Capítulo 33

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Lo más preocupante no es que estén hablando, sino que se están sonriendo. Mi instinto de huir se activa de inmediato pero no soy capaz de hacerle caso. Tarde o temprano voy a tener que entrar a mi apartamento, además Lore puede estar por llegar y no quiero que vea esto. Su estado emocional ahora mismo no es el mejor como para que además tenga que cargar con mis dramas.

—¿Y entonces por qué te saliste de la universidad al final? —escucho a Esteban decir.

—Es una historia muy larga, viejo—suspira Alan—. No quiero hablar de eso. ¡Ah, pastelito! ¡Ahí estás!

Salto en mi sitio cuando Alan me mira con una sonrisa. Parece realmente feliz de verme. De cierto modo me siento igual, como si me sintiera en casa cuando lo veo. Pero el ceño fruncido de Esteban es difícil de ignorar.

—¿Pastelito? —pregunta éste, confundido.

Retrocedo un paso. Esta es una mala idea, se supone que no iba a tener que tolerar a Esteban fuera del trabajo. Ni siquiera debería estar aquí, ¿cómo descubrió donde vivo? Debería irse, es tarde y Lore puede venir en cualquier momento. No quiero estar junto con el hombre que destruyó mi pasado y el que destruirá mi futuro.

Pero antes de que pueda escapar, Alan me jala del brazo y me lleva a su lado. Mierda.

—Esteban, ella es Valeria, mi vecina. Pastelito, él es Esteban, un viejo amigo.

El ambiente no puede ser mas pesado. No puedo creer que Alan lo conozca, ni siquiera puedo procesar el hecho de que Esteban está aquí. Su mirada me sigue afectando tanto como en el pasado, haciéndome sentir tan fuerte y tan débil al mismo tiempo.

—¿Podrías no llamarla de esa forma? —pide Esteban—. Es tu vecina, por Dios. Sigues siendo igual de mujeriego.

—¡Ja! Mira quien habla—Alan se separa de mí y le da una palmada en el hombro a su amigo—. Tú no te quedas atrás.

Es como si tuviera una piedra en el estómago. Podría vomitar aquí mismo. No entienden la clase de daño que esas conductas pueden causarle a mujeres ilusas como yo.

Ellos no entienden nada.

—Con su permiso—balbuceo mientras trato de alcanzar el pomo de la puerta, pero Alan me jala del brazo.

—Espera, tenía que hablar contigo.

Volteo a mirarlo con temblor. Estoy en zona de guerra. Esteban está aquí, pareciendo tan inocente después de todo el daño que me hizo. No quiero estar aquí con él, ya tuve suficiente soportándolo en el trabajo. Este es mi tiempo libre, debería poder disfrutarlo como quiera.

—¿Qué quieres...?—logro preguntar.

El rostro de Alan se contrae en confusión al ver que no estoy bien. ¿Por qué últimamente siempre me encuentro con él en los momentos mas vulnerables?

—Pues...—luce nervioso— era para preguntarte si querías entrenar conmigo una noche.

Ahora estoy mas confundida que antes.

—¿Entrenar?

—Sí. Se acercan los últimos encuentros, a la próxima será la semifinal. Así que pensé que podríamos entrenar juntos una noche antes de eso.

Ahora estoy intrigada.

—Pero soy el enemigo.

—Por una noche no pasará nada—se cruza de brazos con una sonrisita maliciosa—. Solo creo que sería bueno jugar con alguien fuera de mi equipo. Como para cambiar de aires.

La mirada de Esteban no deja de escanearnos a Alan y a mí, como si estuviera tratando de averiguar que clase de relación hay entre nosotros. Pero su petición me ilusiona. Está dispuesto a jugar conmigo a pesar de que soy de otro equipo. Quiero decir, ¿por qué haría eso? ¿Tal vez en el fondo quiere ayudarme? Pero no debería aceptar algo así, es el rival.

Vamos mujer, ¡por una noche no pasará nada!

—Claro. ¿Por qué no? —contesto, tratando de reprimir una sonrisa. ¿De verdad me lo está pidiendo? Es todo, ya estoy ilusionada.

—Genial—sonríe, rascándose la cabeza—. ¿Te parece si vienes a mi apartamento? Tengo un computador extra y podría ayudarte mejor desde allí. 

¿De verdad?

—¿Quieres tener una pijamada conmigo? —pregunto con diversión.

Sonríe con malicia.

—Pues eso no estaría nada mal.

Puedo sentir la ilusión brotando por todos lados, tanto que no me acuerdo por qué estaba triste hace dos segundos.

—¡Ejem! —carraspea Esteban, claramente incómodo—. Eres muy atrevido con tu vecina, ¿no te parece?

Alan se ve confundido.

—No entiendo cuál es el problema.

—¿Para qué la invitas a tu apartamento? —sonríe Esteban—. ¿Para aprovecharte de ella?

Me tenso. Él no sabe de lo que está hablando, es el que menos tiene derecho a hablar. Y en el fondo sé que Alan no es así. 

—Amigo...—Alan se ve muy tenso—. ¿Cuál es tu jodido problema? Creí que venías a visitarme. Lo que haga o deje de hacer con Valeria no es tu maldito problema, así que déjanos en paz.

—Pues mira que si es mi problema. Ni porque las mujeres te importaran. ¿No recuerdas cómo las mujeres caían a nuestros pies en la universidad? Vivíamos como reyes. Seguro que ella también es parte de ese plan.

Creo que quiero vomitar.

—A ella no la metas en esto—sisea Alan—. Sino quieres que pierda el respeto que tengo por ti.

—Buenas noches—interrumpe una tercera voz. ¡Lore!

—¿A ti que te pasó? —pregunta Alan, mirándola con sospecha. Tiene los ojos rojos.

—Nada que te importe—balbucea Lore, pasándose el brazo por los ojos. 

Sus ojos se posan en Esteban y abre los ojos a más no poder.

—¡¿Tú?!

Jalo a Lore hasta el interior de mi apartamento y le cierro la puerta en las narices a los dos hombres. Alan no sabe que Esteban me conoce y cree que vino hasta aquí para visitarlo, y fuera de eso son amigos desde hace tiempo. ¿Cómo pasó esto?

— ¿Qué diablos fue eso?—pregunta Lore—. ¡Y te fuiste sin mí!

Jalo a Lore lejos de la puerta. Las paredes tienen oídos.

—Alan y Esteban son amigos—admito.

—No te creo.

—Y Alan no sabe que Esteban es mi ex.

Lore se lleva una mano a la frente  y se ríe. De repente su celular suena, pero al ver quien llama su gesto se comprime en dolor y lanza el teléfono al sofá. Sonríe mientras suelta una lágrima. ¿Que cosa tan grave pudo haber pasado? Con sus labios temblorosos pregunta:

—¿Por qué los hombres nos complican tanto la vida?

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I'm back! ¡Lamento la desaparición! Pero no tuve internet por varios días u.u ¡Pero ya estoy de vuelta! Y las actualizaciones también :3

Valeria por el premioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora