—¿Vamos a salir esta noche con Marko y Larisa?
—¿Qué?
Gabriel no pensaba, no comía, apenas entrenaba, enfocado en el puto celular, que se negaba a darle la llamada que esperaba.
—Esta noche habíamos quedado en salir con mis amigos, ¿recuerdas? —preguntó su novia mientras estaban sentados frente a frente y Gabriel devoraba el desayuno.
—Lo había olvidado. No hay problema, iremos.
—¿Estás bien? Has estado callado últimamente.
—¿Qué? ¿Te gusta más cuando te insulto?
Anya negó con algo de vergüenza.
—No, es solo que es extraño en ti, pues hablas todo el tiempo.
Gabriel frunció el ceño.
—¿De qué hablas? ¿Qué significa eso?
Y la mujer a veces no entendía cómo un simple comentario podía desatar la tercera guerra mundial en su casa.
—Tranquilo, no es para que te enojes.
—Es que no te entiendo. Si hablo, te molesta. Si estoy callado, también te molesta. ¿Por qué mierda eres tan complicada?
—No soy complicada. No sé cómo comportarme frente a ti, y esto ha empeorado estas dos semanas. Desde la pelea en la casa de Iván, tú... estás desesperado por algo y no sé cómo ayudarte.
Gabriel estaba enojado. La ira lo consumía. Se había deleitado saboreando la boca del cuñado de su peor enemigo y quería más... Deseaba todo...
«¿Por qué carajo tienes que ser tan irresistible? No es su culpa», se lo repitió.
Carlos tampoco se había resistido, al contrario, había respondido al beso con vehemencia. Sus ojos miel estaban entregados más allá de que su boca buscara maneras de insultarlo.
Gabriel se había observado en el espejo de su habitación cada mañana desde ese día, con la culpa carcomiendo sus entrañas, con las ganas de tenerlo en su cuarto; perfumaría su cama y gemiría su nombre.
«Vamos, enfréntalo. Te gustó tanto que incluso pensaste en darle un buen uso a esa cama de hospital».
Estaba tan avergonzado que ni siquiera se atrevía a pensar. Esta desesperación insoportable y placentera al mismo tiempo le gustaba. Adoraba estar en ese nivel de excitación en cada segundo. Lo que odiaba era estar alejado de la fuente de la que emanaba toda esa locura.
Gabriel era incapaz de frenar el maldito diálogo interno, esa voz que le decía que lo buscara y lo hiciera suyo, que lo invitaba a enfrentar a ese enano boca sucia y preguntarle los motivos por los cuales no lo había llamado.
Esa misma voz que le decía que solo había una forma de callar esa bonita boca de labios dulces, hundiendo su verga hasta el fondo, llenándola con el líquido espeso que venía de sus entrañas.
ESTÁS LEYENDO
Mi secreto T.O Libro 2 (Gay +18)
RomanceTe odio... Charlie lo dijo mientras el aliento de ese hombre estaba sobre su cuello Te odio... Se lo repitió mientras embestía una y otra vez dentro de su ser y lo llenaba de sensaciones desconocidas y excitantes Todo en Gabriel Petrov era equivoca...