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Los dedos de Lauren se aventuran aún más lejos por debajo de mi camiseta y se me acelera la respiración. Una sonrisa se dibuja en su precioso rostro cuando se da cuenta.

—Una caricia y ya estás jadeando —susurra con voz ronca.

Aparta mis pies de su regazo y lleva la boca a mi cuello.
Traza una sola línea con la lengua y me estremezco. Enrosco los dedos en su fino cabello y tiro de ellos cuando me da un mordisco. A continuación desliza una mano hacia mi entrepierna pero la cojo de la muñeca y la detengo.

—¿Qué pasa? —pregunta.

—Nada... Sólo es que pensaba que esta vez podía hacer yo algo por ti.

Aparto la vista pero me coge de la barbilla y me obliga a mirarla a los ojos. Intenta ocultar una sonrisa de satisfacción.

—Y ¿qué te gustaría hacer por mí?

—Pues... He pensado que podría..., ya sabes...

No sé por qué me cuesta tanto soltarme la lengua con Lauren cuando ella dice lo que se le ocurre cuando se le ocurre, pero es que la palabra mamada no forma parte de mi vocabulario.

—¿Quieres chuparme la polla? —pregunta sorprendida.

Es oficial: estoy espeluznada. Y, aún así, su sucia boca me excita. Mucho.

—Pues... sí. Quiero decir, si tú quieres.

Espero que, si nuestra relación progresa, llegaré a poder hablar abiertamente de esa clase de cosas. Me encantaría llegar al punto de poder decirle todo lo que quiero hacerle, de estar tan cómoda con ella que me sienta valiente en ese sentido.

—Pues claro que quiero —dice— Quiero sentir tu boca desde la primera vez que te vi. —Me siento extrañamente halagada pese a lo bestia del cumplido, pero entonces me pregunta—: ¿Estás segura de querer hacerlo? ¿Alguna vez... has visto una polla?

Estoy segura de que ya sabe la respuesta. ¿O es que quiere que se lo diga?

—Por supuesto que sí. No una de verdad, pero he visto fotos, y una vez pillé a un vecino viendo una película guarra —le digo, y reprime la risa—. No te rías de mí, Lauren—le advierto.

—Perdona, nena, no me estaba riendo de ti. Es que nunca había conocido a nadie con tan poca experiencia. Aunque eso es bueno, te lo juro. A veces tu inocencia me desconcierta. Y, dicho esto, me calienta muchísimo ser la única persona en el mundo que ha hecho que te corras.

Esta vez no se ríe, y me siento mejor.

—Vale... Vamos allá.

Sonríe y me acaricia la mejilla con el pulgar.

—Tienes chispa, eso me gusta —dice y se levanta.

—¿A dónde vas? —le pregunto.

—A ninguna parte —sonríe ella—. Sólo voy a quitarme los pantalones.

—Pero eso quería hacerlo yo —digo con un mohín, y se ríe y vuelve a subírselos.

—Toda tuya, nena. —Se lleva las manos a las caderas. Sonrío, me acerco y le bajo los pantalones. ¿Debería bajarle también el bóxer? Lauren da un paso atrás y apoya los talones contra la cama antes de sentarse. Me arrodillo delante de ella y respira hondo. —Acércate más, nena.

Me agacho un poco más y me apoyo en sus rodillas.

—¿Estás bien? —me pregunta con cuidado. Asiento y me levanta por los codos. —Vamos a besarnos un rato ¿vale? —sugiere y me sienta encima de ella.

Después de ella [Camren G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora