—Tienes que estar bromeando—agregó Iván, que hablaba con Alejandro.
—Se puede quedar en el departamento que está a una cuadra si no lo deseas en casa.
Iván sonrió. Sabía que Alejandro había tomado una decisión y, sin importar cuán enojado estuviera, no daría marcha atrás.
—No es eso. ¿Qué va a hacer aquí? ¿Qué podemos brindarle?
—Él es buen jardinero.
—Me estás jodiendo.
—¡Es la verdad! Obviamente lo llevo conmigo porque necesita contención. Más adelante va a tener fuerza para continuar y formarse un futuro. Puede estudiar también.
—Sí, claro. Ale, tiene 25 años.
—Hay clases online. No hay limitaciones para eso.
—¿Qué hay de su entorno? Esto es Rusia. Es muy diferente a donde vive. Va a sufrir, Ale.
—No lo hará, nos tendrá a nosotros.
Iván se humedeció los labios y sonrió del otro lado del teléfono.
—Es increíble que haya aceptado.
—Iván, tiene voluntad para salir adelante. Soy la única familia que le queda. No voy a dejarlo solo.
—Sé que no lo harás, mi médico favorito jamás lo haría.
—Idiota.
Ale no quiso que sonara tan afectuoso, pero fue imposible.
—Soy el tipo de idiota que te hace estremecer, así que está bien.
Alejandro no iba a negar todo lo que Iván producía en su cuerpo, la forma en que encajaban como piezas de un rompecabezas, única y perfecta.
—¿Cuándo regresas?
—Salimos para Moscú mañana a las nueve.
—¿Es normal que muera por tenerte?
Cada vello de la piel se le erizó.
Alejandro acarició su larga cabellera rubia, peinándola con los dedos.
—No lo sé, pero que nos ocurra lo mismo es bastante bueno. Nos vemos, Zhukov. Salúdame a Vanya.
—Nos vemos, amor. Cuídate.
Ale se quedó en el celular con una sonrisa tonta.
«Amor».
Iván le llamaba así todo el tiempo.
Si dos años atrás alguien le hubiera dicho que viviría una relación así de gratificante y sublime, se habría reído con incredulidad. Ahora, después de compartir obstáculos y amor, estaba más que convencido de que había tomado la decisión correcta al aceptar ese trabajo en Moscú.
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Mi secreto T.O Libro 2 (Gay +18)
RomanceTe odio... Charlie lo dijo mientras el aliento de ese hombre estaba sobre su cuello Te odio... Se lo repitió mientras embestía una y otra vez dentro de su ser y lo llenaba de sensaciones desconocidas y excitantes Todo en Gabriel Petrov era equivoca...