La camioneta de Vlad se estacionó en la puerta de la casa de Anyka. Ella lo observó por un instante. Él estaba demasiado ansioso porque descendiera del vehículo y no encontrar su mirada. Haría una locura. La conversación con Gabriel había trastocado su cabeza y la frase daba vueltas como una calesita.
«Mi querido Vlad, hay dos clases de personas; las que hacen las cosas bien a pesar de que el mundo les dice que están mal y los que se encargan de vivir la vida del mundo. Tú eres del segundo grupo».
Anyka estaba allí, inmóvil. Sus manos estaban sobre el pequeño bolso apoyado en su regazo. Mordía su labio inferior, esperando. La cuestión era qué. ¿Esperaba que Vlad se acostara con ella y que le dijera lo hablado con Gabriel? Estaba confundido y temeroso de hacer algo que la lastimara más de lo que ya estaba.
—Lamento que Gabriel tuviera que irse de ese modo.
—¿Nunca te cansas de pedir disculpas por él? ¿Crees que soy tan tonta como para pensar que Gabriel se molestaría en saber cómo estoy?
Los dedos de Vlad tamborilearon sobre el volante. Era el mánager de Petrov, estaba allí para dejar su imagen lo mejor posible, incluso cuando se trataba de su novia.
—Estás enojada ahora. Será mejor que hablemos mañana, ¿estás de acuerdo?
La rubia apretó los dientes y su respiración se aceleró.
—¿Te gustaría pasar a tomar un trago?
«Carajo».
Vladimir entrecerró los ojos. Sus hombros permanecían tensionados. Todo su cuerpo reaccionó a la propuesta de esa dulce voz cerca de él. Podía hacer esto, consolar a Anyka. Ella había llorado muchas veces en su hombro. Estaba bien, ya que él era un hombre que estaba al control de sus impulsos y de su cuerpo.
«¿Por qué no dejas de mentirte a ti mismo? La deseas, admítelo, cobarde».
Haciendo caso omiso a esa voz en su cerebro que buscaba cumplir lo que su cuerpo deseaba, asintió con una sonrisa amable.
—Seguro.
Ambos descendieron del vehículo.
La mano de Anyka temblaba mientras intentaba colocar la llave en el cerrojo. Dio un suspiro de alivio cuando logró abrir la puerta. Ingresaron a la casa y lo llevó directo a la sala. Estaba apenas iluminada.
—¿Vodka?
—Me conoces. —Su voz sonó algo divertida y muy insegura.
Anya sirvió los tragos y se acercó a él.
—¿Tomas asiento?
—Claro.
Vladimir notó que de pronto el amplio sofá púrpura parecía más pequeño. Anyka bebió un sorbo y lo dejó sobre la pequeña mesa de vidrio negro frente a ellos. Se ubicó de costado, pegada a él. Como el ajustado vestido blanco le daba poco espacio para cruzar la pierna, lo levantó, dejando a la vista donde terminaba la media y el ajuste del portaligas. Vlad casi gimió cuando los pechos de Anya estaban encima de su cuerpo. La mujer estaba tan cerca que faltaba poco para que estuviera en su regazo.
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Mi secreto T.O Libro 2 (Gay +18)
RomanceTe odio... Charlie lo dijo mientras el aliento de ese hombre estaba sobre su cuello Te odio... Se lo repitió mientras embestía una y otra vez dentro de su ser y lo llenaba de sensaciones desconocidas y excitantes Todo en Gabriel Petrov era equivoca...