Capítulo 13

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¡Rápido! Tengo que pensar, los pasos se acercan. Empiezo a correr, ¡ni siquiera sé a donde estoy corriendo! ¡No, ya está aquí! ¡Al suelo!

—Yo no veo nada—resuena la voz de Alan—. Tal vez estás alucinando.

Me arrastro con cuidado hasta detrás de uno de los sillones. Es mejor que no me vea aquí. ¡¿Cómo me metí en este problema, en primer lugar?! ¡Debí haberme quedado cómoda y tranquila en mi cama! ¡Pero no, tenía que buscar algo de emoción y de paso meterme en problemas! Ni siquiera sé como reaccionaría él si me ve.

—Si, tal vez—dice uno de ellos. Puedo oír mi propio corazón latiéndome en las orejas—. Oye, ¿por qué no nos tomamos unas cervezas?

 —Ya no tengo—bufa Alan—. Hay que ir a comprar.

—Bueno, entonces vayan ustedes —dice otra voz—. Yo los espero aquí.

Me asomo por el borde del sofá. Alan y los otros miran a uno de ellos con una expresión extraña. Miro la puerta con anhelo, es mi oportunidad. O tal vez no. Si tan solo pudiera salir corriendo... Sería mas fácil si todos salieran a comprar, pero incluso si uno solo se queda va a ser difícil. ¿Y si aprovecho cuando vaya al baño o algo así para escapar?

—¿Tu solo? —pregunta uno de ellos—. Pues yo me quedo también.

—Nah, vayan ustedes —insiste el otro—. Estaré bien, en serio. Solo necesito que se vayan, ya me están afectando sus feas caras.

—Sí, claro —uno de ellos se acerca demasiado a donde estoy. Me echo para atrás—. Como si tú fueras mas guapo.

Se ríen y después de decir un par de estupideces salen. Suspiro con pesadez, con cuatro personas menos me siento mejor. Pero sigue habiendo alguien aquí, no puedo bajar la guardia. Bien, el plan es esperar que la persona que queda se vaya al baño o a cualquier otro lado, aprovechar y salir corriendo. Luego me encerraré en mi habitación, me iré a dormir y olvidaré todo este incidente.

—Hola preciosa.

Salto por todas partes. Unos ojos verdes me observan con diversión desde la parte de arriba del sofá. Es todo, estoy perdida. Le dirá a Alan y a lo mejor va a pasar algo terriblemente incómodo.

—¿Se te perdió algo? —pregunta con una sonrisa.

No entiendo, ¿quiere delatarme o coquetear conmigo? Sea como sea, tengo que pensar en una excusa rápido.

—Ehh...

¡No, no hay explicación para esto!

—¿Eres la vecina? —pregunta, acercándose más—. Que suerte tiene ese desgraciado.

—Eh...

¡¿Qué hago ahora?!

—¿Y entonces? ¿Qué haces aquí?

—Pues... solo vine a pedirle un favor a Alan, pero como veo que están ocupados, mejor me voy—me río con nerviosismo—. ¡Adiós!

Me pongo de pie con rapidez. Tengo que irme antes de que ellos regresen. Pero ahora me doy cuenta, es el mismo tipo que me guiñó un ojo hace rato. ¿Quiere decir que de una u otra forma sospechaba de lo que estaba haciendo, incluso cuando aun no se me había ocurrido? Eso no tiene ningún sentido para mí.

—¡No tan rápido! —me jala del brazo—. ¿Por qué no te quedas? Si viniste a pedirle un favor seguro que estará encantado de hacértelo.

Me observa de manera maliciosa, como si pensara que hacer un favor se refiere a otra cosa. Por favor, que me deje ir. Esto ya es lo suficientemente vergonzoso. Sé que no tardarán y si me ven tendré problemas. Alan es impredecible, y las probabilidades de que le guste verme aquí y que me odie por la misma razón son iguales.

Sí, así de raro es él.

—¿Sabes qué? Si quieres quédate ahí escondida—dice con una sonrisita malvada. Está tramando algo—. Me gustaría ver cuánto tardan los otros en darse cuenta.

No, si alguien está aquí ya no tiene sentido. Ni siquiera había entrado antes, pero debo decir que su apartamento es mas bonito que el mío. No es la cosa mas maravillosa del mundo, pero da miedo el buen gusto que tiene para la decoración. No, ¡no! ¡Ese no es el punto!

—Me voy—me pongo de pie.

—¡David!—¡Mierda! Me tiro al suelo de nuevo—. Como no nos dijiste que cerveza querías, te trajimos la Corona. Espero que no te moleste.

—Gracias viejo, me muero de sed.

—Bueno, vamos a seguir con la planeación.

—Esperen. Quedémonos por aquí un rato—dice el susodicho. Abro la boca con indignación. ¡Lo hace a propósito! —. Ese cuarto es muy oscuro, relajémonos un momento.

Me asomo por el sofá, estoy tan asustada que siento frío hasta los dedos de los pies. Los chicos miran al tal David sin entender lo raro de su oferta. Son gamers, deben estar acostumbrados a mantener en la habitación. Bueno, pero a su vez Alan es bastante sociable.

—Sí, estoy de acuerdo—Alan se tira al sofá detrás del que estoy escondida. Salto en mi sitio—. Necesito relajarme.

—¿Entonces, Alan? Tu vecina es muy bonita.

¡¿Qué?! ¡¿Pero qué está haciendo?!

—Ya... —Alan duda.

Cruzo los brazos con indignación. ¿Ahora él duda que soy bonita? Voy a matarlo, sin importar que no le tenga confianza.

—¿Tienes una vecina? —dice otro de ellos—. ¿Y está buena?

Ruedo los ojos. Que pregunta tan cliché.

—Pues-

—¿Y ya te la tiraste? —pregunta otro.

¡¿Pero qué acaso los hombres no piensan con otra cosa que no sea con el pito?! Bueno, no todos, pero al parecer me tocó con los que sí. No quiero ni imaginarme lo que harán si me descubren.

—No, pero...

—¿Pero?

¿Pero?

—Un momento, ¿tú como sabes que tengo vecina? —pregunta con tono acusador. Suspiro, desilusionada. Quería saber la respuesta a eso—. Nunca te lo dije.

—La vi por casualidad. Estaba cerca de donde estábamos al llegar.

¡Lo hace a propósito! ¡Está haciendo todas estas cosas para intimidarme! Alan es malo, pero sus amigos son peores.

Se está haciendo tarde, ¿no van a volver a la habitación? ¿Y si se quedan aquí toda la noche y no puedo salir?

¿Y ahora como escapo de esto?

Valeria por el premioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora