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Encontramos la habitación, pero por desgracia una de las camas está ocupada por un tipo que ronca durmiendo.

— ¡Al menos la otra cama está libre! — exclama Zack, y se echa a reír—. Yo voy a volver andando a casa; si te apetece venir... Tengo un sofá en el que puedes dormir — añade.

A través de mi estado de confusión, intento pensar con claridad por un segundo y llego a la conclusión de que Zack, como Lauren, se enrolla con muchas chicas diferentes. Si accedo a esto, puede que lo interprete como que me estoy ofreciendo a besarlo. Y estoy segura de que, con lo atractivo que es Zack, no debe de resultarle difícil conseguir que las chicas hagan algo más que eso.

—Creo que voy a quedarme aquí por si vuelve Bella —contesto.

Su rostro refleja una ligera decepción, pero me ofrece una sonrisa comprensiva. Me dice que tenga cuidado y me da un abrazo de despedida. Cierra la puerta al marcharse y yo cierro el pestillo.

Nunca se sabe quién puede entrar.

Observo al roncador comatoso y estoy convencida de que tardará un buen rato en despertarse. El cansancio que sentía abajo ha desaparecido por alguna extraña razón, y ahora no paro de pensar en Lauren y en su comentario acerca del hecho de que Shawn todavía no se ha acostado conmigo. Puede que a ella le resulte extraño, porque se acuesta con una chica distinta cada fin de semana, pero Shawn es un caballero. No necesitamos practicar sexo, nos divertimos juntos haciendo otras cosas como..., bueno..., vamos al cine y a pasear.

Con eso en mente, me tumbo, pero pronto me encuentro mirando al techo, contando los paneles en un intento de dormirme. De vez en cuando, el tipo ebrio da media vuelta en la otra cama, pero finalmente mis ojos se cierran y empiezo a quedarme dormida.

—No te había visto nunca por aquí.— balbucea una voz grave en mi oreja.

Doy un brinco y su cabeza me golpea en la barbilla, lo que provoca que me muerda la lengua.
Tiene la mano apoyada sobre la cama, a tan sólo unos centímetros de mis muslos. Su respiración es pesada, y huele a vómito y a alcohol.

—¿Cómo te llamas, encanto? —exhala, y a mí me dan arcadas.
Levanto un brazo para empujarlo y alejarlo de mí, pero no funciona.

Él se echa a reír.
—No voy a hacerte daño... Sólo vamos a divertirnos un poco —dice, y se relame los labios, dejando un hilo de saliva colgando sobre su barbilla.
Se me revuelve el estómago y lo único que se me ocurre es propinarle un fuerte rodillazo. Con fuerza y justo ahí. Se agarra la entrepierna y retrocede como puede.

Yo aprovecho la oportunidad y
salgo disparada. Cuando mis dedos temblorosos abren el pestillo, corro por el pasillo, donde varias personas me miran como si fuera un bicho raro.

—¡Vamos, vuelve aquí! —Oigo que grita con su voz desagradable no muy lejos de mí.

Por extraño que suene, a nadie parece sorprenderle que un tipo persiga a una chica por el pasillo.
Se encuentra a tan sólo unos metros de distancia, pero por suerte está tan borracho que no para de tambalearse contra la pared. Mis pies se mueven a su libre albedrío, y me llevan por el pasillo hasta el único lugar que conozco en esta maldita casa.

—¡Lauren! ¡Lauren, abre la puerta, por favor! —grito al tiempo que golpeo la madera con la otra mano e intento girar el pomo bloqueado—. ¡Lauren por favor! —grito de nuevo, y entonces la puerta se abre.

No sé qué me ha llevado a regresar a su dormitorio, pero espero que Lauren se muestre igual de categórica que antes con el tipo ebrio que intenta propasarse conmigo.
—¿Camz? —pregunta confundida mientras se frota los ojos con la mano.
Sólo lleva puesto un bóxer negro, y tiene el pelo todo revuelto. Curiosamente, estoy más sorprendida por lo guapa que está que por el hecho de que me haya llamado Camz en lugar de Camilla.

—Lauren, ¿puedo pasar, por favor? Ese tipo... —digo, y miro a mis espaldas.

Ella me aparta y mira por el pasillo. Ve a mi perseguidor, y éste, al instante, pasa de dar miedo a parecer asustado. Me mira una vez más antes de dar media vuelta y volver por el pasillo.

—¿Lo conoces? —pregunto con un tembloroso hilo de voz.

—Sí, pasa —dice ella, y tira de mi brazo hacia el interior del cuarto.

No puedo evitar fijarme en el modo en que sus músculos se mueven por debajo de su piel tatuada mientras camina hacia su cama.
En la espalda no lleva ningún tatuaje, lo cual es algo extraño, ya que tiene el torso, los brazos y el abdomen repletos. Se frota los ojos de nuevo.

—¿Estás bien? —Su voz suena más ronca de lo habitual.

—Sí..., sí. Siento haber venido aquí y haberte despertado. Es que no sabía qué...

—No te preocupes. —Se pasa la mano por el pelo alborotado y suspira—. ¿Te ha tocado? — pregunta sin rastro de sarcasmo ni de socarronería.

—No, pero lo ha intentado. No sé cómo se me ocurre encerrarme en un cuarto con un extraño bebido. Supongo que ha sido culpa mía.
La idea de que ese baboso haya tratado de ponerme las manos encima hace que me entren ganas de llorar, otra vez.

—No ha sido culpa tuya que haya hecho eso. No estás acostumbrada a este tipo de... situación. — Su tono es amable y totalmente distinto del habitual.
Recorro la habitación en dirección a su cama y, sin hablar, le pido permiso para sentarme. Ella golpetea el colchón y yo me siento con las manos sobre el regazo.

—No tengo intención de acostumbrarme. Ésta es definitivamente la última vez que pienso venir aquí, o a cualquier fiesta. No sé ni por qué lo he intentado. Y ese tipo... ha sido tan...

—No llores, Camz —susurra Lauren.
Y lo curioso del caso es que no me había dado cuenta de que lo estaba haciendo. Ella levanta la mano y casi me aparto de un modo reflejo, pero entonces la yema de su pulgar atrapa la lágrima que rueda por mi mejilla. Separo los labios, sorprendida ante la ternura de su gesto. «¿Quién es esta chica y dónde está la Lauren grosera y mordaz?» Levanto la vista para ver sus ojos verdes y observo cómo se le dilatan las pupilas.

—No me había dado cuenta del color chocolate que tienen tus ojos —dice en un tono tan leve que tengo que acercarme para oírla. Su mano continúa en mi rostro mientras los pensamientos se agolpan en mi mente.

Entonces atrapa el aro que perfora su labio inferior con los dientes. Nuestras miradas se encuentran, y yo bajo la vista, sin saber muy bien qué está pasando.
Pero cuando ella aparta la mano, miro sus labios de nuevo y siento la lucha interna entre mi sentido común y mis hormonas.

Sin embargo, el sentido común pierde la batalla y mis labios impactan contra los suyos, cogiéndola totalmente desprevenida.

Después de ella [Camren G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora