Capítulo 40

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Mis sentimientos están tan revueltos que no sabía que alguien se podía sentir así. Esta emoción, estas mariposas, esta adrenalina. Está tan cerca que el espacio entre nosotros es casi nulo. Esto está mal, sé que lo está, pero aun así no hago nada para detenerlo. Solo me dedico a sentir como sus labios juguetean con los míos, dejando suaves y húmedos besos. Agarra mi labio inferior con los suyos y lo succiona ligeramente, haciendo que suelte un suspiro, y aprovecha que abro la boca para introducir su lengua. Me aferro con mas fuerza a sus brazos cuando su lengua juguetea con la mía y me besa con mas intensidad.

Un ruido se oye desde afuera que me hace saltar en mi sitio. Alan se separa casi inmediatamente y voltea la cabeza. No puede ser, alguien está tratando de abrir la puerta. Debe ser el conserje. ¡¿Qué vamos a hacer?!

—Es el conserje—susurro agitada, y me remuevo para soltarme de su agarre—. Tengo que irme.

—Shhhh—susurra.

—¡Alan, esto es serio! Déjame salir—me remuevo de nuevo—. Si quieres meterte en problemas tú solo, pero a mi no-

Me interrumpe de nuevo juntando sus labios con los míos. Trato de resistirme pero el calor es tan embriagante que es imposible. A lo lejos escucho al conserje refunfuñar sobre que no tenía las llaves y que tendría que ir a buscarlas no sé a donde.

Suspiro cuando Alan se separa y sonríe contra mis labios.

—Que bueno que le quité las llaves—se ríe.

¿Qué? ¿Está hablando en serio? Pero al parecer habla muy en serio, lo veo cuando sostiene las llaves en su mano y las bate frente a mí, haciendo que suenen. Aunque no puedo verlo muy bien, sé por el sonido que son las llaves.

—No puedo creerlo —digo, indignada—. ¿Te volviste loco?

—Vamos—me jala de la mano—. Antes de que encuentre el repuesto.

No alcanzo a decir nada, solo me jala hacia la salida, y estoy tan aturdida que simplemente me dejo. Mi mente está en shock, no puedo crear ningún pensamiento coherente, Alan me besó y le quitó las llaves al conserje para que no entrara, lo que significa que lo tenía todo perfectamente planeado. Estoy tratando de pensar, pero creo que los cables de mi cerebro entraron en corto circuito.

—Veo que te dejé sin palabras—dice de repente, haciéndome despertar de mi letargo. Está sonriendo con una sonrisita victoriosa—. Es natural, soy irresistible.

Ruedo los ojos.

—No eres taaaan irresistible.

—¿Ah no? —se acerca a mí y me agarra de la cintura con un brazo. ¿En qué momento adquirió tanta confianza—. Sabes que te vuelvo loca.

Trato de no reír pero es imposible. Sé que está hablando en serio pero sonó gracioso por alguna razón.

—¿Te estás riendo de mí, pastelito?

Dejo de reír y lo miro con una sonrisa. ¿De verdad está aquí después de estarme evitando durante días? ¿De verdad me besó? ¿De verdad le gusto? La realidad comienza a abrirse paso dentro de mí de una forma arrolladora, pero por primera vez la realidad no implica algo amargo. Al contrario. Es dulce. Muy dulce. Como si estuviera en una nube de algodón, como si todas las flores se pusieran de acuerdo para florecer al mismo tiempo. Como si fuera posible despertar con una sonrisa en la mañana.

No sabía que era posible sentirse así.

—¿De verdad me besaste? —pregunto, queriendo confirmar.

Él suspira y niega con la cabeza mientras me suelta, pero agarra mis manos con las suyas. De repente luce increíblemente inseguro. Acaricia mis dedos con suavidad mientras los mira, con una expresión perdida, como si no estuviera seguro de qué hacer.

—Tú y yo tenemos una conversación pendiente.

Me tenso por completo. Sabía que era demasiado bueno para ser verdad. Pero él parece sentir mi tensión, porque se apresura a actuar.

—No pienses que te estoy juzgando—se apresura a decir—. ¿Pero de verdad hiciste eso?

—Sí—murmuro con enfado.

—¿Hablarías conmigo de eso? Hagamos esa pijamada que te prometí antes de que todo esto pasara—dice, jalándome hacia él—. Estoy cansado de que corras de mí.

Desvío la mirada con culpabilidad. Es cierto que probablemente no me he prestado muy abierta para hablar, pero todas las personas que han sabido de eso —a excepción de Lore— me han culpado. Es normal que tenga mis reservas. Además Alan me besó. No quiero que piense que soy otra de sus conquistas. Tal vez a él le guste ese tipo de vida, pero no es algo que yo pueda tolerar.

—Alan...

—Dime.

—No puedo ser una de tus conquistas—admito—. Entiendo que esa forma de vida te guste, pero eso... simplemente no es para mí. Lo siento.

Se queda mirándome por unos segundos, hasta que algo hace clic en su cabeza y se apresura a negar.

—Creo que estás confundida.

—No creo—me cruzo de brazos—. Te gustan mucho las mujeres, ¿no?

Se ríe de mi pregunta. No le veo lo divertido.

—Ven conmigo esta noche. Y te lo aclararé todo.

Mi mente comienza a asimilar el verdadero significado de esas palabras, devolviendo la emoción que sentí cuando me pidió pasar la noche en su apartamento la primera vez. ¿De verdad voy a dormir en su apartamento? Partes de mi cabeza gritan que es mala idea, y otras partes me gritan que deje de pensar y simplemente lo haga.

Pero quiero averiguar si es posible que sus sentimientos sean de verdad.


Valeria por el premioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora