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Cuando me despierto, tardo un segundo en recordar que no estoy en la cama con Lauren.

El sol brilla pacíficamente en la ventana y de repente veo que hay alguien. Me incorporo a toda velocidad para orientarme. Mis ojos se acostumbran a la luz y estoy segura de que he perdido la cabeza.

—¿Lauren? —digo en voz baja restregándome los ojos.

—Hola —responde desde su sillón orejero, con los codos apoyados en las rodillas.

—¿Qué demonios haces tú aquí? —salto. Me duele el corazón.

—Camila, tenemos que hablar —dice. Tiene unas bolsas enormes bajo los ojos.

—¿Has estado observándome mientras dormía? —pregunto.

—No, claro que no. Acabo de llegar —repone.

Me pregunto si ha tenido pesadillas sin mí. Si no las hubiera visto en vivo y en directo, pensaría que son parte de sus jueguecitos, pero recuerdo su cara sudorosa entre mis manos y la mirada de pánico en sus ojos verdes.

Me quedo callada. No quiero discutir con ella. Sólo quiero que se vaya.
Bueno, lo cierto es que no quiero que se vaya y la odio, pero tiene que irse.

—Tenemos que hablar —repite.

Cuando niego con la cabeza, se pasa las manos por el pelo e inspira hondo.

—Tengo clase —le digo.

—Landon ya se ha ido. Te he quitado la alarma del móvil. Ya son las once.

—¡¿Que has hecho qué?!

—Estuviste despierta hasta tarde y creía que... —empieza a decir.

—¿Cómo te atreves a...? Vete.

Tengo muy reciente el dolor que me causó ayer con su comportamiento, tanto que supera la rabia que me da haberme perdido las clases de la mañana, pero no puedo dar señales de debilidad o las aprovechará para atacarme. Como hace siempre.

—Estás en mi habitación —señala.

Salto de la cama sin importarme no llevar encima nada más que una camiseta, su camiseta.

—Tienes razón, ya me voy —asiento con un nudo en la garganta y los ojos a punto de llenárseme de lágrimas.

—No, lo que quería decir es que estás en mi habitación, ¿por qué estás en mi habitación? —dice con la voz quebrada.

—No lo sé, sólo es que... Sólo... No podía dormir —confieso. Tengo que cerrar el pico—. En realidad no es tu habitación. He dormido aquí tantas veces como tú. De hecho, alguna más —puntualizo.

—¿No te cabía tu camiseta? —pregunta con la mirada fija en la camiseta blanca. Ahí está, burlándose de mí.

—Adelante, búrlate de mi—digo con las lágrimas agolpándose en mis párpados.

Me mira pero aparto la vista.

—No me estaba burlando de ti. —Se levanta del sillón y da un paso hacia mí. Retrocedo y levanto las manos para impedirle que siga avanzando—. Sólo escúchame, ¿quieres?

—¿Qué más tienes que decir, Lauren? Siempre hacemos lo mismo. Tenemos la misma pelea una y otra y otra vez, sólo que cada vez es peor. No lo aguanto más. No puedo.

—Ya te he pedido disculpas por haberla besado —dice.

—No es eso. Bueno, en parte sí que lo es, pero hay mucho más. El hecho de que no lo veas me demuestra que estamos perdiendo el tiempo. Nunca serás quien necesito que seas, y yo no soy lo que quieres que sea.

Después de ella [Camren G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora