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Lauren da un portazo justo cuando termino de subir la escalera. Giro el pomo, esperando encontrarme la puerta de su habitación cerrada, pero se abre.

-Lauren, ¿estás bien? -pregunto sin saber qué otra cosa decir.

Me responde cogiendo la lámpara de la mesilla de noche y estampándola contra la pared. La base de cristal se hace añicos. Doy un salto y grito sin querer. De dos zancadas, llega al escritorio, coge el pequeño teclado, lo arranca del ordenador de sobremesa y lo estrella contra el suelo.

-¡Lauren, para, por favor! -exclamo.

No me mira pero lanza el monitor contra el suelo y empieza a gritar.

-¿Por qué? ¿Por qué, Camila? ¡Pueden permitirse comprar otro puto ordenador!

-Tienes razón -digo, y piso el teclado, aplastándolo un poco más.

-Pero ¿qué haces? -pregunta cuando lo cojo y lo estrello de nuevo contra el suelo.

No estoy muy segura de lo que estoy haciendo, pero el teclado ya está roto
y ahora mismo es lo mejor que se me ocurre.

-Te estoy ayudando -le digo, y la confusión le cruza la mirada. Luego parece que va a echarse a reír.

Cojo el monitor y lo arrojo por la ventana. Levanto otra cosa para lanzar, sonríe y me detiene antes de que lo tire. Me lo quita de las manos y lo deja de nuevo sobre el escritorio.

-¿No estás enfadada conmigo por haberle gritado a mi padre? -me pregunta cogiéndome la cara entre las manos y acariciándome las mejillas con los pulgares mientras sus ojos verdes se funden con los míos.

-No. Tienes derecho a expresarte. Nunca me enfadaría por eso.-
«¿Acaba de pelearse con su padre pero lo que lo preocupa es que yo me enfade con ella?» -. A menos que estés siendo odiosa sin motivo, pero en este caso no es así.

-Vaya... -dice sorprendida.

Sin embargo, la pequeña distancia que separa nuestros labios es demasiado tentadora. La acorto y pego la boca a la suya. De inmediato la abre y el beso se vuelve más profundo. Mis dedos se enroscan en su pelo, gime y yo tiro con más fuerza. La ira se desvanece como una ola al llegar a la orilla. La empujo ligeramente y me vuelve para que me apoye en el escritorio. Me coge de las caderas y me sienta encima.

«Soy su distracción.»

La idea de ser lo que Lauren precisa hace que me sienta necesitada de un modo que desconocía.
Me siento más real, fundamental en su vida, y echo la cabeza atrás mientras la tengo entre las piernas y su lengua baila con la mía.

-Más cerca -gime en mi boca.
Sus manos me cogen por la corva de las rodillas y tiran hasta que estoy sentada justo en el borde.
Me agarro a sus vaqueros y separa nuestras bocas. -¿Qué...? -dice mirándome con una ceja enarcada.

Debe de pensar que estoy loca. Primero vengo a ayudarla a romper cosas y ahora intento desnudarla. Es posible que lo esté, pero ahora mismo no me importa. Lo único que importa son las sombras curvas en la clavícula de Lauren, bañada por la luz de la luna que entra por la ventana, el modo en que me coge la cara como si fuera muy frágil a pesar de que hace unos minutos estaba dispuesta a romper todo lo que hay en la habitación. Le respondo sin palabras enroscando las piernas en su cuerpo y estrechándola con fuerza.

-Creía que ibas a entrar hecha una furia y a mandarme al diablo -sonríe, y apoya la frente en la mía.

-Pues te has equivocado -replico con una sonrisa de satisfacción.

-Mucho. No quiero volver a bajar esta noche -me dice estudiando mi reacción.

-Me parece bien. No tienes por qué.

Después de ella [Camren G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora