43 Único💖🔥

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Gabriel se había quitado todo el maquillaje y observaba de reojo cómo preparaban a Carlos, que de vez en cuando lo miraba y le daba una sonrisita

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Gabriel se había quitado todo el maquillaje y observaba de reojo cómo preparaban a Carlos, que de vez en cuando lo miraba y le daba una sonrisita.

—Te he estado llamando.

—¿En serio? —Hizo una mueca de duda—. Lo siento, debo haber tenido el celular en modo silencioso.

Gaby respiró profundo, ahogando el deseo de ir hacia él, jalarlo del cabello y doblarlo sobre el tocador de maquillaje.

Carlos sabía que esta era una jugada peligrosa. La pasó terrible todo este tiempo separado del ruso, pero también se dio cuenta de que él era suficiente y, después de la charla con Iván, entendió que también podía hacerlo feliz.

Dejaría a Gabriel quitarse capa por capa la armadura. Lo había cocinado al calor de la duda y los celos. Ahora daría todo lo que tenía para demostrarle a ese estúpido que con él no se jugaba. Con él sería todo o nada.

—Te he extrañado. —Carlos se acomodó el flequillo, estirándolo con los dedos, y lo ignoró—. ¿Me estás escuchando?

—Sí. Yo también te he extrañado. ¿Qué quieres que te diga?

—Carlos, ¿por qué mierda te estás comportando así?

—¿Así cómo?

—Como si te valiera mierda todo lo que te digo.

—No es lo que quiero escuchar de ti.

Alexei comenzó a pintarle los ojos de color negro y difuminar el maquillaje. Dios, lucía más hermoso. El ahumado resaltaba la belleza intrínseca de sus ojos miel.

—Si quieres escuchar algo más, será en privado, en una conversación seria, no en una sesión de fotos frente a nuestra examante. —Carlos se carcajeó.

Alexei terminó de maquillarlo para luego aplicarle algo de brillo en los labios.

—¿Qué pensabas que haría cuando estuviéramos frente a frente? ¿Por qué no reunirnos en otro lugar como personas normales?

—¿Normales? —esgrimió Carlos con burla—. Nadie que nos conozca diría que somos normales. ¿Qué pasa? ¿Tienes miedo?

—No.

—¿Estás celoso?

—Sí.

Carlos le dio una sonrisa, se puso de pie y caminó hacia fuera de la sala. Gabriel lo siguió y, cruzándose de brazos, se paró a un costado para no molestar.

—Vaya, te han dejado hermoso, bebé. —El dedo índice de Natalia recorrió los abdominales hasta el ombligo de Carlos.

Gabriel dejó de respirar.

La piel blanquecina bañada por un leve rocío dorado, sus pezones rosados lucían más apetecibles, la hermosa curva de su trasero, las nalgas redondas y firmes envueltas en un bóxer color negro, que le quitaban el aliento...

¿Bebé? ¿La imbécil lo había llamado bebé delante de él?

Gabriel metió las manos en el bolsillo, conteniéndolas. Intentaba pensar que las asquerosas manos de esa zorra no estaban sobre Carlos, que no había escuchado ese mote cariñoso. Se había quedado allí. No iba a amedrentarse y menos ahora que estaba seguro de cuánto amaba a ese pequeño gnomo, su enano gruñón y hermoso.

Charly le dio una sonrisa coqueta a Natalia y se acomodó el bóxer. Las luces dejaban entrever la claridad y las sombras. La mujer comenzó a hacer su magia. El flash revelaba las mejores poses, la sensualidad y belleza de ese ser que había cambiado su vida por completo, que le había demostrado que todo lo vivido valió la pena solo para conocerlo a él.

—Tu rostro hacia abajo. Cierra los ojos.

Era una expresión de tristeza.

Gabriel se dio cuenta de que la primera vez que lo insultó Carlos asumió la misma postura.

Se había mostrado como un idiota durante tanto tiempo, tomando todo, con el miedo a entregar lo que él tenía.

—¿Y? ¿Lo acompañarás en la escena o no? —La voz de Natalia sonó lejana. Gabriel frunció el ceño—. ¿Vas a entrar en el cuadro con él?

—Dijiste que...

—Ella quiere que ambos posemos, Gaby —interrumpió Carlos—. Por esa razón estás aquí. ¿Te animas?

—Me he quitado todo el maquillaje.

—No importa, así verán lo bello que eres sin necesidad de artificios.

Gabriel tragó saliva y pensó un minuto.

Cuando comenzó a quitarse la chaqueta, Natalia le indicó a Alexei que se marchara, y este le dio un guiño de ojo. Las cosas tomaban el rumbo que Carlos y la propia Natalia deseaban. Gabriel se acercó desnudo, con un bóxer de la misma forma que su amante, y advirtió que Charly se remojaba los labios mientras se lo comía con los ojos. El ruso volteó hacia Natalia, que se había sentado en la mesa con la cámara en la mano.

—¿Qué quieres que hagamos?

—Lo que deseen. Solo sean ustedes mismos.

Sus ojos fueron de nuevo hacia Charly, que se puso delante de él. Sujetando su brazo, hizo que le rodeara su cintura. Los dedos de Gabriel hicieron que la piel de Carlos se erizara cuando este se afirmaba por completo en su torso y cerraba los ojos.

—¿Esto te gusta? —musitó Gabriel cerca de su oído, olfateando su cuello.

Ahí estaba. Vainilla, ese aroma maravilloso.

—Me encanta.

—A mí también. Quiero tenerte así todo el tiempo. —El primer flash dio de lleno en ellos. Todo había dejado de ser importante—. ¿Qué es lo que deseas de mí, Carlos?

—Todo. ¿Estás dispuesto a dármelo todo?

—Sí —contestó Gabriel con veneración. La otra mano acariciaba el brazo con dulzura—. Soy tuyo.

Una sonrisa adormilada y un ronroneo salió de los labios de Carlos.

Gabriel empezó a hablar. No encontraría un espacio más íntimo que ese para mostrar sus sentimientos.

—Pensé que no me darías otra oportunidad. Natalia me preguntó si había un nosotros hace un momento y le dije que no.

—Y es que hace unos segundos no lo había.

Un nuevo flash y la boca de Gabriel chupó el lóbulo de la oreja y la porción de piel debajo.

—Adoro cómo lucen tus ojos con ese maquillaje.

—Sabía que te gustaría.

La mano que rodeaba la cintura fue hacia arriba. El dedo índice acarició uno de los pezones y luego lo estiró.

—Te amo, Carlos, más que a mi vida. Ya no quiero vivir sin ti.

Las lágrimas rodaron por las mejillas. Carlos se sostuvo de esos fuertes brazos que le daban la contención que le había faltado durante tanto tiempo.

—Ríndete a mí, Gabriel.

—Lo hago. Soy tuyo, ya te lo dije, y lo repetiré todas las veces que sea necesario.

El ruido del flash continuaba activado.

Debió haber sido vergonzoso que Natalia presenciara todo ese palabrerío cursi. Aun así, de ningún modo los acobardó.

—Idiota, harás que se me corra el maquillaje.

Gabriel sonrió y lo giró hacia él para después susurrar sobre su boca:

—Y no será lo único que se correrá esta tarde.

Mi secreto T.O Libro 2 (Gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora