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El viaje es extraño. Sujeto mi ropa sobre el regazo y miro por la ventanilla, a la espera de que Lauren rompa el silencio que reina entre nosotros.
No parece tener intención de hablar, así que saco el móvil del bolso. Está apagado; debió de acabarse la batería anoche. Intento encenderlo de todas formas y la pantalla cobra vida. Me alegra comprobar que no tengo mensajes de voz ni de texto. El único ruido que se oye en el coche es el de la llovizna y el chirrido de los limpiaparabrisas.

—¿Sigues enfadada? —pregunta por fin cuando llegamos al campus.

—No —miento. Enfadada no sería la palabra, sino más bien herida.

—Pues no lo parece. No te comportes como una niña.

—Ya te he dicho que no. Me da exactamente igual que vayas a dejarme en la residencia para ir a acostarte con Halsey. —Las palabras escapan de mi boca antes de que pueda detenerlas.

Odio sentirme así por lo suyo con Halsey. Me pongo del revés sólo de imaginarlas juntos.
Además, ¿qué es lo que tiene de especial? ¿El pelo rosa? ¿Tatuajes?

—No voy a hacer eso. Aunque tampoco es que deba importarte —espeta.

—Ah, pues te ha faltado tiempo para responder al móvil cuando estaba a punto de..., bueno, ya sabes —murmuro.

Debería haberme mordido la lengua. No quiero pelearme con Lauren. Sobre todo cuando no sé cuándo volveré a verla. Ojalá no hubiera dejado la clase de literatura.
Me saca de mis casillas, de todas y cada una de ellas.

—No es lo que crees, Camilla —dice.

«¿Ya estamos otra vez con lo de Camilla?»

—¿En serio, Lauren? Porque a mí me parece que sí. De todas formas, me importa un pimiento. Sabía que esto no duraría —admito por fin, ante ella y ante mí.

La razón por la que no quería irme de la casa de su padre es que sabía que, en cuanto Lauren y yo estuviéramos solas, volveríamos a esto. Siempre pasa lo mismo.

—¿Qué no duraría?

—Esto... Nosotros. Que te portes bien conmigo. —No me atrevo a mirarla;
así es como consigue siempre hacer conmigo lo que quiere.

—Y ¿ahora qué? ¿Vas a evitarme durante otra semana? Ambas sabemos que, para cuando llegue el fin de semana que viene, volverás a estar en mi cama —me suelta.

No pudo haber dicho eso.

—¡¿Perdona?! —grito.

Me he quedado sin palabras. Nadie me ha hablado nunca de esa forma, nadie me ha tratado nunca con tan poco respeto como ella.
Las lágrimas comienzan a emanar de mis ojos cuando aparca el coche.
Antes de que me responda, abro la puerta, cojo mis cosas y salgo corriendo hacia la residencia.
Cruzo por la hierba empapada, y me maldigo por no haber ido por la acera, pero tengo que alejarme de Lauren todo lo posible. Cuando me dijo que me deseaba, quería decir sexualmente. Ya lo sabía, pero duele asimilarlo.

—¡Camila! —la oigo gritar.

Uno de los tacones de Bella cae al suelo, pero sigo corriendo. Iré a comprarle otro par.

—¡Joder, Camila! ¡Para! —vuelve a gritar.

No esperaba que me siguiera. Me obligo a correr más deprisa y por fin llego al edificio, donde recorro el pasillo a toda velocidad. Cuando llego a mi habitación, estoy llorando a lágrima gorda.
Abro la puerta y cierro de un portazo.
Las lágrimas se mezclan con las gotas de lluvia, y me doy la vuelta para buscar la toalla de baño para secarme...

Después de ella [Camren G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora