Capítulo 9

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Aunque odie admitirlo, fue la mañana mas divertida que he tenido en mucho tiempo. Alan no es tan malo, excepto cuando me mira como si quisiera devorarme. Además su cercanía me provoca cosas, cosas que no soy capaz de describir si son buenas o malas. Pero me provoca algo. Me hace sentir que la monotonía en la que venía viviendo desde hace un tiempo desaparece.

—Estas hamburguesas son geniales —dice, dándole un mordisco a la suya—. Bendito sea el servicio a domicilio.

—¿Por qué sigues en mi casa? —le pregunto, aunque en el fondo no quiero que se vaya.

—Porque no quieres que me vaya, pastelito—me guiña un ojo.

¿Ahora lee la mente? Me avergüenza que sepa algo así. No he sido amable con él, y siempre pensé que lo mejor sería que me viera como un monstruo sin corazón. Eso haría las cosas mas fáciles. Pero ahora ya no estoy segura de querer echarlo de mi apartamento.

—¿Cómo estás tan seguro?

—Porque soy irresistible—sonríe.

Me río. Su exceso de confianza resulta graciosa.

—¿Te estás riendo de algo en especial?

—Es que tu exceso de confianza es divertida—le digo, riéndome —. A lo mejor quiero que te vayas pero estás convencido de que no.

—Estoy convencido de que no—insiste—. Si fuera así, no te estarías riendo con lo que digo.

Desvío la mirada, incómoda. Genial, ya se dio cuenta de que me agrada. ¿Ahora qué hará con esa información? Podría asesinarme y tirarme a una zanja, pero por otro lado no tiene pinta de asesino serial. Suspiro, tendré que aceptar muy en contra de mi voluntad que Alan me cae bien. ¿Será esto lo que sienten los mejores amigos cuando son hombre y mujer? Este escenario se vería mas normal con Lore, pero ella ya no tiene mucho tiempo y supongo que tendremos que encontrar un equilibrio para eso.

—Así que...—comienzo— ¿sabes mucho de productos de aseo?

—Pues... —agacha la mirada, visiblemente molesto porque haya preguntado— he trabajado como aseador algunas veces.

¿Aseador? ¿De verdad? Me da curiosidad. ¿Qué clase de estudios tendrá? ¿Qué otros empleos ha tenido? Pero por su cara de incomodidad sé que no quiere platicar mas del tema y lo entiendo. No me conoce mucho, no tiene por que contarme esas cosas. Por un momento deseo que me conociera más. ¿Pero qué me pasa? ¿Estoy idiota?

Tal vez debería cambiar de tema.

—Yo no serviría para trabajar como aseadora—me río, recostándome en el sofá—. Me intoxicaría en el primer día.

Sonríe con burla, aunque aun queda algo de tristeza en sus ojos. Ya no me parece tan cretino como me lo parecía ayer.

—Pero los servicios médicos ganarían un montón de dinero a costa tuya—dice, pinchándome el costado—. Aprovecharían para hacerte una liposucción mientras estás en coma por tus mezclas de cloro.

Abro la boca con indignación. ¿Me está diciendo gorda?

—¡Oye! —le doy un manotazo. Él se ríe.

Esta cercanía es agradable pero extraña. Él me da miedo de cierta forma, porque ya me imagino lo que acostumbra a hacer con las mujeres que caen en sus pies. Probablemente pasa tiempo con ellas como una forma de ganárselas, y cuando caen las desecha. Me tenso. De repente esta situación me parece muy familiar.

—Creo que deberías irte—murmuro.

—¿Qué? ¿Por qué? —pregunta, extrañado.

—Debes tener muchas cosas que hacer —le digo, desviando la mirada hacia la ventana. Parece que va a llover.

—No en realidad. Tenía que entrenar y ya lo hice.

—¿Entrenar? ¿Qué cosa?

—Eres muy preguntona—sonríe.

—Bueno, este es mi apartamento, así que tengo derecho a hacer todas las preguntas que quiera.

—Pues no te voy a decir—me saca la lengua—. Por chismosa.

—¿Entonces no te vas a ir? —vuelvo a preguntar.

—No, hasta que tu quieras que me vaya.

—Pero te estoy diciendo que te vayas—insisto.

—Sí, pero no es lo que realmente piensas.

Me da un golpecito en la frente con sus dedos. Suelto un quejido y me cubro la frente con las manos mientras lo miro con enfado. A la mierda el agradable, ahora solo se está volviendo un intruso. ¿Quién se cree para venir a mi casa, leer mis pensamientos y rehusarse a marcharse cuando se lo pido?

Alan enciende el televisor. Pelearía con él, si no estuviera tan cansada por todo lo que tuvimos que limpiar después de la guerra de agua.

—Es mi televisor—refunfuño.

—Sí, sí, está muy bonito.

—Dame el control—le pido, extendiendo la mano.

—Quítamelo entonces, pastelito—extiende el control lejos de mí para que no lo agarre.

Tiene que ser una broma. ¿Acaso no puede ser mas infantil? Solo tengo que quitárselo, pero no deja de moverse. ¡Es mi televisor! ¡Mi control remoto! ¡Mi casa! Pero él no lo entiende, solo se burla de mí mientras lo mantiene lejos. Es todo, ¡ya tuve suficiente!

—¡Dámelo! —le grito, molesta.

Lo agarro por fin. ¡Es mío! Pero él no lo suelta, al contrario, me jala y termino cayendo sobre sus piernas. ¡¿Qué estoy haciendo?!

Se queda mirándome y yo lo miro también. Se siente la electricidad. Por un momento quiero que me apriete entre sus brazos y no me suelte, pero entonces vuelvo a la realidad. Me disculpo con torpeza y comienzo a levantarme, hasta que me siento a su lado. De repente el sofá se siente muy cálido, pero al menos ahora tengo el control en la mano.

Muevo las manos con nerviosismo. Ya ni siquiera recuerdo qué canal quería poner.

—Entonces... ¿qué vamos a ver? —bosteza.

—No sé, ¿que quieres ver?

—Si no sabes, ¿para qué me quitaste el control?

—Porque es mi control—refunfuño. Él se ríe.

—¿De qué te sirve tener un control si no sabes usarlo? —me lo quita otra vez. Qué descarado—. Ven, te mostraré una película que te enseñe a como usar un control remoto.

Pone Click, la película de Adam Sandler, y comienzo a pensar que su frase encaja bastante bien con la película, aunque dudo mucho que el control de mi televisor pueda controlar el tiempo. Me enfrasco en la película y me olvido de que el ambiente estaba tenso y de que Alan debería irse de mi casa, de verdad estoy cansada y relajarme me vendría bien. Y la comedia si que me relaja. Hace tiempo que no pasaba un momento tan agradable. Nos reímos juntos, e incluso Alan hace comentarios chistoso sobre la película.

Y por primera vez me encuentro pensando en que me gustaría volver a hablar con él.

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#QuieroUnAlan

#ALoMejorNo

¡Pasen! ¡Pasen! ¡Y voten por su opción favorita!



Valeria por el premioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora