«Tranquilo. Si alguna vez me decido por un hombre, será por un ganador».
La frase había sido peor que un golpe en la cabeza de Gabriel. ¿Quién mierda se creía este pendejo? El portazo de su habitación tuvo tanta fuerza que su novia dio un salto en la cama.
—Cariño, ¿estás bien?
—¡¿Crees que puedo estar bien?!
—No, pero...
—Entonces sigue durmiendo y deja de preguntar estupideces.
Anyka tragó saliva e hizo lo que su pareja le ordenó; se acomodó de su lado en la cama y fingió que volvía a caer en sueños.
Gabriel respiraba con intensidad, enojado consigo mismo y con su conducta. Salió de la habitación y se dirigió a la sala. Necesitaba beber algo. Buscó la botella de vodka y rebalsó el vaso, bebiéndolo de un tirón. El líquido ardió en su garganta y llenó su estómago.
«Las dos de la mañana».
Tenía una conferencia importante al día siguiente. La prensa estaría atenta a su estado de ánimo y debía contestar cada pregunta como si las neuronas de su cerebro todavía tuvieran la capacidad de conectarse y generar ideas coherentes.
—¡Mierda! —Arrojó el vaso al piso.
La ira lo consumía, como si fuera incapaz de acallarla. Y, cuando ese monstruo tomaba posesión de su cuerpo, Gabriel hacía cosas terribles, cosas de las cuales se arrepentía pese a negarlo.
Se humedeció los labios y le pareció sentir el sabor de Carlos sobre ellos, dulce y lascivo, una mezcla de ternura y ráfagas incontrolables de pasión que lo habían cubierto cuando asaltaba la boca de ese hombre molesto y lindo.
«Sí, es lindo, algo...».
El pobre era tan miope que incluso le costaba admitirse la verdad a él mismo.
«El hermano del doctorcito».
Se había reído tanto de Iván cuando este cayó inexorablemente por el doctor Ferrari y ahora...
No, no se iba a entregar a sus bajos instintos y menos por un tipo sin importar lo impresionante, bello, dulce y atrayente que fuera. Él era heterosexual. Estaba a punto de perder todo por la ira, por dejar que el lado oscuro lo dominara todo el tiempo, por negarse a jugar sus cartas como Vladimir y sus entrenadores le decían.
El celular vibró sobre la mesa de vidrio de la sala. ¿Quién carajo podría ser a esa hora? Tomó el teléfono y observó la pantalla.
—Lukas.
—¿Dime qué parte de es hora de que seas inteligente no has entendido?
—Cierra la boca.
—¿Quién mierda piensas que soy? ¿Tu criado? ¿Sabes todo lo que he hecho para posicionarte mejor que Zhukov?
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Mi secreto T.O Libro 2 (Gay +18)
RomanceTe odio... Charlie lo dijo mientras el aliento de ese hombre estaba sobre su cuello Te odio... Se lo repitió mientras embestía una y otra vez dentro de su ser y lo llenaba de sensaciones desconocidas y excitantes Todo en Gabriel Petrov era equivoca...