Capítulo 39

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Mi ánimo está por los suelos y creo que no es un secreto para nadie. Hasta Juan David está teniendo lástima por mí, sentado desde su imponente asiento. Sabe que la cagó al hablar de esa forma sobre mí, se le nota el arrepentimiento en la mirada. Pero la verdad es que me importa poco lo que él tenga que decir. Su opinión me tiene sin cuidado, pero me hubiera gustado que no hubiera empeorado las cosas de la forma en que lo hizo.

—Valeria, lo siento mucho—dice desde su lugar—. No debí hablar de esa forma. Es cierto que soy tu superior, pero de cierta forma también somos amigos. Creo que aun estoy aprendiendo muchas cosas sobre las mujeres.

¿Somos amigos? En realidad es mas amigo de Lore que mío.

—No tienes que disculparte—contesto con monotonía—. Pero cuando decías que estoy tomada, ¿de quién hablabas? ¿De Alan?

Juan David se echa para atrás, sorprendido de que lo haya preguntado tan directamente. Pero es la respuesta mas lógica. Se queda sin saber qué decir, pero no vale la pena que lo siga ocultando. Piensa que le gusto a Alan. Pero no es así.

—Estás mal—aclaro—. Alan no me ve de esa forma.

Me mira por largos segundos, formando un pensamiento enigmático en su mente. Su mirada no transmite nada pero me pone nerviosa, y no de una buena forma. Es tanto que estoy considerando irme. ¿Puedo volver al trabajo entonces?

—¿Eso crees? ¿Él no te dijo que le gustabas?

¿Cómo sabe eso? No es muy difícil averiguarlo, tuvo que ser alguien que lo supiera. Me sorprende que Alan le haya contado algo como eso. Ya me lo imagino, seguro le contaba como me dijo que yo le gustaba y esperaba ansioso a que cayera en sus redes como las otras mientras se reía.

—Wow. Ustedes se cuentan todo, ¿verdad?

—No te lo tomes a mal—dice—. Somos amigos.

—Eso no es excusa—me cruzo de brazos con enojo—. ¿Acaso Alan no puede tener un poco de discreción?

Juan David me mira con rareza, como diciendo que no es para tanto.

—Mira Valeria, sé que no soy la persona mas indicada para decirte esto, pero te lo diré: en serio le gustas a Alan.

—Ya veo—ruedo los ojos.

—¿Qué? —se ríe sin gracia—. ¿Eso es todo lo que vas a decir? ¿Te digo que mi amigo está enamorado de ti y eso es lo que respondes?

—Él no está enamorado de mí.

—¿Por qué estás tan segura?

Ni siquiera sé por qué estoy hablando con él sobre esto. ¿Por qué estoy tan segura? Tengo muchas razones, solo hay que ver su historial. Además ahora mismo él está molesto conmigo por lo que le dijo Esteban, quien por cierto sigue apareciendo por la empresa y solo me produce ganas de vomitar. No es muy difícil adivinar que los sentimientos de Alan no son reales si se dejó influenciar tan fácilmente.

—Solo lo sé—me encojo de hombros.

—Ese es tu problema—se pone de pie—. No quieres aceptar que a mi amigo le gustas. Y tampoco quieres admitir que él te gusta.

—Él no-

—¿No? —me interrumpe—. Estabas muerta de celos por verlo con otra mujer.

Me quedo en silencio, recordando esa escena. ¡No estoy celosa porque él puede salir con quien se le de la real gana! ¡Si quiere salir con todas las mujeres del mundo que lo haga! ¡No me importa! ¡Simplemente no quiero estar ahí para verlo! No quiero ver cada vez que eso pase, convenciéndome cada vez más que le importo menos.

—Por lo general eres una mujer extrovertida, pero te aterra la idea de enamorarte—sonríe—. ¿No has considerado la posibilidad de él realmente te guste?

He estado evitando considerar justo eso. Pero verlo es doloroso por razones que ni siquiera entiendo del todo. Si esto es enamoramiento, nadie me advirtió que podría ser tan doloroso.

—¿Y qué si así fuera? —murmuro por lo bajo—. No es correspondido.

Suspira con pesadez.

—Él no te va a esperar por siempre. Pero está haciendo cosas diferentes por ti. Quiero decir, entró a la empresa para tratar de hablar contigo.

Esa revelación me detiene el pulso. De repente pierdo consciencia de lo que hay alrededor, sintiendo como el repentino descubrimiento me golpea con fuerza. No, eso no es posible, Alan odia este tipo de trabajos, siempre ha criticado a la gente que vive con trabajos aburridos y rutinarios, además él no vino a verme a mí, vino por Aura y...

La verdad es que nunca lo había visto con Aura antes.

—No sé yo—sonríe con malicia mientras se sienta—. Pero parece que esa chica de informática le llama la atención.

—Pero él no-

—Si no estás segura, ¿por qué no se lo preguntas una vez más?

¿Preguntárselo?

—Pregúntale si está enamorado de ti.


El final de la jornada llega tan rápidamente que no me doy cuenta. Los últimos rayos de sol entran por la ventana mientras empaco mis cosas. A través de los vidrios veo como algunos hombres y mujeres salen juntos. ¿Cómo se sentirá tener alguien con quien salir del trabajo? Desde que Lore consiguió pareja me siento mas sola que antes, y no fue hasta entonces que me di cuenta de lo dependiente que era de ella.

Ni siquiera podré hablar con Alan a la salida, ni cuando llegue al apartamento. Como desearía que las cosas fueran diferentes. Esta indiferencia me está matando, este frío y soledad, esta desolación que me invade ante la idea de perderlo cuando ni siquiera lo tengo. La distancia me está matando. Me gustaría encontrármelo en el ascensor, incluso si no me habla, incluso si me ignora, solo quisiera que estuviera ahí, llenando el espacio vacío. La soledad quema de formas increíbles, y ya no la quiero seguir soportando. Odio... odio esto.

Recojo mi bolso y me dirijo hacia la salida, pero por alguna razón no puedo levantar la mirada del suelo. La presión me puede. Ya no quiero seguir viviendo así. Odio estos momentos de debilidad donde no puedo hacer nada más. Ni siquiera quiero salir de la empresa. No quiero salir de la empresa. No quiero ir a ningún lado. No quiero hacer nada. No... no quiero vivir. Pero estoy obligada a hacerlo.

En un punto algo me jala con brusquedad. ¡¿Qué rayos?! La oscuridad me nubla la vista y choco contra algo. Es el cuarto de limpieza. Es el maldito cuarto de limpieza. No puedo respirar, alguien me jaló hasta aquí seguramente para aprovecharse de mí. La sombra sobre mí y la respiración agitada me lo confirman. ¡Debo patearlo! ¡Gritar! ¡Hacer algo! Seguramente es el maldito de Santiago. ¡Sabía que no debí jugar con él! ¡Está cumpliendo con su amenaza!

Se acerca mucho. Demasiado. Sus manos bajan hasta mi cintura apretándome hacia él y el pánico me invade, pero a la vez hay una calma extraña en el aire. Debo gritar, pero el aire está atascado en el fondo de mis pulmones. Cuando sus labios tocan los míos a duras penas siento un escalofrío extraño pero agradable, su aliento comparte el mío y hace cosquillas. ¡Esto no puede estarme gustando! ¡Santiago es un imbécil! ¡No puedo estar disfrutando esto! ¡Tengo que...!

—¿Vas a seguir evitándome, pastelito?—susurra sobre mis labios—. Porque yo no puedo soportarlo más.

Los sentimientos dentro de mí se transforman completamente cuando descubro que la persona misteriosa no es Santiago sino que es Alan, y se vuelven aún mas confusos y salvajes cuando sus labios se lanzan sobre los míos.


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Aslajdlakjsda, ¿es cosa mía o hace calor?


Valeria por el premioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora