El espacio en el deportivo se había reducido. Carlos se cruzó de brazos luego de arreglarse el cabello. Gabriel se sentó a su lado y observó cómo la escarcha fría se posaba en el vehículo. Ninguno de los dos deseaba hablar y el ambiente se colmaba de sus respiraciones.
—Charly...
—No —interrumpió —, he escuchado bastante de ti. Es hora de que tú me conozcas.
—Lo hago —repitió ansioso—. Sé que eres una buena persona.
—Claro que no, nunca lo fui. Traicioné a mi hermano hace mucho tiempo. Causé una herida tan profunda entre él y mi madre, a tal punto de que no me permitió que lo llamara para que estuviera con ella antes de morir.
Gabriel tragó saliva y frunció el ceño. Esas acciones no parecían de ese mismo hombre hermoso con el que alternaba apasionados encuentros.
—Era el orgullo de mi hermano. Gané mi primer torneo de tenis nacional cuando tenía 15 años y de ahí nunca paré. Fue todo un reto. Era pobre, no tenía los recursos necesarios, por lo que mi hermano, recién graduado, trabajaba horas de guardia ininterrumpidas para ahorrar dinero para los viajes que debíamos realizar, viajando a diferentes provincias y luego fuera de mi país.
—¿Qué fue lo que ocurrió?
Gabriel se puso de costado y lo contempló sin perder detalle, a ese ser que estaba acongojado por lo que relataba y lo que vivía.
—Tenía 17 años cuando jugué el Campeonato Junior de Roland Garros. Ambicionaba tanto la riqueza y el reconocimiento a esa edad. Cada vez que me recuerdo es como si viniera a mi memoria la vida de otra persona.
—Y tal vez sea así.
—¿De qué hablas?
—A veces apenas me reconozco cuando estoy contigo, cuando te beso y te tengo en mis brazos. Ni en un millón de años esperé esto de la vida. Para mí no había nada prohibido hasta que te vi esa noche.
Los ojos de Carlos se llenaron de lágrimas. Se encontraba impotente y enojado por ser incapaz de controlar a su corazón, por permitir que Gabriel llegara tan lejos.
—Mi hermano era mi gran sostén, mi médico. Esa tarde, en la semifinal, sufrí una lesión en la rodilla derecha, un golpe intentando recuperar una pelota, y el ligamento cruzado anterior se rompió.
Gabriel hizo una mueca, como si fuera capaz de escuchar el pequeño y trágico sonido, y luego el dolor, ese que viaja inmovilizándote hasta la nuca a la velocidad de la luz.
—Gané la semifinal y decidí que nada iba a detenerme a pesar de los consejos de Alejandro.
—¿Estabas mal de la cabeza? —El ruso apenas creía lo que oía.
—Te dije que anhelaba triunfar, salir de mi ciudad, conocer el mundo, ser famoso, y todo estaba ahí. ¿Cómo piensas que iba a botarlo a la basura?
—Nadie habla de tirar todo, pero era una lesión grave, ¿no pensaste en las consecuencias?
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Mi secreto T.O Libro 2 (Gay +18)
RomanceTe odio... Charlie lo dijo mientras el aliento de ese hombre estaba sobre su cuello Te odio... Se lo repitió mientras embestía una y otra vez dentro de su ser y lo llenaba de sensaciones desconocidas y excitantes Todo en Gabriel Petrov era equivoca...