Capítulo 36

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Alan


Sé que debí decirle algo pero no fui capaz de hablar. Pensé que quería que me alejara y ya no la molestara, pero ya no estoy tan seguro. Después de que Esteban me contara la verdad sobre ella, comencé a pensar que su distanciamiento repentino era por mí. Quiero decir, humilló a una persona por venir de una familia pobre, ¿quién dice que en el fondo no me juzga por ser un fracasado? Quiero decir, Esteban la conoció antes que yo, es muy probable que estuviera acostumbrada a pensar así de las personas y además él me lo aseguró. ¿Qué hay de mí? No he hecho nada grande con mi vida e incluso cuando ella aseguró que no le importaba, siempre la noté algo inconforme con la idea. Incluso si dice que no le importa, puede que en el fondo si lo haga. ¿A lo mejor solo me está teniendo lástima?

¿Es por eso que no quiere hablar conmigo de lo que pasó? No quiero recriminarla, solo quiero entender y asegurarme que no piensa lo mismo de mí. Pero ya no estoy tan seguro.

Por eso decido llamar a Daniel. ¿Acaso ella también piensa que soy un perdedor? Quiero demostrarle que no es así, que incluso yo puedo tomar las riendas de mi vida y aspirar a algo mejor. No quiero que en su interior me juzgue por tener un empleo mal pagado. ¿Y si en el fondo no me cree suficiente para ella?

Que sorpresa que me llames—empieza él cuando contesta el teléfono—. Ni siquiera has vuelto a nuestras reuniones del grupo, y tú eras el que insistía que no debíamos faltar.

Se oye molesto.

—Necesito un favor—digo con incomodidad—. Quiero que me des trabajo.

Desde aquí lo puedo escuchar atragantarse con algo, y luego comienza a toser. Está sobre reaccionando.

¿Oí bien? ¿Quieres que te de trabajo? ¿Sabes cuántas veces te lo he ofrecido?

Ruedo los ojos, porque sé que se viene una sesión de "te lo dije". Le encanta echarme cosas en cara. No quiero que haga demasiadas preguntas sobre el por qué cambié de opinión, solo quiero que vayamos al grano.

—¿Lo harás o no? —contesto ofuscado—. Si no es así no me hagas perder mi tiempo.

¿Te molestaría estar en el departamento de informática con Lorena?

Me quedo mudo. ¿Esa mujer de nuevo? Ni siquiera me cae bien, ¿por qué tengo que trabajar con ella? Olvídalo, mejor me quedo así. Pero algo me frena. Sí, es eso de nuevo. Estoy harto de que todos me consideren un perdedor, incluso ella. Quier demostrarle que yo también puedo ser digno.

—Lo haces a propósito, ¿no?

—suena orgulloso—. Ni creas que me iba a quedar sin vengarme. Igual quiero que la cubras un par de días mientras se ausenta. Cuando regrese trabajarías con ella.

¿Qué? Eso es raro.

—¿De qué hablas?

Escucho a Daniel suspirar con pesadez. ¿Aun no supera los problemas con su novia? Pero si eso fue hace como una semana.

Iremos a ver a Luna— dice finalmente. ¿Qué? ¿Está loco? —. Juan David va a ocupar la presidencia mientras no estoy.

—¿Perdiste la cabeza? —me río—. ¿Vas a llevar a tu novia con tu ex, la que además está loca? No jodas Daniel. Todos te dijimos que deberías dejar de verla, ¿y ahora vas a llevar a tu novia contigo?

No es eso—dice con insistencia—. El hecho de seguir viendo a Luna me está causando problemas en la vida diaria, no solo por Lorena sino por muchas cosas. Incluso terminé alejando a Lorena porque no supe manejar la situación con Luna en la reunión con ella este mes. Así que iremos a hablar con los padres de Luna y a acabar con este estúpido trato de verla todos los meses de una vez por todas.

—No sé hombre, no sé si esa sea la mejor solución.

Creéme, lo es —suspira, sonando realmente cansado—. Es lo mejor. Mira, solo preséntate el lunes a primera hora bien vestido. Nos has visto a Juan David y a mí con los trajes de oficina, sabrás que ponerte. Tengo que dejarte amigo, pero me alegra que hayas decidido darme la oportunidad de ayudarte. Nos vemos.

—¡Pero yo no tengo un traje!

No alcanza a escucharme, el muy desgraciado me ha colgado. Me paso las manos por el cabello y respiro profundo. ¿Y ahora de donde carajos me saco un traje? A lo mejor alguno de mis amigos pueda prestarme uno. No solo eso, sino que el traje debe ser de mi talla. A ver, ¿quién de mis amigos puede tener un traje de pinguino que sea de mi talla?

Esto va a ser mas difícil de lo que pensé. Solo espero que la cara que pastelito ponga al verme valga la pena. A lo mejor de esta forma me considere alguien mejor.


Me ajusto la corbata una vez más con nerviosismo. Miro al edificio de la empresa Astaron con aburrimiento, ¿cómo terminé aquí? Incluso renuncié al supermercado. Debo estar enloqueciendo. Si con esto no logro demostrarle a Valeria que yo tambien valgo, pues va a ser un golpe que no será tan fácil de reponer.

Logro llegar al área de informática sin toparme con pastelito ni con su amiga del torneo. Sería malo que me vieran aún, quiero que sea una sorpresa. Incluso le pedí a Daniel y a Juan David que guardaran silencio.

Al llegar Juan David y otra persona están esperándome.

— ¡Alan, hombre! —Juan David me saluda con una palmada en la espalda que casi me saca el aire—. ¡Que sorpresa tenerte por aquí! Y no te preocupes por ya sabes quién, me aseguré de ponerle trabajo suficiente como para que no tenga que salir de la oficina en toda la mañana.

—Tampoco quiero que la ahogues de trabajo solo porque estoy aquí— me cruzo de brazos—. En algún momento me tendrá que ver.

—Eres tan tierno cuando estás enamorado—sonríe con burla. ¿De qué habla? No estoy enamorado... ¿o sí? —. En fin, te presento a Santiago. Él te ayudará a ponerte al día sobre el trabajo de Lorena para que sepas lo que tienes que hacer. Y en serio me alegras que hayas decidido tomar la oportunidad, amigo.

—Solo es temporal—farfullo, aunque ni yo estoy seguro.

—No importa, que hayas decidido intentarlo ya vale mucho—insiste con franqueza—. Te dejo, debo ir a hacer algunas cosas, pero suerte con ello.

Juan David me da una nueva palmada en la espalda y se marcha, dejándome a solas con Santiago. Me siento muy expuesto aquí, como si fuera un bicho raro. Todos están en su salsa y saben lo que tienen que hacer, pero yo no sé nada. Normalmente soy muy sociable, tal vez deba usar eso a mi favor mientras aprendo.

Pero al menos aquí, en algún momento pastelito se verá obligada a hablar conmigo, y no para desearme suerte, sino para aclarar sus sentimientos de una vez por todas.

Valeria por el premioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora