Me vestí con una camiseta limpia. Gabriel todavía estaba en mi cama. Sus brazos yacían cruzados debajo de su cabeza y su vista permanecía enfocada en el techo. Tenía una hora del mismo modo, negándose a devolverme la mirada o a expresar una mísera palabra acerca de esto, a lo que yo aún desconocía aún el nombre que llevaba.
—Deberías irte.
En realidad, no deseaba que se marchara, al margen de que el tipo estaba estoico como una estatua.
Tragó saliva, me di cuenta porque su manzana de Adán se movió. Se levantó y buscó su ropa, que ya se había secado después de pasar por el lavarropas. Era imposible que con la cantidad de barro que tenía en la ropa saliera a la calle.
—¿Te arrepientes? —Intenté quebrar ese muro que construía.
Se quedó estático un segundo, antes de tirar sus pantalones hacia la cintura, subirlos y prender el botón. Abrió la boca y la cerró dos veces.
—¿Te importa?
Esto le dolía, porque había molestia en su voz, y supuse que Vanya sabía a lo que se refería cuando dijo que jamás podría llegar más allá de su apariencia. Entonces, me decidí a actuar y volver a ser yo mismo.
Esto necesitaba medidas drásticas, y tenía que recuperar lo que nos había llevado a este acercamiento.
Le di una sonrisa ladeada y escupí sin miramientos: —¿Qué pasa? Espera un momento, ya sé. ¿Te duele el culito?
Frunció el ceño y por primera vez reparó en mí mientras me afirmaba en el marco de la ventana.
—¿Y a ti?
—Nah, no eres tan grande. Te estás sobreestimando.
Su sonrisa apareció. Negó varias veces y buscó su camiseta.
—Bueno —le costaba reconocer lo que estaba a punto de decir, lo noté, ya que se mordía el labio y buscaba las palabras correctas—, tienes suerte, ya que a mí me duele muchísimo.
Afirmé mi cabeza a la ventana y chasqueé la lengua. Después de esa vergonzosa confesión, yo también debía sincerarme.
—Era broma lo de que no eres grande. Apenas puedo mantenerme en pie.
—Entonces estamos a mano—agregó, vistiéndose con la chaqueta de lana gruesa—. ¿Tu hermano no te llama cuando está afuera?
—No he revisado mi celular, aunque, si no ha llamado, lo hará en cualquier momento. Es muy protector. Dios, también debo ubicar a Vanya.
—Ella llegó hace una hora.
—¿Qué? ¿Cómo lo sabes?
—Estabas durmiendo. Sentí el ruido del motor de un vehículo y me acerqué a la ventana. Ingresó con un chico.
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Mi secreto T.O Libro 2 (Gay +18)
RomanceTe odio... Charlie lo dijo mientras el aliento de ese hombre estaba sobre su cuello Te odio... Se lo repitió mientras embestía una y otra vez dentro de su ser y lo llenaba de sensaciones desconocidas y excitantes Todo en Gabriel Petrov era equivoca...