—No creo que esto funcione—trato de acomodarme el enorme sombrero en la cabeza—. Además sabes que no se puede ingresar comida al cine.
—Pero son tus amados Doritos—me codea—. Yo escondo las gaseosas y tú los Doritos. Es trabajo en equipo.
—Bien, entonces yo me comeré todos los Doritos y tú te tomas las gaseosas.
—Eso no es justo—refunfuña.
—Se supone que son tu disculpa, así que son míos—me cruzo de brazos—. Eso si no termino en problemas por tu culpa.
Nos estamos acercando. Sí, es muy bonito y todo que me haya invitado al cine y haya comprado la comida, pero no contaba con el detalle de que quería que la entrara escondida. Él es alto y tiene una chaqueta en la que no se le nota nada, como si fuera algo mágico. Pero a mí me obligó a ponerme un estúpido sombrero con una punta muy alta, es muy obvio para cualquiera que ahí dentro podrías esconder algo.
Solo falta una persona más.
—Alan, me vas a meter en problemas—lo jalo de la manga—. En este cine los dueños son muy aguafiestas. ¿Por qué tenías que escoger este cine precisamente?
—No es para tanto. Solo inventa una excusa.
—Lore y yo ya hemos tenido problemas aquí por intentar meter comida. Por favor no me hagas repetir eso.
Es cierto, y esa vez fue mi idea. Nos había funcionado en otros cines, no tenía ni idea de que aquí la política era mas estricta. Después de eso simplemente decidimos que no volveríamos a intentarlo aqui.
—Ups, es tarde—sonríe—. Nos toca.
—Sus boletos, por favor—nos interrumpe el empleado de la entrada del cine.
Alan le entrega los boletos al empleado mientras éste comienza a ver mi sombrero con sospecha. ¿Qué hago ahora? Actúa normal, actúa normal. Silba de manera para nada sospechosa y finge que no está pasando nada.
—Que sombrero tan feo—comenta el hombre.
¿Y ahora que hago? Tengo que pensar rápido.
—Oiga, eso es ofensivo. Este sombrero es sagrado en mi tribu—me quejo, agarrándome del enorme sombrero con las dos manos.
Trato de contener la risa. ¿De mi tribu? ¿No se me pudo ocurrir algo mejor?
—No puede usarlo dentro del cine. Eso obstruirá la vista de las personas sentadas detrás de usted.
—No hay problema, tenemos asientos atrás—trato de seguir, pero el hombre me detiene.
Me mira con detenimiento, está empezando a sospechar. Es todo, estoy jodida. Miro a Alan en una súplica silenciosa pero él solo se está riendo. Que ni sueñe que le voy a dar Doritos, que se atragante a punta de gaseosas si quiere. Nota mental: no seguir los planes de Alan, son malísimos.
—Quíteselo ahora.
Noooooo.
—Ya le dije que es sagrado.
—Y yo le dije que se lo quite.
—Oiga, no le hable así a mi novia—se mete Alan.
Lo miro con cara de póker. ¿Su qué? De todos sus inventos para tratar de jugar conmigo ese ha sido el mas falso.
—No me interesa, no puede entrar si no se quita el sombrero.
Suspiro. Sabía que esto era una mala idea, así que termino por quitármelo. Adiós plan. Adiós Doritos. Los extrañaré.
—Bien. Pasen.
Cuando logramos entrar al cine no me lo creo. Buscamos nuestros asientos en medio de la oscuridad y subimos hasta lo mas alto. Cualquiera diría que estos puestos en el cine fueron escogidos con otro propósito. No es hasta que mi trasero toca la silla que me echo a reír. ¡No puedo creer que funcionara!
—¡Mis bebés! —abrazo el bolso que llevo conmigo—. ¡Funcionó!
—¿Ves? Te lo dije —se ríe mientras saca algunas gaseosas—. Nunca falla. Siempre revisan los bolsos aquí, pero si usas algo lo suficientemente llamativo, su atención se desviarán y no revisarán lo que llevas encima. Si no hubiera sido por esto no habríamos podido entrar la mercancía.
—¿Pero por qué teníamos que venir aquí? ¿No pudimos ir a otro cine y ahorrarnos todo esto?
—Ah, los boletos me los regaló un amigo—Alan se recuesta en su silla y extiende los pies—. Solo servían para este cine.
Es raro, pero estando tan arriba y con él al lado se siente cómodo de cierta forma. Tal vez la comodidad de las sillas también influye, pero de pronto ya no me siento tan mal. De hecho eso fue divertido.
—¿Y por qué quisiste venir conmigo? —me atrevo a preguntar.
—No sé—se encoge de hombros—. Estaban ahí sin usar y tú te sentías mal. Pensé que te haría bien salir y despejarte. ¿Funcionó?
—Sí, creo que sí—me río—. ¿Pero entonces que vas a comer?
—Pues esto—agarra mi bolso.
—¡Eso es mío! Si quieres algo ve y cómpralo.
—Claro que no, yo los compré. Que te quiera dar es otra cosa.
—Esta es tu disculpa—agarro los Doritos de nuevo.
—¿Y vas a comerte todo esto sin esto? —sonríe mostrando los dientes mientras me muestra una gaseosa frente a mi cara.
Decidimos hacer un trueque: yo tengo los Doritos pero si me los como así no mas me dará sed y probablemente me hará salir a comprar algo para pasar la sed, lo que provocaría que me pierda parte de la película, además de que aquí dentro cualquier cosa vale un ojo de la cara. Él tiene las gaseosas pero si toma muchas tendrá que ir al baño y también se perdería parte de la película.
—Te doy uno—cedo.
—Uno no basta—trata de alcanzar los Doritos, pero termino junto a su pecho mientras trato de alejarlos—. Tienes que darme al menos tres.
—¡No seas glotón! ¡Solo hay cinco!
Y uno que dejé en el apartamento. Es el primero que me mostró, no sé por qué lo aparté. ¿Tal vez porque era mas especial que los otros?
Al final llegamos a un nuevo acuerdo: Yo tendría tres porque soy la invitada aquí -y tengo que aprovecharme de eso-, y él tendría solo dos, pero si le llegaba a faltar tendría que compartirle del tercero. ¿Por qué siento que hay una trampa en medio?
—Eres un tramposo—farfullo—. Los cinco eran míos.
—Sí, pero no me dejarías morir de hambre, pastelito—sonríe y pasa su brazo por mi hombro—. Lo sabes.
—Tú me vas a dejar morir de hambre—me quejo, pero no digo nada sobre su brazo. Es confortante.
Ahora que lo pienso, se está comportando de manera diferente. Es como si quisiera estar cerca, todo lo contrario a la forma en la que se estaba comportando los últimos días. Ni siquiera le importa estar abrazándome. Pero a lo mejor es un truco, así que debo estar alerta.
Si su abrazo es un truco, pues es uno muy cálido.
🎮
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Ahhh siento que no me inspiré mucho en este capítulo, srry :(
(A lo mejor es porque tengo sueño)
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Valeria por el premio
Short StoryCuando su mejor amiga consigue pareja, Valeria comienza a sentirse mal porque se da cuenta de que su trabajo y su videojuego favorito son todo lo que le da sentido a su vida. Sin embargo un día una oportunidad de oro aparece frente a sus ojos, cuand...