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Cuando llegamos a la residencia me desplomo sobre la cama. Sigo enfadada con Lauren, aunque no tanto como antes. No quiero que Jace me preste más atención que la justa y necesaria, pero conocerlo no ha servido sino para hacer que mi mente plantee más preguntas que sé que Lauren no quiere siquiera oír.

-De verdad que lo siento. No pretendía herir tus sentimientos -dice.

No la miro porque sé que me ablandaré al instante. Debe saber que no voy a consentir que me haga cosas como ésta.

-¿Todavía... todavía quieres estar conmigo? -pregunta con voz temblorosa.

Cuando la miro, veo su vulnerabilidad. Suspiro. Sé que no puedo seguir enfadada cuando hay tanta preocupación en sus ojos.

-Sí, claro que quiero estar contigo. Ven aquí -le digo dándole un par de golpecitos al colchón.

Mi fuerza de voluntad se desvanece con esta mujer.

-¿Me consideras tu novia? -le pregunto cuando se sienta junto a mí.

-Sí, aunque me parece un poco tonto llamarte así -dice.

-¿Tonto? -Me muerdo las uñas. Es un mal hábito del que tengo que deshacerme.

-Para mí significas mucho más que un calificativo adolescente.

Me coge la cara entre las manos. Su respuesta me conmueve del mejor modo posible. No puedo evitar sonreír como una idiota. Sus hombros se relajan al instante.

-No me gusta que no quieras que la gente sepa lo nuestro. ¿Cómo vamos a vivir juntas si ni siquiera eres capaz de hablarles de mí a tus amigos?

-No es eso. ¿Quieres que llame a Zack y se lo cuente ahora mismo? Si acaso, deberías sentirte tú avergonzada de mí. Sé cómo nos mira la gente cuando nos ve juntas.-dice.

«Así que ha notado cómo nos miran.»

-Sólo nos miran porque somos distintas y el problema lo tienen ellos. Nunca me avergonzaría de ti. Nunca, Lauren.

-Me tenías preocupada. Creía que ibas a tirar la toalla conmigo.

-¿A tirar la toalla?

-Eres la única constante en mi vida, lo sabes, ¿verdad? No sé qué haría si me dejaras.

-No voy a dejarte a menos que me des motivos -le aseguro.

Sin embargo, no se me ocurre nada que me hiciera dejarla. Estoy demasiado loca por ella. Sólo de pensar en dejarla me duele tanto el cuerpo que no puedo soportarlo. Sería mi fin. La quiero aunque discutamos a diario.

-No te los daré -dice. Aparta la mirada un segundo y luego nuestros ojos vuelven a encontrarse-. Me gusta quién soy cuando estoy contigo.

Aprieto la mejilla contra su mano.

-A mí también.

La quiero, la quiero entera. En todas sus versiones. Sobre todo, me gusta en quién me he convertido a su lado. Nos hemos cambiado para mejor la una a la otra.
De algún modo he conseguido que se abra y la he hecho feliz, y ella me ha enseñado a vivir y a no preocuparme hasta por el más mínimo de los detalles.

-Sé que a veces te saco de quicio..., bueno, casi siempre, y Dios sabe que me vuelves loca - dice.

-¿Gracias?...

-Sólo digo que el hecho de que discutamos no significa que no debamos estar juntas. Todo el mundo se pelea. -Sonríe-. Lo que pasa es que nosotros reñimos más que el resto de la gente. Tú y yo somos muy diferentes, así que tenemos que aprender a entender a la otra. Será más fácil con el tiempo -me asegura.

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⏰ Última actualización: Jan 06, 2021 ⏰

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