y pelo: ¡listos! Vamos a que te cambies, y luego podrás verte. Tengo unas cuantas cosas que te quedarán bien.

Es evidente que se siente orgullosa de su trabajo. Yo tan sólo espero no parecer un payaso.

Mientras la sigo hasta el armario, intento mirarme de reojo en el pequeño espejo, pero ella me aparta de un tirón.

—Toma, ponte esto —me dice descolgando un vestido negro de una percha —¡Tú, fuera! —le grita a Tristan, y él se ríe, pero tiene el detalle de marcharse de la habitación.
El vestido no lleva tirantes y me parece tremendamente corto.

—¡No voy a ponérmelo!

—Vale... ¿Qué tal éste entonces?

Saca otro vestido negro. Debe de tener al menos diez. Éste me parece más largo que el anterior y lleva dos tirantes anchos. El escote me preocupa, porque tiene forma de corazón y no tengo el pecho grande, al contrario que Bella.

Al ver que me paso demasiado tiempo observándolo, ella suspira.

—Tú pruébatelo, ¿vale?

Cedo y me quito el cómodo pijama, lo doblo y lo apilo con esmero. Ella me mira con los ojos en blanco, de broma, y sonrío mientras meto las piernas por el vestido. Me lo subo y ya lo noto un poco justo antes siquiera de cerrar la cremallera.
Bella y yo tenemos una talla similar, pero ella es más alta y yo tengo más curvas. La tela despide un ligero brillo y es muy sedosa. De largo, el vestido me llega hasta la mitad del muslo. No es tan corto como imaginaba, pero es lo más corto que yo me pondría jamás. Me siento casi desnuda con las piernas tan expuestas.
Intento estirar la tela un poquito
hacia abajo.

—¿Quieres unas medias? —me pregunta.

—Sí, me siento tan... desnuda. —Me río. Ella rebusca en un cajón y saca dos pares de medias diferentes—. Éstas son negras lisas y éstas tienen un estampado de encaje.

Las medias de encaje me parecen demasiado, sobre todo teniendo en cuenta que debo de llevar unos cuatro kilos de maquillaje encima. Cojo las lisas y me las deslizo por las piernas mientras Bella busca unos zapatos en el armario.

—¡No sé llevar tacones! —le recuerdo.
No sé, literalmente, parezco un pato mareado con ellos.

—Bueno, tengo tacones bajos o cuñas. Mila, lo siento, pero tus Toms no quedan bien con este vestido.

La miro con el ceño fruncido, en broma. No tengo ningún problema con llevar los Toms a diario.
Ella saca un par de tacones negros con pedrería plateada en la parte delantera, y debo admitir que me llaman la atención. No sería capaz de ponérmelos, pero por una vez desearía poder hacerlo.

—¿Te gustan éstos?

Asiento.

—Sí, pero no voy a saber llevarlos —le digo, y ella frunce el ceño.

—Que sí, ya lo verás, se abrochan alrededor del tobillo para que no te
caigas.

—¿Para eso sirven las tiras?— pregunto.

Después de ella [Camren G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora