Tres doritos antes...
Alan
Tengo que reprimir este sentimiento estúpido, tengo que reprimirlo. No es mi culpa que Valeria haya sido tan orgullosa como para irse a su casa, ni tampoco que Jessica se haya aparecido por sorpresa en el torneo. Dije que no iba a seguirle mas el juego pero fui tan orgulloso al ver a pastelito llegar que solo quería hacerla sufrir. En el fondo sabía que ella me quería, y que de alguna manera eso la haría sufrir. No tenía pruebas, pero después de todo estábamos hablando de mí. Era lo más lógico.
Pero no esperaba que Jessica se me pegara como mosca durante el resto de la noche, ni que los demás integrantes de mi equipo supieran lo de la muerte de mi madre, al parecer por algo que dijo Valeria. No puedo creer que se atreviera a mencionar eso delante de todo el mundo. Ya veo que nunca terminas de conocer a las personas.
—Bueno, Alan—me habla la novia de Daniel mientras comemos pizza. ¿Por qué me está hablando? —¿Cuánto tiempo llevas con tu novia?
Abro la boca para decir que no es mi novia, pero Jessica se adelanta.
—Dos años—se aferra a mi brazo.
—No es verdad—me suelto con molestia—. No eres mi novia. Solo una mujer con la que me acuesto.
Su rostro se vuelve rojo a una velocidad que nunca había visto, y de repente todos en la mesa me están mirando con ojos asesinos. Cuando menos me doy cuenta, alguien me tira agua encima.
—¡¿Qué carajos?!
—¡Eres un imbécil! —Jessica grita y sale fúrica de la pizzería.
Ruedo los ojos. Mujeres.
—Ah, me mojó por uno de sus estúpidos berrinches—farfullo mientras me limpio con la servilleta.
—Eres un encanto con las mujeres, ¿no? —pregunta Lorena con sarcasmo.
—Cállate.
—Oye, mas cuidado con la forma como le hablas—se mete Daniel.
—No estoy hablando contigo.
—Pues yo si—Daniel se pone mas agresivo. Aquí vamos—. Es la verdad, eres una mierda con las mujeres.
—¿Y qué? Sabes que a mi las mujeres me importan un pito.
—¿Ah sí? —pregunta Lorena—. ¿Incluso Valeria?
Muy bien, ahí si me agarró con la guardia baja.
—Claro que sí—se echa para atrás—. ¿Por qué sería diferente? Ni siquiera te importó que se fuera.
Me pongo a pensar. Ellos deben saber lo que ella dijo en el segundo encuentro, podría preguntarles. Pero de repente todos parecen odiarme. Incluso mis amigos, mis propios amigos que antes apoyaban mis ideales. ¡¿Qué mierda les pasa?!
—No es mi culpa que ella se fuera.
—¿No lo es?
Me quedo en blanco. Esa punzada desagradable me aguijonea el pecho. ¿Lo es? Sí, es cierto que le grité y... y dijo algo como que yo la odiaba. No es cierto, pero preferí que pensara eso. Sería raro admitir que me siento mal de que una mujer que no sea mi madre sufra. ¿Por qué me importaría? Ella solo era para pasar el rato.
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Valeria por el premio
Short StoryCuando su mejor amiga consigue pareja, Valeria comienza a sentirse mal porque se da cuenta de que su trabajo y su videojuego favorito son todo lo que le da sentido a su vida. Sin embargo un día una oportunidad de oro aparece frente a sus ojos, cuand...