Me recosté en mi cama. Sentía todavía tu perfume en mis fosas nasales, en mi cuello y ropa. ¿Por qué me hacías esto? ¿Por qué no podía alejarme?
Sabía que había tomado la decisión correcta. Nadie podía sentarse en dos sillas a la vez. Nadie podía estar bien con Dios y con el diablo. Quería amor contigo. Amor, un sentimiento que nos hizo sentir uno, que cada vez que estamos alejados sintieras el mismo desgarro que yo. Adoraba el sexo contigo. Lo corporal era intenso, a un nivel que jamás esperé tener, pero ya me lo habías dicho y sería un tonto si lo negara. Eras incapaz de ser feliz y de amar, y en este momento supuse que perdí la batalla.
No quería alejarme, pero tú me obligabas, y buscaba más que una lucha constante, en donde yo buscaba tomar algo de ti y tú me lo dabas a cuentagotas. Si eras para mí, regresarías, vendrías a mí, y me sentía tan inútil por dejar todo en tus manos. Había puesto las cartas sobre la mesa. No me había reservado nada. Conocías lo peor de mí. Si esto iba más allá, si me amabas y te entregabas, vendrías, te quitarías el peso del dolor y el resentimiento capa por capa, te olvidarías de que amaste tanto a un hombre como Lukyan, quien te hizo sangrar, y me mirarías a mí, solo a mí, porque en mi mente eras único. Estabas tú. Llenabas mi sangre de millones de partículas, desconociendo que fluían, colapsaban, enloquecían, entraban en ebullición cuando tus ojos estaban centrados en mí.
Iván tardó seis meses en darse cuenta de que la vida sin mi hermano era inadmisible.
Rogaba a los dioses que, en su infinita misericordia, tú no tardaras tanto, porque cada día alejado de ti me hundiría en la miseria.
Las voces en el pasillo de la casa le mostraron a Carlos que su familia estaba de vuelta. Un golpe seco en la puerta le corroboró que su hermano no esperaría a la mañana para preguntar y saciar todas sus dudas.
—Sé que estás ahí, Charly, y no te hagas el dormido. Ese truco nunca te sirvió ni siquiera de niño.
—Pasa.
Carlos continuó envuelto entre las frazadas, sin ganas de escuchar y enfrentar a su hermano, menos junto a Iván y Vanya.
—¿Qué es lo quieres saber que ellos no te hayan dicho?
El colchón se hundió del lado derecho. El hombre estaba de espaldas a su hermano, que se había sentado en la cama. Acarició su cabello, y Carlos ya no pudo soportarlo. Dio media vuelta y se echó a llorar en sus brazos. Le había hecho tanta falta estos años. Había olvidado lo maravilloso que era refugiarse en su hermano mayor.
—Tranquilo, todo estará bien.
—Acabo de decirle adiós al amor de mi vida y no sé si él estará dispuesto a jugársela por mí.
Iván y Vanya estaban cerca de la puerta. Por algún motivo, ninguno de ellos incomodó a Carlos. Era extraño, porque los conocía de hacía tan poco tiempo y aun así se sentían como una familia que habían construido desde siempre.
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Mi secreto T.O Libro 2 (Gay +18)
RomanceTe odio... Charlie lo dijo mientras el aliento de ese hombre estaba sobre su cuello Te odio... Se lo repitió mientras embestía una y otra vez dentro de su ser y lo llenaba de sensaciones desconocidas y excitantes Todo en Gabriel Petrov era equivoca...