Alan se mantiene a mi lado en silencio, lo cual es raro porque pensé que estaría tratando de hacerme enojar. Caminamos hacia el supermercado, pero entre mas rápido camino, mas pronto me alcanza. Es agotador, yo no tengo las piernas tan largas como él. Le he dicho de todas las formas posibles que quiero estar sola, que me deje en paz, pero no entiende. A lo mejor es porque en su mente todo sigue igual que siempre.
Que molesto es estar enfadada sin que la otra persona sepa por qué. ¿Y si se lo dijera? No, entonces sabría que estuve en su apartamento. Lo hice para saber más sobre él, pero me enteré de lo que no me quería enterar.
Llegamos al supermercado. ¿Cuánto mas va a durar esto? ¿Hasta donde me va a perseguir? Que actúe como si yo le importara solo lo hace mas doloroso.
Algo me empuja por atrás.
—¡Cuidado! —me quejo.
—¿Necesitarás uno de estos? —pregunta, empujándome con un carrito vacío.
Me doy la vuelta, no quiero verlo. Ya no se burla tanto como antes, solo me sigue mientras me empuja con el carrito. Está tratando de hacerme reír, pero solo está siendo molesto. Si soy solo un juego, ¿por qué me está persiguiendo tanto?
—Oye —me jala del brazo—. Si no te caigo bien solo dímelo. Me iré.
No sé por qué, pero ese escenario me aterra. No es eso Alan, es que... no, no hay forma de que se lo diga. Tomo valor para mirarlo a los ojos, esos profundos ojos que me dejan sin aliento. No hay forma de que me caiga mal, me ayudó a asear mi apartamento, vio películas conmigo, me rescató esa noche en aquella borrachera y... creo que es la única persona en todo el edificio que parece preocupada por alguien más que por sí misma. Pero...
—Yo soy la que no te caigo bien—murmuro, agachando la mirada.
—¿Qué? ¿Por qué piensas eso?
—Pues... —me rasco la cabeza con nerviosismo —te escuché decir algo parecido.
—¿De verdad? —mira hacia arriba, tratando de pensar—. No lo recuerdo.
—Solo vete—me doy media vuelta y cojo el carrito—. Debes tener cosas mas importantes que hacer.
—No realmente —me alcanza, quitándome el carrito de las manos. De repente su mirada se desvía hacia el estante—. Oye... ¿tú sabes hacer pasteles por casualidad?
—Pues... —¿A qué viene eso? — sí, aunque hace rato no preparo uno. ¿Por qué...?
De repente comienza a echar un montón de cosas al carrito. Mi billetera está llorando. ¡Tengo dinero pero solo el necesario!
—¡No voy a pagar eso! —me ofusco.
—Tranquila—me dice, sonriendo con malicia—. ¿Me ayudarás a preparar un pastel si pago esto?
¿Qué? Eso es inesperado. Cuando nota que no le contesto, su sonrisa se borra y mira hacia otro lado con inquietud. Es raro verlo tan serio.
—Es que... el día del segundo encuentro es el cumpleaños de mi madre—dice. Me pongo pálida porque no sabía que ya habían anunciado el segundo encuentro. Debo revisarlo apenas regrese—. Pero está algo molesta porque cree que soy un vago. Si le hiciera un pastel... tal vez sería algo bonito para ella.
—¿De verdad? —me recuesto en el carrito, curiosa—. ¿Quieres hacerlo y no comprarlo?
—Sabrá si lo compro —se ríe—. Ya lo he intentado. Pero le gustan mucho los pasteles.
—¿Seguro que quieres que yo te ayude? —pregunto con duda—. Quiero decir... no me conoces mucho.
Suspira con pesadez.
—Mira, no sé que te hizo pensar que me caes mal o que te odio, pero no es así. Sé que vives sola, y yo también vivo solo, y sé lo mal que se siente pasar las tardes vacías en tu apartamento sin hacer nada, e incluso que existan veces que ni siquiera el Lol pueda llenar ese vacío. Solo crees que... bueno... ¿pueda ir a tu apartamento cuando esté aburrido, y tú puedas venir al mío sin que tengas que esconderte detrás de los sillones?
Me quedo pálida. ¡Demasiada información! Entonces si me descubrió. Me quiero morir. Desvío la mirada, y de repente me falta el aire. No puedo creerlo, me descubrió en mi odisea de espiarlo. ¡Qué horror! Ahora pensará que estoy detrás de él y que soy una acosadora. ¡¿En qué estaba pensando?!
—Lo siento—me excuso. Creo que me estoy ahogando con mi propia saliva.
—Sí, me tomó un buen rato saber de quién era esa voz, pastelito—me jala de las mejillas. ¡Duele! —. Eres una pequeña fisgona.
—No tengo una excusa para eso—me sobo la mejilla, adolorida. Lo miro con nerviosismo. Eso estuvo muy mal de mi parte. ¡No soy una acosadora!—. De verdad tengo mucha vergüenza contigo. No debí hacerlo. ¿Puedes olvidar eso?
—Lo olvidaré si piensas en lo que te dije —me dice con una sonrisa mientras pasa su brazo por mis hombros. Debería quitarlo, pero no lo hago. Es agradable. Que me pongan atención de esta forma se siente muy agradable—. ¿Qué dices?
—Pero somos enemigos en el torneo. No deberíamos fraternizar.
—Somos rivales, no enemigos. Tal vez algún día me toque contra ustedes, pero no será en el próximo encuentro. Así que tendremos un buen tiempo para crear una amistad fuerte y sólida.
Agacho la mirada, pensativa. Wow, si que ha revisado bien a sus contrincantes en el próximo encuentro, yo ni siquiera he mirado eso. A lo mejor debería hacerlo, apenas pueda debo hablar con los demás para que nos reunamos y entrenemos. No voy a dejarme ganar por él.
—Pero si me tocara contra ti no te tendré piedad —aseguro.
—Que linda—me da un beso sobre la cabeza. Ignoro el pequeño salto de mi corazón—. Pero yo tampoco te tendré piedad.
Sonrío, emocionada. Espero que no la tenga, porque definitivamente pienso ganarle. Si lo logro, será la mayor hazaña de toda la historia.
—Entonces... ¿me ayudarás con el pastel?
Observo el paquete de harina dentro del carrito. Se nota que nunca ha hecho un pastel, porque esa no es la harina correcta. Sonrío y la saco del carrito. ¿Por qué no? Puede ser divertido. Además a lo mejor así pueda descubrirlo mejor de una vez por todas, y descubrir por qué quiere pasar tiempo conmigo. Si sabe que lo estaba espiando, ¿no cayó en cuenta de que se refirió a mi como un juego frente a sus amigos?
Lo entiendo. Entonces aprovecharé su compañía todo lo que pueda, pero no me ilusionaré. Y cuando sea el momento lo dejaré ir. Será el momento cuando se canse de mí, y entonces lo sabré.
—Pero me ayudarás a cocinarlo—lo señalo.
—¡Genial! —me jala de la mano—. Vamos, hay que ir a buscar los demás ingredientes.
Alan me jala por el pasillo del supermercado y por un momento la soledad desaparece. La emoción ante la posibilidad de ser amigos me invade, pero en el fondo sé que no me quiere. Que solo me usa para desaburrirse o algo así. Ya he vivido un escenario parecido antes.
Le daré la oportunidad. Y cuando quiera irse en mi contra y deshacerse de mí, lo sabré. Estaré lista.
🎮
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Hasta yo estoy dudando ya. ¿Qué será lo que está pasando realmente dentro de la cabeza de Alan? No, en serio, estoy dudando, alguien que me ayude :'v
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Valeria por el premio
Short StoryCuando su mejor amiga consigue pareja, Valeria comienza a sentirse mal porque se da cuenta de que su trabajo y su videojuego favorito son todo lo que le da sentido a su vida. Sin embargo un día una oportunidad de oro aparece frente a sus ojos, cuand...