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Sus dedos se cierran sobre el bajo de la camiseta. Se la quita por la cabeza y luego estira el brazo para abrir el grifo de la ducha.

—¡No podemos ducharnos juntas! Estamos en casa de tu padre, y Landon y Darinka volverán en cualquier momento —digo.

La idea de ver a Lauren completamente desnuda en la ducha hace que me estremezca de placer, pero esto es demasiado.

—Vale —repone—, pues entonces voy a darme una buena ducha calentita mientras tú te quedas aquí fuera mareándote.

Sus pantalones caen al suelo. Y luego su bóxer. Luego se mete bajo el agua. La piel desnuda de su espalda es muy tersa, apretada contra los músculos. Recorre con la mirada mi cuerpo vestido del mismo modo en que mis ojos se pasean por su cuerpo desnudo.
Está empapada y los tatuajes brillan bajo el agua. No me doy ni cuenta de que la estoy mirando hasta que corre la cortina de golpe, escondiendo su cuerpo perfecto.

—¿No crees que una buena ducha es lo mejor al final del día? —El agua amortigua su voz, pero aun así percibo su tono de satisfacción.

—No sabría decírtelo: una tipa desnuda y maleducada me ha robado mi ducha —protesto, y la oigo reír.

—¿Una tipa sexy, desnuda y maleducada? —me provoca—. Anda, ven aquí antes de que se acabe el agua caliente.

—Yo...

Quiero meterme en la ducha, pero ducharse con alguien es algo muy íntimo. Demasiado.

—Venga, mujer. Es sólo una ducha de nada —dice descorriendo la cortina—. Por favor.

Me ofrece la mano y mis ojos examinan su torso, largo y tatuado, sus pechos relucientes por las gotas de agua que bañan su piel.

—Vale —susurro y me desvisto sin que me quite los ojos de encima—.
Deja de mirarme así —la regaño.

Entonces finge que he herido sus sentimientos llevándose la mano al corazón.

—¿Te cuestionas mi decencia? —Se echa a reír y asiento mientras intento contener la sonrisa—. Me has ofendido.

Me ofrece la mano para ayudarme a meterme en la ducha. No me puedo creer que me esté duchando con alguien. Hago lo que puedo para cubrirme con los brazos mientras espero que me deje sitio bajo el agua.

—¿Es muy raro que me guste lo pudorosa que eres? —dice apartándome los brazos que me servían de escudo. Me quedo callada y, con delicadeza, tira de mí para acercarme al agua, que cae sobre su cuerpo. Baja la cabeza y me empapa el hombro desnudo. —Creo que me atrae que seas tan tímida e inocente, y que aun así me dejes hacerte todo lo que me gusta. —Su aliento quema más que el agua. Parpadeo y sus manos descienden por mis brazos—. Y sé que te gusta que te diga guarradas.— Trago saliva y sonríe contra mi cuello. —¿Ves cómo se te acelera el pulso?... Prácticamente puedo ver cómo palpita bajo tu suave piel... —Pone un dedo en el pulso de mi cuello.

No tengo ni idea de cómo es que sigo en pie. Mis piernas son un flan y mi cerebro está en cortocircuito.
Sus manos recorren mi cuerpo y dejo de preocuparme por no estar solas en casa. Quiero perder la cabeza y permitir que Lauren me haga todo lo que quiera. Cuando sus dedos largos llegan a mis caderas, me acerco a ella sin darme cuenta.

—Te quiero, Camila. Me crees cuando te lo digo, ¿verdad? —pregunta.

Asiento. ¿Por qué me lo pregunta justamente ahora, después de que nos lo hemos dicho tantas veces en las últimas veinticuatro horas?

—Sí, te creo. —Tengo la voz ronca y me aclaro la garganta.

—Bien. Nunca antes he querido a nadie. —Pasa de juguetona a seductora y a ponerse seria a tal velocidad que a duras penas consigo seguirle el ritmo.

Después de ella [Camren G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora