Mientras más se recuesta en el sofá mas tensa me pongo. Estoy detrás de él y no se ha dado cuenta. A ver si recuerdo como se respira. Sí, así era, inhalo y exhalo. Inhalo y exhalo. Tengo que salir de aquí. ¿O tal vez debería dar la cara? Esta conversación me está incomodando y el amigo de Alan solo lo hace por mala intención. ¡Para ponerme nerviosa! ¡Por eso quería que me quedara!
—¿Valeria estaba cerca? —pregunta, en un tono de voz entre extrañado e ilusionado.
Me llevo una mano al centro del pecho. Es la primera vez que dice mi nombre, y no se por qué pero eso me hace sentir bien. A veces quisiera conocerlo mejor, pero no niego que una parte de mí le tiene miedo. Conozco a los de su tipo.
—Ayyy que tierno, se nota que la quieres.
Alan se ríe. Trago con fuerza, comienzo a presentir que estar aquí es muy peligroso y no solo por el hecho de que puedan descubrirme.
—Claro que no—afirma—. Solo es un juego, como todas.
Casi puedo escuchar a mi corazón romperse. Ni siquiera sabe que estoy aquí, pero si se lo está diciendo a sus amigos debe ser verdad. Claro que no, casi no me conoce y desde el principio solo me ha visto como un reto. Ni siquiera sé por qué me ha contado las pequeñas cosas que sé sobre él. ¿Solo era para ganarse mi confianza? ¿Para burlarse de mí? Le doy un puño al suelo. ¡Es un imbécil!
—¿Oyeron eso?
—¡Mierda!
Me tapo la boca con las dos manos. ¡Hablé!
—¿Qué carajos...? —Alan se pone de pie y comienza a mirar alrededor.
No puedo ver con claridad, ahora me va a descubrir. Siento una extraña presión en el pecho. ¿Por qué quiero llorar? Siento que ahora lo veo todo mas claro. Solo soy una burla para él. No quiero estar aquí, no quiero estar cerca de él. No quiero ser un juego otra vez. No como Esteban. No quiero repetirlo.
—Creo que vino del cuarto.
—Vamos a ver.
Los pasos se alejan, y en ese momento aprovecho para salir corriendo. La presión duele y el hecho de ser utilizada aun más. Me paso el brazo por los ojos. Al menos no lo dejé ir mas allá. Pensar que se estaba ganando mi confianza, pensar que una parte de mí se estaba encariñando con él. Pero todo fue un error.
Cierro la puerta de mi apartamento con el corazón en la boca, y entonces me dejo caer. Un cabello rubio extrañamente familiar pasa un momento por mis recuerdos, y entonces duele mas. No, no voy a llorar. Pero me duele mucho, aunque quiera... no me dejaré caer.
Pero es culpa mía. Lo sabía desde el principio, nunca debí hacerme ilusiones. Es solo que a veces puede ser tan lindo y amable que es difícil de creer. Se le hace raro que lo trate con hostilidad e incluso parece recriminarme por eso con la mirada, pero es lo que se merece. ¿Quiere las cosas a las malas? Serán a las malas entonces. Si hay alguien que va a caer vas a ser tú, maldito infeliz.
Voy a ganarle en ese torneo, sin importar lo que me cueste.
Alan
—Eso fue raro—dice Oscar, saliendo del cuarto—. Oí la voz de una mujer, y juraría que fue por aquí.
Señala el asiento donde yo estaba sentado. Es verdad, yo también lo oí. Prácticamente sobre mi oreja, y no solo eso, sino que la voz me recordó a la de pastelito. Pero eso es imposible, ella nunca ha entrado aquí y David me dijo que la vio en otra parte. ¿Acaso estoy tan loco que ya estoy imaginando su voz? ¿Y si era ella? ¿Y si escuchó lo que dije? No, eso es imposible. Mañana cuando la vea lo comprobaré. Encontraré una excusa y me toparé con ella, entonces comprobaré que no tengo nada que temer y que sigue tratándome igual que siempre. No tengo por qué asustarme, solo fue mi imaginación. ¿Verdad?
—Tal vez a Alan se le está saliendo lo marica —dice David, riéndose mientras me mira.
—Muy gracioso—le digo, con la vista fija en el sofá.
La escuché como si estuviera en mi oído. Pero no pudo ser mi imaginación si todos los demás la oyeron.
¿Y si pastelito estaba aquí? ¿Será posible?
—¿Nadie vio a una chica por aquí? —pregunto, mirando a mi equipo. Se miran entre ellos—. Vamos, si esto es una broma no tiene ninguna gracia.
—No te asustes tanto—se ríe Jose—. Seguro que era la vecina, pegándose el dedo chiquito contra alguna mesa y soltó el insulto.
—No, la oí demasiado cerca.
—Ah, ¿entonces era ella?
¡No lo sé!
—¿Qué pasa, Alan? —pregunta David con una sonrisa maliciosa. ¿Por qué siempre tiene que estar haciendo planes para sacarme de mis casillas? —. Dijiste que solo era un juego.
—¡Sé lo que dije!
Están empezando a mirarme raro. Esto no es bueno, no debo llamar la atención empezarán a hacer preguntas. ¡Ni siquiera yo sé lo que está pasando con ella! Si, tal vez lo imaginé. Tal vez todos lo imaginamos. No importa, solo sigamos con lo que estábamos y volvamos a nuestro asunto. No quiero pensar sobre el tema.
—Como sea, no hay nadie aquí—termino por decir—. Terminemos de planear nuestra estrategia.
—Estás raro.
—Solo estoy estresado, ¿bueno? —no me creen. Lo veo en sus ojos. Pero si se supiera que me gusta alguien sería la burla—. Volvamos al juego.
Mi imaginación. Si, eso es. Me pregunto que estará haciendo ella ahora. Probablemente estará viendo alguna de esas películas ñoñas de romance que le gusta ver. Cuando estuve en su casa noté que tenía una gran colección de ellas. Ojalá que un día entienda que el amor no se parece en lo mas mínimo a lo que lee en esos libros de fantasía.
Me detengo con el pomo de la puerta en la mano mientras los demás entran.
Si hay algo que me gustaria es que Valeria fuera solo un juego.
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Bueno, bueno, ¡esto es nuevo! ¿Pero entonces ella es un juego o no? ¿Y qué pasa con Alan entonces?
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Valeria por el premio
Short StoryCuando su mejor amiga consigue pareja, Valeria comienza a sentirse mal porque se da cuenta de que su trabajo y su videojuego favorito son todo lo que le da sentido a su vida. Sin embargo un día una oportunidad de oro aparece frente a sus ojos, cuand...