Intenso y depravado, Gabriel sabía que ese hombre había nacido para saciar sus más sórdidas fantasías y encontrar tanto placer en ello de la misma forma que él.
Apoyado contra la pared de baldosas grises, el vapor los envolvía y el agua caliente caía abundante. Las piernas de Carlos aprisionaban su cintura. Luchaba haciendo equilibrio sin un lugar para sujetarse en la lisa pared. Las manos resbalaban y solo le quedaba volver al hombre frente a él, que no le daba respiro.
Era la segunda vez que lo hacían. Las piernas de Carlos temblaban y su entrada dolía como el infierno, pero por algún motivo no podía parar. El cuerpo de Gabriel lo llamaba, lo invitaba a vencer sus propios límites y a mantenerse incansable y bailar al son del placer de sus manos y besos.
—Tienes cámaras de seguridad —aseveró Gabriel, que afirmó su mano derecha a la pared, mientras que con la otra sostenía a Carlos de una de sus nalgas para continuar enterrándose en él.
—Descuida, Iván nunca las ve, mi hermano me lo ha dicho.
—¿Esa es una invitación a regresar?
—Esa es una suerte que no se repetirá.
—No me mientas, pequeño gnomo. Después de esto me buscarás a cada paso.
Carlos se sujetó de los hombros de Gaby, se acercó a él y le dejó un lametón en sus labios.
—No, Gaby, tú me buscarás. Si quieres negarlo, allá tú. —Dobló las piernas con fuerza y comenzó a empalarse él mismo.
Gabriel estaba maravillado. Observaba ese agujero succionarlo por completo y al abdomen de Charly contraerse, tomando el placer de su cuerpo.
Se miraron sin decir palabras, seguros de esto que vivían, deseándose de un modo cruento.
Nada existía, excepto ellos.
Gabriel lo agarró de las nalgas y lo tumbó en el suelo mojado y tibio, frente a frente.
Carlos lo rodeó con sus piernas y enredó los brazos en su cuello.
Y volvieron a besarse. Dientes, lengua y labios chocaron con salvajismo.
Gaby descendió por el cuello y pinceló con su lengua los pectorales llenos de mordidas y chupetones. Era la primera vez que una pareja le dejaba hacer todo lo que le placiera. Carlos era perfecto. Esa impúdica combinación entre lo femenino y masculino, lo inocente y lascivo. Rodeó el pezón con su lengua habilidosa y su boca succionó. Los ojos de Charly iban hacia atrás y sus caderas tomaban vida propia, meciéndose con fuerza y encontrándose con la pelvis de Gabriel, que embestía a toda velocidad.
—Espera, no hagas eso.
Carlos se había quedado sordo. Siguió sus movimientos, lo que hizo que un gemido saliera de los labios de Gabriel y su esencia se derramara en su interior.
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Mi secreto T.O Libro 2 (Gay +18)
RomanceTe odio... Charlie lo dijo mientras el aliento de ese hombre estaba sobre su cuello Te odio... Se lo repitió mientras embestía una y otra vez dentro de su ser y lo llenaba de sensaciones desconocidas y excitantes Todo en Gabriel Petrov era equivoca...