Capítulo 20

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Alan


Nuestra vida es una ilusión. Un día eres feliz con las personas que quieres y piensas que siempre estarán ahí para ti, y al día siguiente simplemente desaparecen. Se van así nada más, se evaporan del mundo y ya no puedes contactarlas nunca más. No me cabe en la cabeza. Es incomprensible, una persona no puede desaparecer para siempre así nada más. No lo entiendo, de verdad que no. Ni siquiera alcancé a hablarle ese día. Ni siquiera pude entregarle la sorpresa. Mi madre murió pensando que yo era un bueno para nada al que no le esperaba nada bueno en la vida. Incluso si me quería, sé que sus expectativas sobre mí no eran muy altas.

Y probablemente tenía razón. Siempre la ignoraba cuando comenzaba a decir que era un vago que no servía para nada, pero la verdad es que no he hecho nada útil con mi vida. Nunca he tenido un trabajo con salario decente, la mejor parte de mi vida fue cuando estuve en las ligas profesionales del Lol y me daban una paga por ello, pero incluso eso lo arruiné.

Como si arruinara todo trabajo en el que intento algo.

El sonido de las palomitas explotando en la olla llega hasta aquí. Si ella supiera que soy un fracasado no se preocuparía tanto por animarme. Mas bien intentaría alejarse de mí. ¿Quién quiere estar cerca de un fracasado? Pero esta es la vida escogí. Ahora me arrepiento de no haber hecho algo con mi vida, pero me desesperaba más la idea de sentarme en una oficina con un bonito traje. No me dí cuenta de que era mas desesperante no tener un rumbo hacia donde ir.

—¿Te gustan con o sin mantequilla? — un montón de palomitas casi se estrella en mi cara.

Agarro el tazón, extrañado. ¿Por qué está haciendo esto? No sabe casi nada sobre mí. Llevo mucho tiempo tratando de convencerme de que me odia, así que era divertido tomarle el pelo. ¿Acaso quiere algo de mí? ¿O tal vez solo quiere ser amable? Me siento extraño aquí, este apartamento está demasiado iluminado y la luz del sol llega hasta mis pies.

Aun no puedo creer que mi madre ya no esté en casa. ¿Me he quedado solo? Es incomprensible para mí.

Un golpecito en la frente me despierta. ¡Duele!

—¿Qué haces? —refunfuño, molesto.

De verdad no debería estar aquí, no estoy en mi mejor ánimo. Pero creo que volver al departamento sería mas desesperante. Da igual, cuando salga de aquí volveré a la misma soledad de antes.

—Es mi turno de escoger la película—digo.

—No, tú escogiste la última vez.

—¿No dijiste que me ibas a dejar escoger a mí?

—Te estuve hablando como por diez minutos para que la escogieras.

¿En serio?

—Igual es mi turno—me quejo, cruzando los brazos.

—No seas niña—se burla.

La miro con indignación. ¿No se supone que me iba a consolar?

—Dámelo—trato de quitarle el control.

—Quítamelo—me saca la lengua.

En una situación normal seguramente habría tratado de quitárselo, pero me siento tan mal que no me siento con energías ni para eso. Solo quisiera que me diera un abrazo. Es todo lo que pido.

—¿Alan?

—Se fue... —entierro la cara entre mis manos— y no pude disculparme por ser tan miserable...

Cierro los ojos y la veo. No voy a soportar, me quiero morir. Debí haber muerto, ella tenía muchas cosas por hacer, en cambio yo no tengo nada. ¿Por qué no fui yo? ¡¿Por qué no fui yo al que le dio ese maldito infarto?!

—Vas a estar bien—murmura, poniéndome una mano en la espalda.

Es como si el nudo en mi garganta quisiera estallar.

—No, ya nunca voy a estar bien—sollozo.

Es como si desde que se fue mamá, todo fuera mas frío. Voy a extrañar sus caricias, sus palabras, sus cuidados e incluso que me llamara vago bueno para nada. Fue la mejor madre que pude haber pedido y a pesar de eso ni siquiera pude complacerla en la única cosa que quería para mi: que fuera un hombre con futuro. Me siento completamente hundido. Tengo un hueco enorme que nunca voy a poder llenar.

—N-No llores...—murmura. La estoy incomodando—. No llores...

La luz del sol que me golpea desaparece brevemente y sus brazos me rodean en un intento torpe de consolarme. Entonces lloro. Lloro por lo mal hijo que fui, por las cosas que hice mal, por no haber sido bueno ni con mi propia madre y por haber sido grosera con ella. Creí que tendría la oportunidad de enmendar las cosas, pero fue demasiado tarde.

No sé cuanto tiempo pasa, pero es liberador. Mientras me desahogo, en el fondo de mi mente me estoy preguntando si esto es incómodo para ella. La rodeo con mis brazos y la atraigo hacia mí mientras escondo mi cabeza debajo de su barbilla. Ruego porque esto no le moleste. Debería estarme aprovechando de la situación, pero de verdad me siento mal.

—Tranquilo, pequeño niño llorón—me consuela con un pequeño tono de burla—. Vas a estar bien.

Espero que sí.

Ella se va separando de mí pero yo no quiero dejarla, pero su incomodidad me obliga a echarme para atrás. Observo el cuello de su camiseta.

—Lo siento—murmuro, tocando la zona mojada.

—No te preocupes por eso—dice, acercándose a mí. Me pasa el control—. Podemos ver algo de miedo. Si te asustas dejaré que te aferres a mí mientras gritas.

Sonrío mientras me paso el brazo por los ojos para limpiar las lágrimas. Ya quisieras, pastelito.

Empuja las palomitas hacia mi dirección mientras sonríe. Es agradable que no me mire con lástima y que a la vez intente animarme. Es muy dulce de su parte, como ella misma. Pero ver la película y comer palomitas me anima un poco. Aunque no hablamos, la siento brincar en su sitio de vez en cuando ante alguna escena y no puedo evitar reírme por lo bajo. ¿Le tiene miedo a las películas de terror?

—Si te asustas te puedes aferrar a mí mientras gritas—murmuro seductor en su oído.

Suelta un escalofrío.

—Ya quisieras—refunfuña.

Me río y sin saber por qué paso mi brazo sobre sus hombros. Me tenso, ¿qué estoy haciendo? La miro con cuidado para ver si quiere patearme hasta el otro lado del universo, pero no hace nada. Solo está ahí quieta sin moverse. Pero si quito el brazo va a ser raro. Decido dejarlo ahí, pero ya no estoy tan tenso. La atraigo hacia mí. A la mierda, si quiere patearme que lo haga. Me siento mal, pero tenerla cerca me ayuda un poco.

Con el tiempo deja de tensarse y se relaja un poco, recostando la cabeza en mi pecho. Tengo las palabras atoradas pero no sé como decirlo. Y de nuevo me ha sorprendido porque es de las pocas veces que en lugar de pensar como llevar a una mujer a la cama, pienso en lo bien que se siente tenerla entre mis brazos.

 —¡Valeria! ¡A que no adivinas! ¡Conseguí la película que...! Oh por Dios...

—Ejem... ¿Interrumpimos algo?

Salto en mi sitio y pastelito se pone de pie. Son Daniel y su noviecita. ¡¿Qué hacen aquí?! No solo eso, sino que Daniel me vio en una posición íntima con una mujer y no sexual. Ahora no va a dejar de hacer preguntas.

Mierda.

🎮

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¡No! ¡¿Por qué se me tuvo que ocurrir que Lorena y Daniel aparecieran a último minuto?! ¡Pude haberlos dejado juntos mas tiempo! * llora *

Valeria por el premioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora