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Maratón 4/?

Nunca he sido deportista, pero voy a tope de adrenalina y corro de prisa. Llego al final de la calle pero empiezo a cansarme. ¿Adónde diablos voy? No recuerdo cuál es el sendero que cogí la última vez para volver a la residencia y, como una estúpida, me he dejado el móvil en la habitación. Por demostrarme no sé qué a mí misma. Porque soy independiente y no necesito a Lauren.

Lauren, que me pisa los talones y grita:

—¡Camila, para!

Y me paro. Freno en seco.

«¿Por qué huyo de ella? Es ella quien tiene que explicarme por qué sigue jugando conmigo de este modo.»

—¿Qué te ha dicho Zed?

«¿Perdona?»

Me vuelvo para mirarla. La tengo sólo a unos metros y su expresión es de sorpresa. No esperaba que parase de correr.

—Oye... —Por una vez se ha quedado sin habla—. ¿Qué te ha contado Zack?

—Nada. ¿Acaso tiene algo que contarme?

Doy otro paso hacia ella, ahora estamos frente a frente. El cabreo me llega en oleadas.

—Lo siento, ¿vale? —dice en voz baja.

Me mira a los ojos y estira la mano para coger la mía, pero la aparto.
Aunque no responde a mi pregunta sobre Zack, estoy demasiado cabreada para que me importe.

—¿Que lo sientes? ¿Lo sientes? —repito, y mi voz suena a carcajada.

—Sí, lo siento.

—Vete al infierno, Lauren.

Echo a andar pero me coge del brazo. Es la gota que colma el vaso. Mi mano levanta el vuelo y la abofeteo, con fuerza. Me sorprende mi propia violencia tanto como a ella y casi quiero disculparme por haberle pegado, pero el daño que me ha hecho supera con creces una mejilla colorada.
Se lleva la mano a la cara y se frota lentamente la piel enrojecida. Me mira. La ira y la confusión brillan en sus ojos.

—Pero ¿qué mierda te pasa? ¡Tú has besado a Zack primero! —me grita.

Pasa un coche y el conductor nos mira, pero me da igual. Me da igual si montamos una escena.

—Pero ¿cómo tienes la cara de echarme a mí la culpa? ¡Me has mentido y has jugado conmigo como si fuera estúpida! Justo cuando empezaba a pensar que podía confiar en ti, ¡vas y me humillas! Si lo que querías era estar con Halsey, ¿por qué no me has dicho que te dejara en paz? Pero no, en vez de eso, me vienes con el cuento de que quieres más y me suplicas que pase la noche contigo, ¡sólo para utilizarme! ¿Por qué? ¡¿Qué te has ganado aparte de una mamada?! —le grito. La palabra suena rara saliendo de mi boca.

—¿Qué? ¿Eso crees que estaba haciendo? ¿Crees que te estaba utilizando? —replica.

—No. No es que lo crea, es que lo sé. Pero ¿sabes qué? Se acabó. Estoy harta, estoy más que harta. ¡Cambiaré de residencia si es necesario con tal de no tener que volver a verte!

Lo he dicho muy en serio. No necesito que esta gente me amargue más la
vida.

—Estás exagerando —dice como si nada, y me cuesta muchísimo no volver a cruzarle la cara.

—¿Que estoy exagerando? No les has hablado a tus amigos de nosotros, no me dijiste que había una fiesta y luego me dejas tirada en el aparcamiento como a una imbécil y te vas con Halsey. ¡Con Halsey! Entonces vengo aquí y me la encuentro sentada en tu regazo, y encima vas y la besas delante de mis narices, Lauren. Creo que mi reacción está más que justificada — digo, aunque mi voz acaba siendo un suspiro hastiado.

Después de ella [Camren G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora