37 Lealtades 💖🔥

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El sonido se escuchaba lejano, como un eco molesto que lo sacaba de un sueño maravilloso

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El sonido se escuchaba lejano, como un eco molesto que lo sacaba de un sueño maravilloso. Vlad respiró profundo y sintió un agradable peso sobre la mitad de su cuerpo, que se removió con suavidad.

Los orbes ébano se abrieron con lentitud, cayendo en la realidad, en la mañana que había golpeado sus sentidos, en la claridad que iluminaba la sala. Giró su cabeza hacia el lado derecho y se detuvo en el semblante de esa mujer que se asemejaba al cielo y dormía con placidez. Vlad vislumbró una pequeña mueca de sonrisa incluso.

Las imágenes poco a poco se hacían más nítidas. Las curvas de Anyka eran tan pronunciadas. Su piel era suave y perfumada. Había una mezcla floral en su cabello, donde hundió la nariz para aspirar su perfume. Olía tan bien y lucía maravillosa. Un nudo intrincado se formó en su garganta. ¿Qué hacía todavía allí a su lado en ese cómodo sofá que había sido testigo de un deseo salvaje y difícil de superar?

Vlad se desparramó el cabello. Esto era una locura. Anyka era un sueño que en ninguna circunstancia tenía que volverse realidad. La cuestión era que allí estaba, entre sus brazos, después de haberle hecho el amor más veces que a cualquier otra mujer. Es que ese era justamente el problema, siempre lo fue. Anyka, su Anya, no era cualquiera, era la diosa protagonista de sus más sórdidas fantasías, esas que no le contarías a nadie, ni siquiera a un amigo por vergüenza.

¿Dónde había quedado su autocontrol? Este no era Vladimir Ullianov. Era un sucio pervertido que se había cansado de hundir su verga en el delicado capullo de Anyka, la pareja de su mejor amigo, del único amigo que tenía en realidad.

«No estoy con Gabriel. Él dejó muy claro que no me quiere. Lo de esta noche fue una treta, o quizá yo tenía alguna esperanza todavía. Me conoces, y sabes que jamás le fallaría a un hombre con el que comparto una relación».

Ella era una dama, no estaría con él si continuara con Gabriel. Sin embargo, ese pensamiento no lo hizo sentir mejor. Era una cuestión de lealtades. Gaby nunca se fijaba en las mujeres que salían con Vlad, ¿por qué él había tenido que actuar de ese modo?

La pierna de la mujer se arrastró sobre la suya y una mano juguetona acarició sus pectorales amplios y musculosos. La mayor parte de los peleadores de circuito tenían cuerpo de divinidad. Vlad siempre se había sentido inferior en belleza a Gabriel. Donde llegaba, el bastardo eclipsaba a cada mujer, a todo el mundo. Entonces, sabía que debía hacer rendir sus atributos, lo que lo llevaba a estar siempre impecable, y pasar más horas en el gimnasio que el propio Gabriel.

El sonido llegó a sus oídos de nuevo y advirtió que se trataba de su celular. Se enfocó en el reloj de la sala. Eran cerca de las diez de la mañana. Tenía una reunión en una hora y era un desastre. Se levantó con lentitud, ignorando la erección matutina. Intentó no despertar a Anyka, aunque resultaba imposible si consideraba que el celular no paraba. Se enfocó en la pantalla y dio un gran suspiro antes de responder.

—Gabriel.

—Te esperaba a desayunar hoy. ¿Dónde mierda estás?

Vlad se giró hacia la mujer. Sus ojos azules grandes y bonitos sobre él.

Mi secreto T.O Libro 2 (Gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora