—¿Tienes idea de cómo me excita verte salir de la ducha con la toalla atada a la cintura?
Iván estaba tirado en la cama de costado. Su codo yacía sobre el colchón.
Alejandro metió los dedos entre su cabello largo y sedoso, los finos hilos dorados que Iván adoraba estirar y sujetar en pleno acto sexual.
Los ojos azules de Ale brillaron y entonces su mano se movió sensualmente hacia el nudo de la tela blanca que envolvía su parte baja.
—Ha sido un largo día. De seguro estás muy cansado —dijo con una sonrisa irónica.
Entretanto, Iván se acercaba a la orilla de la cama y tiraba de la toalla que lo recubría, arrastrando el cuerpo delgado a su regazo.
—Sí estoy muy cansado, por lo que solo te lo haré dos veces.
—Eres insaciable.
Iván asintió. Luego sujetó su rostro y acercó su boca a la de Ale, devorándola. El médico se sostuvo de los poderosos hombros del ucraniano y respondió el beso con avidez. De pronto, el mundo había desaparecido, solo estaban ellos dos, una cama, sus jadeos y gemidos, que los llenaban de más deseo.
—Te amo, te amo. —Iván no despegaba su vista de esa hermosa imagen que se ubicaba debajo de él y le susurraba toda clase de cursilerías que jamás se hubiera animado.
—Yo también te amo.
Alejandro abrió sus piernas, acomodando a Iván mejor entre ellas. Logró que el embiste fuera más duro, si eso fuera posible.
—Vamos, destructor, hazme gritar.
Alejandro chupó el lóbulo de la oreja para después dar un gemido que erizó la piel de Iván y le dio impulso para follarlo con más fuerza. Ale cerró los ojos y las lágrimas rodaron por sus mejillas. Su esencia se liberó entre sus vientres. Era tan intenso y sublime. Iván lo hacía arder con su toque, lo hacía caer preso en la lujuria y anhelar quedar encadenado allí.
—Eres todo, Alejandro. Jamás podría vivir sin ti. —Tres estocadas firmes y el líquido caliente y espeso de Iván empezó a llenar al médico—. Quiero esto todo el tiempo. Eres mi luz.
Iván no mentía. Quizá no derramaba lágrimas como Ale cada vez que lo hacían, pero lo envolvía un sentimiento tan profundo que de solo imaginarse lejos de su médico le costaba respirar. Era demasiado doloroso incluso pensarlo.
Se cubrieron con la sábana, se besaron y disfrutaron de la humedad de sus cuerpos.
—¿Te das cuenta de que ahora tendré que bañarme de nuevo?
—Valió la pena, ¿no?
—Mucho más. —Ale se abrazó al cuerpo a su lado y su nariz acarició el cuello, estremeciendo a Iván—. ¿Qué quería hablar Vlad contigo hoy?
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Mi secreto T.O Libro 2 (Gay +18)
RomanceTe odio... Charlie lo dijo mientras el aliento de ese hombre estaba sobre su cuello Te odio... Se lo repitió mientras embestía una y otra vez dentro de su ser y lo llenaba de sensaciones desconocidas y excitantes Todo en Gabriel Petrov era equivoca...