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—Ehh... ¿Dónde está Bella? —Intento que mi tono suene autoritario, pero mi voz surge más como un alarido. Me aferro con las manos a la suave tela de la toalla y compruebo al instante que ésta cubre perfectamente mi cuerpo desnudo.

La chica me mira y las comisuras de sus labios se curvan ligeramente hacia arriba, pero no dice nada.
—¿No me has oído? Te he preguntado dónde está Bella —repito, intentando sonar algo más amable esta vez.

La expresión de su rostro se intensifica y finalmente farfulla:
—No lo sé. —Y se vuelve hacia la pequeña pantalla plana que hay sobre la cómoda de Bella.
«¿Qué está haciendo aquí? ¿Es que no tiene su propia habitación?» Me muerdo la lengua para intentar guardarme mis groseros comentarios.

—Vale. Bueno, ¿te importaría... irte o algo para que pueda vestirme?
Ni siquiera se ha dado cuenta de que estoy envuelta en una toalla. O tal vez sí, pero le da lo mismo.

—No seas tan creída, no pienso mirarte —me suelta, y se vuelve y se cubre la cara con las manos.

Tiene un pronunciado acento inglés que no había notado antes.
Probablemente porque ni siquiera
se dignó hablarme el día anterior.
Sin saber muy bien cómo responder a su grosería, resoplo y me dirijo a la cómoda. Tal vez realmente no le importa mirar.
Me pongo rápidamente un sujetador y unas bragas y después una sencilla
blusa blanca y unos shorts de color caqui.

—¿Has acabado ya? —pregunta agotando la poca paciencia que me quedaba.

—¿Por qué eres tan desagradable? Yo no te he hecho nada. ¡¿Qué narices te pasa?! —grito mucho más alto de lo que pretendía hacerlo. Sin embargo, a juzgar por la sorpresa que se refleja en el rostro de la intrusa, mis palabras han surtido el efecto deseado.
Me observa en silencio durante unos momentos. Espero una disculpa por su parte..., pero de repente se echa a reír. Tiene una risa profunda, y casi sería un sonido encantador si ella no fuese tan
antipática. Unos hoyuelos aparecen en sus mejillas mientras continúa desternillándose, y yo me siento como una idiota absoluta, sin saber muy bien qué decir o qué hacer. No me gustan los conflictos, y esta chica tiene pinta de ser la última persona con la que me interesa iniciar una pelea.

La puerta se abre entonces y Bella irrumpe en la habitación.
—Siento llegar tarde. Tengo una resaca de mil demonios —anuncia dramáticamente, y nos mira a ambas—. Perdona, Mila, olvidé decirte que Lauren se pasaría por aquí — dice, y se encoge de hombros a modo de disculpa.

Me gustaría pensar que Bella y yo podemos llegar a un acuerdo de convivencia, e incluso establecer una especie de amistad, pero con su elección de amistades y sus juergas nocturnas, ya no lo tengo tan claro.

—Tu novia es una grosera.—Las palabras escapan de mi boca antes de que pueda detenerlas.
Bella mira a la chica. Y entonces ambas se echan a reír. ¿Por qué no para de reírse de mí esta gente? Están empezando a tocarme las narices.

—¡Lauren Jauregui no es mi novia! —exclama ella muerta de risa. Se relaja
un poco, se vuelve hacia la tal Lauren y la mira con el ceño fruncido—. ¿Qué le has dicho? — Después me mira a mí—: Lauren tiene una... una manera muy particular de conversar.

Genial. Así que básicamente lo que quiere decir es que Lauren es, sencillamente, una persona grosera por naturaleza. La inglesa se encoge de hombros y cambia de canal
con el mando que tiene en la mano.

—Esta noche hay una fiesta; deberías venir con nosotros, Camila —me dice
ella.

Ahora ha llegado mi turno de reír.

—No me van mucho las fiestas. Además, tengo que ir a comprar algunas cosas para mi escritorio y mis paredes.
Miro a Lauren, que, por supuesto, actúa como si ninguna de las dos
estuviésemos presentes.
—Venga..., ¡es sólo una fiesta! Ahora estás en la universidad, una fiesta no
te hará daño —insiste Bella—. Oye, y ¿cómo vas a ir a comprar? Creía que no tenías coche.

—Iba a coger el autobús. Además, no puedo ir a una fiesta, no conozco a
nadie todavía —digo, y Lauren se ríe de nuevo, indicándome de manera sutil que prestará sólo la suficiente atención como para mofarse de mí—Pensaba quedarme a leer y a hablar con Shawn por skype.

—¡Ni se te ocurra coger el autobús un sábado! Van a tope. Ella puede llevarte de camino a casa..., ¿verdad, Lauren? Y en la fiesta estaré yo, y a mí sí me conoces. Venga, ven..., por favor... —Une las manos dramáticamente como si me lo estuviera rogando.

Sólo hace un día que la conozco, ¿debería fiarme de ella? Entonces me
viene a la cabeza lo que mi madre me advirtió sobre las fiestas. Bella parece bastante agradable, por la poca interacción que he tenido con ella, pero ¿una fiesta?

—No lo sé... y, no, no quiero que Lauren me lleve en coche a la tienda—digo. Ella se da la vuelta sobre la cama de Bella con una expresión burlona.

—¡Ay, qué pena! Estaba deseando pasar el rato contigo —responde
secamente y de una manera
tan sarcástica que me dan ganas de tirarle un libro a su cabeza—Venga, Bella, sabes que esta chica no va a aparecer por la fiesta —dice riéndose con su marcado acento.

Mi lado curioso, que es bastante grande, se muere por preguntarle de dónde es. Pero mi lado competitivo quiere demostrar que esta engreída insufrible se equivoca.

—Pues ahora que lo dices, sí, iré —replico con la sonrisa más dulce que
consigo esbozar—Será divertido.

Lauren sacude la cabeza con incredulidad y Bella chilla de alegría y me envuelve con sus brazos para darme un fuerte apretón.

—¡Bien! ¡Lo pasaremos genial! —exclama.

Y una gran parte de mí empieza a rezar para que tenga razón.

Después de ella [Camren G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora