Las palabras de Alan me hicieron recordar por qué odiaba a las personas como él. Son seres estúpidos y engreídos que solo piensan en sí mismos. Lo sabía desde el principio y me dije que iba a alejarme de él. Que iba a asegurarme que tuviéramos la menor cantidad de contacto posible. Pero no sé en qué momento eso se me salió de las manos. Bajé la guardia y ahora lo lamento mucho.
¿Dijo que yo le gustaba? Como si no hubiera visto como usaban esa carta conmigo antes. Solo es parte de la farsa. Quería creer en él, pero terminé dándome cuenta de que tenía mas motivos para desconfiar que antes.
Alguien toca. Es la puerta.
—Valeria—su voz suena a través de la madera—. Abre.
—Vete. No voy a abrir.
—Te dije que vendría para hablar.
Me acerco a la puerta pero no la abro.
—Dijiste que mañana.
—Sí, bueno, cuando dije mañana me refería a hoy cuando fuera de día.
—Vete.
—Traje Doritos.
Me detengo. Soy débil, muy débil. ¡Justo iba a comprar unos! Maldita sea mi adicción por los Doritos. ¿Pero cómo sabe él eso? No hay forma de que lo sepa. ¿Es posible que Lore se lo haya dicho? ¡Lore, cómo pudiste!
Abro la puerta con desconfianza. Es una traidora, ¿cómo pudo decírselo? Ahí está él, con un estúpido y sensual paquete de Doritos. Entrecierro la mirada.
—¿Quién te lo dijo?
—Nadie—sonríe—. Era difícil no notarlo si los mirabas con tanto deseo cuando fuimos al supermercado.
Mierda, ¿soy tan obvia? Pero me sorprende que haya notado algo tan específico. Sorprendente para alguien que solo le gusta jugar con las mujeres.
Mueve el paquete de un lado a otro y sigo la mirada. Creo que no voy a resistir.
—¿Ves? Se nota que los deseas—se burla.
—No voy a caer por...—No. No caigas. ¡No caigas! —por... una bolsa de Doritos.
—Traje mas de una—sonríe mientras me muestra una bolsa de supermercado.
Abro la boca a más no poder. Está loco. Pero antes de que pueda decir algo entra a mi apartamento a la fuerza. Estoy feliz de que tenga tantos Doritos y molesta porque esté en mi apartamento. Trato de coger la bolsa pero la alza fuera de mi alcance.
—Ah, ah. Nada de eso, señorita. Primero vamos a hablar.
Suspiro con pesadez. De verdad quiero evitar esa conversación, sé que voy a caer de nuevo y eso es algo que no me puedo permitir. Después de todo no soy nadie importante para él. ¿Entonces qué hace en mi apartamento? ¿Fastidiar? Duele, mi corazón se está acelerando, no me quiero ilusionar. Quiero evitarlo a toda costa, si pasa voy a sufrir de nuevo.
—Yo no quiero hablar.
—Bien, no hables. Solo siéntate ahí y escúchame—dice, señalando el sofá.
—¿Por qué lo haría? Solo soy un pasatiempo—me cruzo de brazos.
—Estás molesta, lo entiendo. Pero puedo explicarte.
Agacho la mirada. No es tanto el hecho de que esté molesta. Es que me duele si me dice esas cosas.
—¿Cómo sé que no vas a decirme nada hiriente de nuevo? —pregunto mientras descruzo los brazos.
—No lo haré—dice en voz ronca pero suave, tanto que casi me hace creerle—. Y... no lo dije en serio. Estaba molesto.
Creo que no me lo voy a quitar de encima tan fácilmente, así que me siento en el sofá sin decir nada. Él se sienta a mi lado, mirándome con una especie de ansiedad. Mantengo la mirada sobre mi regazo, no me siento capaz de mirarlo a los ojos. Solo quiero que diga lo que tenga que decir y se vaya.
—Yo... no me siento orgulloso de ser un perdedor—murmura. Lo miro de reojo—. Es decir, no he hecho nada realmente útil con mi vida. Y cuando eres un perdedor, la gente te mira como si fueras menos. Incluso tus amigos y tu familia. Si te soy honesto pensé que ibas a reaccionar igual que ellos. Mi primera reacción fue alejarte antes de que pudieras criticarme de alguna forma. Por eso lo hice.
—No es verdad. No es la primera vez que dices que solo soy un juego—farfullo.
Suspira.
—Porque pensé que lo eras—lo miro con odio—. Pero resultó que no. Quiero decir, si estás así de molesta es porque sientes algo por mí.
Me siento como estúpida porque se haya dado cuenta tan rápido. Ahora que sabe lo que siento no me dejará en paz y aprovechará para usarme. Es como funciona. Así siempre es como funciona. No quiero ser usada.
—No deberías decir esas cosas cuando tienes novia—murmuro.
—¿Novia? Ah, ¿hablas de Jessica? Ella no es mi novia.
—Pero la besaste—le recuerdo—. Y fuiste a comer pizza con ella.
—Bueno, tal vez fui un cretino y quería hacerte daño porque estaba molesto. Pero ahora que veo como te duele, me siento mal de haberlo hecho. Y por si quieres saber, ella se fue como a los dos minutos de llegar a la pizzería.
—Lo siento. Pero no te creo.
—¿Qué?
—No te creo—recalco—. Sé como son las personas como tú. Seducen a las mujeres, les dicen cosas lindas, pasan tiempo con ellas y cuando las tienen en su red las usan y las destruyen hasta que no queda nada. No voy a repetir la experiencia. Solo sé que te divierto o tal vez represento un juego para ti y por eso me buscas. Pero no voy a caer en eso.
Me mira fijamente como si tratara de descifrar algo en mi mirada. El pecho me duele tanto que es como si mi corazón golpeara contra mi caja torácica. No puedo caer de nuevo, por más que me duela. Por más que haya venido aquí, me haya contado algo de él y haya tratado de conquistarme, todo es parte de la rutina para tenerme entre sus garras.
—Ya veo. Entiendo que no quieras creerme. No sé bien, pero creo que te pasó algo similar en el pasado—agarra mi mano con suavidad. ¿Por qué no la estoy quitando? Su tacto es suave—... y no terminó bien. Pero gracias por decirme eso. No volveré a decir que eres un juego.
—Alan...
—Debería estar preocupado porque dije que nunca caería por una mujer, pero en vez de eso me preocupa que sigas triste—se acerca—. ¿Eso es raro?
—Tal vez—murmuro—. No sé si sea verdad o no, pero... gracias por decírmelo.
—Bueno, pues mas vale que quites esa cara, porque tú y yo vamos a colar esos paquetes de Doritos en el cine.
¿Cine?
—Vístete, pastelito. Nos vamos en diez minutos—. Abro la boca para protestar pero me interrumpe—. Y no aceptaré un no por respuesta.
🎮
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¡Wuuu! ¡Salida al cine! Comenten si quieren verla o si mejor me la salto ;)

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Valeria por el premio
Historia CortaCuando su mejor amiga consigue pareja, Valeria comienza a sentirse mal porque se da cuenta de que su trabajo y su videojuego favorito son todo lo que le da sentido a su vida. Sin embargo un día una oportunidad de oro aparece frente a sus ojos, cuand...