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Dejamos de besarnos y me siento a los pies de la cama. Lauren me sigue y se acomoda junto a la cabecera.

—Bueno, ahora cuéntame con quién te has peleado —digo—. ¿Con Zack?

Me da miedo la respuesta.

—No. Ha sido con unos tipos que no conocía.

Es un gran alivio que no haya sido con Zack pero entonces asimilo lo que ha dicho.

—Espera, ¿con unos? ¿Cuántos eran?

—Tres... o cuatro. No estoy segura —se ríe.

—No tiene gracia. Y ¿por qué te has peleado?

—No lo sé... —Se encoge de hombros—. Estaba furiosa porque te habías marchado con Zack. En aquel momento parecía buena idea.

—Pues no lo era, y mira cómo te han dejado. —Frunzo el ceño y ella ladea la cabeza con expresión perpleja—.¿Qué?

—Nada... Ven aquí —dice, y extiende los brazos.

Asciendo por la cama, me siento entre sus piernas y me apoyo en su pecho.

—Perdona lo mal que te he tratado... que te trato —me susurra al oído.

Un escalofrío me recorre el cuerpo al sentir su aliento en mi oreja y oír su disculpa. No he tenido que arrancársela.

—No pasa nada. Bueno, sí que pasa, pero te daré otra oportunidad.

Espero que no haga que me arrepienta. No creo que pueda soportar más su rollo de «ahora sí, ahora no».

—Gracias. Sé que no me la merezco. Pero soy lo bastante egoísta para aceptarla —dice con la boca en mi pelo.

Me rodea con el brazo. Estar sentada así con ella se me hace extraño y
nostálgico a la vez.
Permanezco en silencio y me vuelve un poco los hombros para verme la cara.

—¿Qué pasa?

—Nada —digo—. Es que me da miedo que vuelvas a cambiar de opinión.
Quiero lanzarme de cabeza a la piscina, pero me aterra la posibilidad de que no haya agua, ¿me entiendes?

—No lo haré. Nunca he cambiado de opinión, sólo luchaba contra lo que sentía por ti. Sé que ya no crees en mis palabras, pero quiero ganarme tu confianza. No volveré a hacerte daño —me promete al tiempo que apoya la frente en la mía. Hay convicción en esa promesa.

—No, por favor no lo hagas más —le suplico. Me da igual sonar patética.

—Te quiero, Camila —dice, y el corazón se me sale del pecho.

Las palabras suenan perfectas en sus labios y haría lo que fuera por volver a oírlas.

—Te quiero, Lauren.

Es la primera vez que ambas lo decimos sin tapujos, y tengo que luchar contra el pánico que me entra al pensar en la posibilidad de que vuelva a retirar sus palabras.
Aunque lo haga, siempre me quedará el recuerdo de este momento, de cómo me han hecho sentir.

—Dilo otra vez —susurra, y me vuelve del todo para que estemos frente a frente.

En sus ojos veo más vulnerabilidad de la que nunca creí posible en ella. Me pongo de rodillas y le cojo la cara entre las manos. Con los pulgares acaricio la sombra incipiente que cubre su rostro perfecto. Lo diré cuantas veces haga falta hasta que se crea que merece que alguien la quiera.

—Te quiero —repito, y cubro sus labios con los míos.

Lauren gime agradecida, y su lengua roza la mía con ternura. Cada vez que la beso es distinto, como si fuera la primera vez. Ella es la droga de la que nunca tengo suficiente. Me abraza por la cintura y me estrecha hasta que no queda espacio entre nuestros pechos. La cabeza me dice que me lo tome con calma, que la bese despacio y que saboree cada segundo de esta dulce calma. Pero mi cuerpo me dice que la agarre del pelo y le arranque la camiseta.

Después de ella [Camren G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora